Una de las leyendas aragonesas de más amplia difusión es la de la campana de la ermita de San Nicolás de Bari, en Velilla de Ebro, que conserva restos románicos, como un ventanal y fábrica fechada entre fines del siglo XVII y principios del XVIII, cuya campana tañía sola, sin intervención de humana mano que la «bandiase», para anunciar sucesos extraordinarios, casi siempre luctuosos. La leyenda es antigua, pero no tanto como la ciudad ibérica de Celse o con la romana Celsa que le sucedió, cuyas ruinas se conservan, dominadas desde un montecillo por esta ermita que viene a significar una cristianización del lugar, uno de cuyos muros de apoyo se asentaba sobre una construcción romana segÚn gratuita afirmación popular de que la ermita se asentó sobre un templo de Diana y se prueba porque el abad Carrillo a fines del siglo XVI afirmaba que a poniente de la actual ermita y en relación con un antiguo edificio «había una cava y foso que llegaba por debajo de tierra hasta el pueblo, por donde los romanos subían el agua hasta un aljibe»; se añade a tal noticia que había un caño o conducto que arrancaba de una cueva abierta bajo la construcción, ensanchándose después; hasta el punto de que podía andar por él un hombre a caballo, cruzando de parte a parte la ciudad antigua y perdiéndose a dos leguas de camino; desde su origen y por él llegaban los sacerdotes sin ser vistos al templo pagano para realizar los actos de culto aunque en el pueblo se creía que el subterráneo era el lugar donde se ocultaban los cristianos durante las persecuciones. Se ha dicho que San Nicolás fue el primer obispo de Velilla, aunque nunca fue sede episcopal, y también que la ermita que actualmente se conserva es la reedificada en 1679 (ruina que amenaza al venerable santuario de S. Nicolás y quiebra que padecen sus famosas campanas, como llamó Diego José Dormer a un opÚsculo suyo de 1798).
La leyenda se funda en la llamada campana del milagro, una de las dos que había en lo alto de la iglesia, tañendo sola, por lo comÚn. la de la derecha. Un antiguo texto la describe así: «La circunferencia es de diez palmos, de metal limpio. claro y liso.. está hendida por un lado, por lo cual, cuando se toca como las demás y por mano ajena. suena como quebrada; se ven en ella dos Crucifijos relevados. uno al Oriente y otro al Poniente, y a los lados de cada uno las imágenes de la Virgen Nuestra Señora y de S. Juan Evangelista; al Mediodía y al Septentrión tiene dos cruces. y en el circuito de toda ella este verso de la Sibila Cumea: Christus Rex venit in pace, et Deus homo factus est...
Respecto de su origen se difundió una bellísima leyenda, muchas veces repetida. En muy antiguos y desconocidos tiempos, pero antes de la venida de los sarracenos, llegó la campana del Milagro a la costa mediterránea cerca de la desembocadura del Ebro y las gentes del contorno se vieron sorprendidas porque flotaba sobre el mar. no obstante su peso. y llevaba consigo dos velas encendidas. Trataron de sacarla del agua, pero cuantas veces se acercaban a ella se hundía y emergía de nuevo cuando abandonaban la empresa. De esta forma comenzó a remontar el río contra corriente, salvo cuando los ribereños intentaban tomarla, porque entonces se sumergía. Así llegó a Velilla, donde se detuvo; pero nuevamente se hundía o sobrenadaba segÚn que los hombres se acercaban con garfios para sacarla del agua o bien abandonaban el empeño. No obstante, no se movía del lugar, como si estuviera decidido que allí quedase, hasta que se aproximaron dos doncellas y no hicieron más que poner sus manos sobre ella, cuando se elevó sobre el lecho del río, posándose en la orilla. Cayeron todos de hinojos, llevaron la campana hasta el punto donde después estuvo y le tributaron desde entonces un verdadero culto.
Comenzó la campana a obrar prodigios, sonando sola y provocando el miedo de las gentes ante las desgracias que anunciaba y la devoción y respeto de cuantos la veían tañer sin que nadie la tocase explicándose fantásticamente para unos por ser obra de campaneros godos, para otros creación de San Paulino de Nola a quien se atribuyó la invención de las campanas y generalizador de su uso, sin faltar quienes aseguraron que la habían recibido los monarcas aragoneses como especial privilegio para que tuvieran aviso de su próxima muerte, muy en relación con las devociones suasorias como la de San Pascual Bailón que avisaba igualmente a sus devotos.
No es del caso anotar los muchos casos conocidos de campanas que tocaban solas y que anunciaban catástrofes. aunque ninguna tuvo la difusión universal que alcanzó la de Velilla. En España se registran casos en Toledo. tañendo para evitar una profanación; en el Carmen de Valencia, la campana de la Consolación, en 1490. comenzó a tocar sola los sábados a la hora del Ángelus, hallándose bajo ella una imagen de la Virgen; en Granada voltearon solas las de la iglesia de Santa Ana para anunciar la muerte de San Juan de Dios; en Madrid para acompañar el entierro de Felipe III y otros casos se anotan de Zamora, Córdoba y Valladolid. En Aragón una campanilla situada junto al altar del santuario de la Virgen de la Sierra, en Villarroya. tocó sola varias veces para anunciar la resurrección de una devota suya (1502), para publicar la victoria de Lepanto (1571), dar nota de los sucesos consiguientes a la prisión de Antonio Pérez (1591) y dos veces más en 1639. En 1683 tocó sola una de las campanas de la torre de Alcubierre y en otro momento la del Monasterio de Piedra. Contaremos más cosas en otro artículo.