El Valle de Santiago, en México, era conocido en tiempos precolombinos como “Camémbaro”, que literalmente significa “valle de las altamistas”, debido a las olorosas plantas del mismo nombre que tanto abundaban en el lugar. Hoy día se conoce como “Valle de las Luminarias”, debido a los siete principales volcanes, ya extinguidos, que allí existen a ras de tierra y cuya particularidad es que están distribuidos sobre la superficie imitando la posición de las siete principales estrellas de la Osa Mayor. Los estudiosos han detectado que aproximadamente cada cuarenta mil años la constelación de la Osa Mayor se sitúa sobre este misterioso valle. Las leyendas locales cuentan que la disposición geológica de los volcanes se debe a unos dioses que bajaron del cielo en tiempos remotos e infundieron valiosos conocimientos a los autóctonos.
La ciudad actual de Valle de Santiago, a 90 kilómetros al sur de Guanajuato, fue fundada por los españoles el 28 de mayo de 1607, junto a la antigua aldea de Camémbaro, en cuyas inmediaciones se ubican los siete cráteres volcánicos de bordes bajos y centro aplanado, popularmente conocidos como “luminarias”. El diámetro del mayor de ellos alcanza el kilómetro de longitud. Son las hoyas de: Rincón de Parangueo, San Nicolás, La Alberca , Cintora, Blanca, Solís y Alvarez.
En las faldas del cráter Cintora, así como en el interior y el exterior del cráter Rincón de Paragueo, se han descubierto innumerables pinturas rupestres, muchas de ellas en mal estado de conservación. Los siete cráteres constituyen otros tantos lagos de aguas altamente salitrosas, por lo que resultan inservibles para regar. No existen túneles que comuniquen unos cráteres con otros, como se ha afirmado repetidas veces; si existieran, las aguas de todos los cráteres presentarían la misma salinidad. Pero se ha comprobado que cada cráter tiene su grado; así, las aguas del cráter La Alberca son sulfurosas, mientras que las de otros son alcalinas. El agua acumulada en el cráter de Rincón de Parangueo es casi tan salada como la del Mar Muerto. Alguien que no sepa nadar flota en ella sin dificultad. Las aguas suelen cambiar de color con las estaciones.
El Valle de las Luminarias se hizo famoso a nivel mundial, en los años setenta, por el cultivo de verduras y hortalizas gigantes. El campesino José Carmen García Martínez logró cosechar en el Valle de Santiago, mediante técnicas secretas que dijo haber heredado de sus antepasados, acelgas de más de un metro y medio de altura y cebollas y coles de 15 y
El delegado de turismo de Valle de Santiago, Oscar Arredondo Ramírez, que fotografió para la posteridad las monumentales hortalizas, durante una reunión que mantuvo con varios miembros de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, planteó que si los cráteres de las luminarias se sembraran de verduras y frutas gigantes, sería menor el problema del hambre. Y añadió: “Pero si digo cómo hacer verduras gigantes, el rico se volverá más rico”. El cultivo siquiera a escala moderada de estos gigantescos especimenes verduleros quedó finalmente prohibido por el gobierno mexicano, así como por los demás gobiernos, debido a que interfería en los intereses de las multinacionales alimenticias. Una sola col del Valle de las Luminarias podía alimentar perfectamente a más de veinte personas.
Con ser espectacular la producción hortícola del Valle de las Luminarias, aunque no masiva, no lo es menos la que ofrecen otros lugares del planeta cuyas tierras no entrañan tanto misterio como las del valle mexicano. Así, se han cosechado en Jerusalén limones de 8 kilogramos de peso. Esto nos remite automáticamente a la narración de la Biblia donde leemos que Josué mandó espías a la tierra prometida y éstos volvieron con el esperanzador informe de que el lugar producía frutas de tamaño ciclópeo.
Otros lugares en los que se han cosechado verduras gigantescas son: el municipio mexicano de Chapa de Mota, donde se han recolectado acelgas de más de un metro de altas y coles de 10 kilogramos ; Estados Unidos, donde las coles han llegado a pesar 38 kilogramos ; y en el poblado de Spalding (Lincolnshire), las coles alcanzaron los 53 kilos de peso, las remolachas los 18 kilos y las calabazas los 209 kilogramos .
Se dice que en el cráter de