¿Será verdad, al final, la famosa maldición de los faraones? A quienes gustan de fantasías y leyendas, una escultura egipcia del Museo de Manchester (Reino Unido) se lo está poniendo en bandeja. Según informa el diario Manchester Evening News en su versión online, una estatuilla de un egipcio llamado Neb-Sanu, de unos 25 centímetros de altura y datada en torno al año 1800 antes de nuestra era, gira lentamente cada día hacia la izquierda sobre la superficie de la urna en la que está expuesta, y lo hace por sí misma. Para que no haya dudas, los responsables del museo han publicado un vídeo, realizado mediante la técnica time lapse, en el que, efectivamente, se ve a la estatua girar.
Uno de los egiptólogos del museo, Campbell Price, explica que “un día me di cuenta de que [la estatua] había girado, y pensé que era algo extraño, ya que se encuentra en una urna de la que solo yo tengo la llave. La volví a poner en su sitio, pero al día siguiente se había vuelto a mover. Así que realizamos un vídeo timpe lapse y, aunque a simple vista no podía apreciarse, en la película se ve claramente cómo va rotando”.
El egiptólogo añade que este tipo de estatuillas solían colocarse en las tumbas, junto a las momias: “Los dolientes del difunto hacían ofrendas a sus pies, y, en este caso, los jeroglíficos existentes en la parte de atrás de la estatuta piden pan, cerveza y ternera”.
“En el Antiguo Egipto creían que si se destruía una momia, la estatua podía ser usada por el espíritu como un recipiente alternativo… Tal vez es eso lo que está causando el movimiento”, concluye Price, no sabemos si con humor (británico), o con la intención de atraer más visitantes al museo.
Los científicos, sin embargo, tienen una explicación más racional, aunque, como suele suceder, menos interesante. Según los físicos consultados por el museo, la razón del movimiento de la estatua puede encontrarse en algo tan poco espiritual (en principio) como el rozamiento: el pedestal de la escultura se encuentra sobre una superficie de vídrio que vibra casi imperceptiblemente cuando la urna está encendida, o bien a causa de los pasos de los visitantes del museo o incluso del trafico en el exterior. La diferencia entre ambas superficies, unida a la forma del propio pedestal, haría que se produjera el movimiento.
Campbell, no obstante, no se da por vencido: “El caso es que esta estatua ha estado sobre ese tipo de superficies desde que la trajimos [hace 80 años], y nunca hasta ahora se había movido…”.
Uno de los egiptólogos del museo, Campbell Price, explica que “un día me di cuenta de que [la estatua] había girado, y pensé que era algo extraño, ya que se encuentra en una urna de la que solo yo tengo la llave. La volví a poner en su sitio, pero al día siguiente se había vuelto a mover. Así que realizamos un vídeo timpe lapse y, aunque a simple vista no podía apreciarse, en la película se ve claramente cómo va rotando”.
El egiptólogo añade que este tipo de estatuillas solían colocarse en las tumbas, junto a las momias: “Los dolientes del difunto hacían ofrendas a sus pies, y, en este caso, los jeroglíficos existentes en la parte de atrás de la estatuta piden pan, cerveza y ternera”.
“En el Antiguo Egipto creían que si se destruía una momia, la estatua podía ser usada por el espíritu como un recipiente alternativo… Tal vez es eso lo que está causando el movimiento”, concluye Price, no sabemos si con humor (británico), o con la intención de atraer más visitantes al museo.
Los científicos, sin embargo, tienen una explicación más racional, aunque, como suele suceder, menos interesante. Según los físicos consultados por el museo, la razón del movimiento de la estatua puede encontrarse en algo tan poco espiritual (en principio) como el rozamiento: el pedestal de la escultura se encuentra sobre una superficie de vídrio que vibra casi imperceptiblemente cuando la urna está encendida, o bien a causa de los pasos de los visitantes del museo o incluso del trafico en el exterior. La diferencia entre ambas superficies, unida a la forma del propio pedestal, haría que se produjera el movimiento.
Campbell, no obstante, no se da por vencido: “El caso es que esta estatua ha estado sobre ese tipo de superficies desde que la trajimos [hace 80 años], y nunca hasta ahora se había movido…”.