Mentes Criminales - Asesinos en serie - asesinos natos

 Andrei Chikatilo.- El carnicero de Rostov.
Conocido como "El carnicero de Rostov", Andrei Chikatilo fue uno de los asesinos más sangrientos de la historia. Entre 1982 y 1990 asesinó brutalmente a 53 jóvenes con un único fin: el placer sexual. Durante el juicio alegó ser víctima de una enfermedad mental incurable.
Andrei Romanovich Chikatilo, nació un fatídico 16 de Octubre de 1936 en Yablochnoye (Ucrania) y es considerado el peor asesino en serie de la Unión Soviética. Sus delirios criminales lo llevaron a vivir durante años con una doble vida.

Nació en una pequeña aldea en tiempos de hambruna donde los cadáveres se amontonaban en las calles. Sin duda alguna, el hecho que más marcó al pequeño Andrei fue descubrir como su hermano había sido raptado y devorado con una brutalidad descomunal.
En la escuela fue víctima de constantes humillaciones por su carácter introvertido. Con los años fue creciendo, se alistó al ejército y obtuvo tres titulaciones en lengua y literatura rusa, ingeniería y en marxismo-leninismno.
A pesar de sus graves problemas de impotencia, eyaculación precoz y su inestabilidad mental pudo encontrar una esposa quién lo definía como un marido afable, trabajador y muy respetable.
A los pocos años de casarse empezó a trabajar de maestro en una escuela. Sus alumnos le apodaban "El ganso" por su constitución física, le pegaban, lo vejaban y lo sacaban del aula a patadas. A los pocos meses empezó a llevar un cuchillo encima.

Sus problemas sexuales unidos a las burlas que recibía, provocó un odio irracional hacia la especie femenina. Un día, un rasguño en la mejilla de una chica desencadenó una serie de reacciones anormales en el cuerpo de Andrei.

Al ver manar la sangre a borbotones, "El carnicero de Rostov" notó como sus problemas de erección cesaban. Allí empezó su historia criminal...
Dado que había trabajado como profesor, tenía cierta facilidad para ganarse la amistad los más jóvenes. Normalmente abordaba a sus víctimas (retrasados, jóvenes desorientadas, huérfanos…) en estaciones de tren y con cualquier pretexto los convencía para que le acompañaran al bosque más cercano.
Una vez allí, y como si de una penetración sexual se tratara, les asestaba entre unas treinta y cincuenta puñaladas, les mutilaba los ojos, les seccionaba los pezones y finalmente les extirpaba el útero con tal precisión que todos los cirujanos de la provincia pasaron a ser sospechosos potenciales.
Una vez llegaba al orgasmo espiritual, practicaba el canibalismo con las partes extirpadas a sus víctimas.
A pesar de tener un plan de actuación muy sencillo, su facilidad por cambiar de ubicación y la incompetencia policial de la antigua URSS, provocaron que el asesino campara a sus anchas con total impunidad.

El 22 de Diciembre de 1978 Andrei mató por primera vez, tenía 42 años. La víctima, una chica de nueve años, provocó una reacción en el cuerpo de Andrei fuera de lo común.
Accidentalmente Andrei Chikatilo, le hizo un rasguño del que brotó una gran cantidad de sangre, hecho que le propició una erección inmediata. A los pocos segundos su mente asoció dos conceptos antagónicos cómo violencia y placer, estableciendo así un vínculo fatal.
Sin pensárselo dos veces, sacó un cuchillo y lo clavó en el estómago de la chica una y otra vez. Cada puñalada lo acercaba un paso más hacia el orgasmo, por lo que no cesó de hacerlo hasta que hubo eyaculado.

Dos días después la policía encontró restos de la chica cerca del río Grushovka y sangre en la cabaña de Andrei pero la policía culpó a otro agresor sexual, Alexander Kravchenko.
Tres años después, Chikatilo asesinó por segunda vez. Esta ocasión era una prostituta de 17 años llamada Larisa Tkachenko. Andrei convenció a la chica para tener relaciones sexuales, ella se rió de él por su impotencia sexual y éste enfureció de tal manera que la estranguló, le mordisqueó la garganta, le cortó sus senos, se comió sus pezones y finalmente eyaculó sobre su cadáver muerto.
Su tercera víctima, Lyuba Biryuk, la raptó en una villa, la acuchilló 50 veces y le mutiló los ojos, hecho que se convirtió en un elemento común entre todas sus víctimas.
Siguiendo estas premisas, Andrei sembró el terror y llegó a acumular 53 víctimas mortales, convirtiéndose así en uno de los asesinos más prolíficos de esa década.

El Instituto Serbsky de Moscú diseñó el perfil de un hombre normal, casado y con un trabajo regular. Por el semen recogido en sus víctimas se supo que la sangre del asesino era del grupo AB.
En 1984 detuvieron a Chikatilo en el mercado de Rostov, pues coincidía con la descripción del asesino, le hicieron las pruebas pertinentes pero su sangre resulto ser del grupo A, con lo que no pudieron demostrar nada. Por estas fechas la policía contaba con 26.500 sospechosos…


Al aparecer el cadáver número 30, los periódicos empezaron a dar noticias del posible asesino, con lo que el caso cogió un gran revuelo mediático.
El 17 de octubre de 1990 volvió a matar en un bosque cercano a la estación de Donlesjoz. Éste crimen, absorbió toda la policía local y 100 antidisturbios. Dos semanas después volvió a actuar y esta vez fueron 600 oficiales los encargados de investigar el caso.
El 6 de noviembre de 1990, un sargento llamado Igor Rybakov, vió surgir del bosque un hombre con traje y corbata y una mejilla manchada de sangre. Le pidió los documentos y realizó un informe. Cinco días después apareció un nuevo cadáver en la zona.
El 20 de noviembre de 1990 fue arrestado y acusado de asesinar a 36 personas, pero tras muchos interrogatorios decidió colaborar y confesó 53 asesinatos.
Durante su juicio, Andrei trató de alegar que padecía una grave enfermedad mental con el fin de evitar la cárcel, pero los psicólogos desestimaron esa vía ya que lo veían cómo un sádico que no sufría ningún trastorno.
El primer día del juicio deleitó a los fotógrafos esgrimiendo una revista porno. Más tarde, abatido, se quitó la ropa y meneó su pene gritando; "Fíjense que inutilidad, ¿Qué piensan que iba a hacer con esto?".
El 14 de febrero de 1994 fue ejecutado de un tiro en la nuca en la prisión de Moscú.

La bestia de Ucrania

Charles Manson. "El manipulador"

Charles Manson es uno de los asesinos en serie conocidos de la historia sin embargo a la hora de matar él nunca se ensuciaba las manos. Para ello, tenía a sus fieles seguidores de "La Família". Entre las víctimas de la hermandad destaca Sharon Tate, esposa de Roman Polansky.

Charles Miles Manson nació el 12 de Noviembre de 1934 en Cincinnati (Ohio). Su verdadero padre es un misterio pues, tal y como dijo él mismo, su madre era una prostituta de 17 años.

Mientras su madre estaba en prisión, convivió con una tía suya. Una beata contraria a cualquier forma de placer. A los 14 años fue detenido por primera vez y a partir de ese momento su vida transcurrió entre fugas e ingresos en prisión, violaciones homosexuales, robos y agresiones varias.
Después de vagabundear un tiempo fue detenido de nuevo y enviado a un reformatorio. En dicho lugar manifestó la voluntad de encaminar su vida, sin embargo no pudo conseguirlo ya que fue descubierto sodomizando a un compañero mientras lo amenazaba con una navaja.
En 1953, se casó con una enfermera y tuvo su primer hijo, el matrimonio fue un fracaso absoluto dadas sus tendencias homosexuales y al poco tiempo se divorciaron. Al siguiente año se casó con una prostituta para que no declarara en su contra y tuvo otro hijo.
En 1967 se trasladó a San Francisco, donde gracias a sus conocimientos esotéricos creo una agrupación religiosa llamada "La Familia". Alimentado por una reinterpretación de la Biblia, empezaron a aparecer cadáveres brutalmente asesinados en toda la costa californiana.



En 1967, Charles Manson decidió trasladarse a San Francisco, lugar desde donde se estaba cambiando el mundo. Por aquellas épocas, San Francisco era la cuna del movimiento hippie, allí convivían desde grupos de rock hasta escritores, pasando por gurús ideológicos como Timothy Leary.

Un año después Charles Manson gracias a sus dotes de manipulador y a sus conocimientos esotéricos convenció a una serie de jóvenes perdidos por el LSD y las anfetaminas para que se trasladaran a vivir con él a las afueras de San Francisco. Una vez allí hizo con su cerebro lo que quiso.
Cuando caía el atardecer, Manson daba largos discursos a su "Familia" en los cuales hablaba de la llegada de un supuesto Apocalipsis. Sus teorías se basaban en una libre interpretación de la Biblia y en los mensajes ocultos de las canciones de los Beatles.
Pasado un tiempo la mentira se fue haciendo más grande y los cadáveres se amontonaban en el rancho que poseía "La Familia".
La mayoría de asesinatos eran cometidos con una brutalidad desmesurada, sin embargo ni una de sus huellas apareció en las escenas del crimen.

Su primera víctima como miembro de "La familia" fue un traficante de mescalina llamado Gary Hinman. Charles simplemente le cortó una oreja y ordeno a sus fieles seguidores que hicieran lo que quisieran con él… cuando la policía encontró el cadáver, su rostro era irreconocible.

En un ataque de ira 8 de agosto de 1969 Manson llevó a cabo la operación delictiva que le hizo famoso en el mundo entero: ordenó la ejecución de todas las personas que se encontrasen en el 10050 de Cielo Drive (Los Angeles), la casa del director de cine Roman Polanski donde vivía con su mujer, la actriz, embarazada de ocho meses, Sharon Tate.

El 12 de octubre de 1969 la policía detuvo a Charles Manson como coautor de los asesinatos de la familia Polansky, sin embargo después de una dura investigación fue sentenciado por conspiración a la camara de gas.

Más tarde ésta sentencia fue conmutada por la cadena perpetua y todas sus peticiones de libertad condicional fueron rechazadas.
Con el encarcelamiento de Charles se marcó el final de una era. America había perdido la inocencia de la generación hippie. Manson saltó a las portadas de los periódicos y de los semanarios conviertiéndose en el serial killer más mediático de la historia sin haber matado a una sola persona.
Además, su popularidad creció tanto que se convirtió en un icono popular del calibre de Bruce Lee, el Che Guevara o Marilyn Monroe.
Cuatro seguidores de Manson (Susan Atkins, Charles Tex Watson, Linda Kasabian y Patricia Krenwinkel) se dirigieron al hogar de Polanski y asesinaron a su esposa embarazada y a todos los invitados que pasaban allí el día.
En una de las paredes del domicilio de Roman se podía leer la palabra ¡Cerdos! escrita con sangre humana.
Las especulaciones llegaron a insinuar que fue el Diablo utilizando a Manson de hilo conductor, quien estaba castigando a Polanski por su éxito cinematográfico "La semilla del diablo" (Rosemarys baby), donde se había desvelado que el culto a Satán existía realmente en nuestro planeta.
Al día siguiente Manson ordenó el asesinato del matrimonio Bianca para extender el rumor que la cacería por parte de negros radicales había empezado…
Charles Manson


Harold Shipman, "El doctor muerte"

Harold Shipman adoraba el sufrimiento y disfrutaba contemplando como se extinguía una vida. Aprovechaba su apariencia afable para administrar letales dosis de heroína y morfina a sus pacientes.



Harold Frederick Shipman más conocido como el "Doctor Muerte", nació el 14 de junio de 1946 en el seno de una familia humilde de clase obrera.

El pequeño Harold vivió una infancia bastante "normal" junto con sus dos hermanos Clive y Pauline. Su madre Vera, acostumbraba a sobreprotegerlo mucho y no dejaba que cualquiera se acercara a su hijo ya que creía que sus hijos eran superiores al resto. Su madre solía vestirlo con corbata a la temprana edad de 7 años para que se distinguiera del resto.
Este estilo de vida se truncó en cuanto le diagnosticaron un grave cáncer a su madre. A partir de entonces Harlod dedicó el resto de su infancia a cuidar a su madre. A partir de esta grave enfermedad se empezó a sentir atraído por la medicina.


En sus años de universidad, los compañeros lo definieron como un estudiante regular, poco sociable, retraído y con aires de superioridad. Durante esa época conoció a su mujer con la que se casó al poco tiempo. De ese matrimonio salió el primer de sus cuatro hijos.
En 1974, se doctoró en medicina en la ciudad de Hyde y empezó a ejercer la profesión en el hospital West Ridding of Yorkshire.
Su aspecto era el del típico medico de cabecera con experiencia; mediana edad, pelo blanco, barba tupida, gafas de pasta, mirada tranquila…


En 1975 fue arrestado por primera vez por robar meperidina, un narcótico depresor del sistema central. A partir de ese momento todo cambiaría.


El procedimiento que seguia el Doctor Muerte siempre era el mismo. Harold localizaba y seleccionaba sus víctimas, preferentemente ancianas, solitarias con dolencias crónicas o enfermos terminales… y con su barba canosa, su aspecto intelectual se ganaba su confianza mostrándose como el doctor amable, hogareño y cariñoso que se preocupaba por su salud.

En su propia clínica les administraba elevadas dosis de morfina y asistía al espectáculo que apenas duraba unos cinco minutos. Entonces simplemente debía falsificar los informes certificando una defunción por causas naturales.
Bajo este modus operandi se calcula que llegó a asesinar a 218 pacientes. Sin duda alguna una cifra desgarradora.
En una ocasión se llegó a quedar con 386.000 libras de una de sus víctimas, sin embargo ese no era su móvil. Sin embargo, si que les pedía a los familiares del fallecido que le diesen de recuerdo algún objeto personal de la víctima a modo de recuerdo…
Tal y como destacó su ex compañero, el forense John Pollar: "simplemente disfrutaba contemplando el proceso de morir y gozaba con el sentimiento de control sobre la vida y la muerte."

.Con la excusa del medico afable y bonachón, Harold se aprovechaba brutalmente de sus pacientes y jugaba con sus vidas como si fueran marionetas en una macabra obra de teatro.

Gracias su posición laboral y con la inestimable ayuda de opiáceos, Harold daba rienda suelta a sus ansias de matar hasta que un día, como si de un vulgar yonki se tratara, cometió un error…
El 24 de junio de 1998 encontraron a Kathleen Grundy, una de sus pacientes de 81 años desnuda y muerta en el sofa de su casa. Sus familiares al ver la situación llamaron al Dr.Shipman y declaró que hacia pocas horas había estado en su casa para visitarla.
A partir de ese momento se convirtió en la última persona en verla con vida y pasó a ser el principal sospechoso. Días más tarde, los abogados de la familia Grundy, se pusieron en contacto con Harold pues habían encontrado una copia del testamento de su cliente en el que le dejaba al Dr. Shipman 386.000 libras.
La policía empezó a atar cables y descubrió una cantidad descomunal de morfina en el cuerpo de la fallecida, además de una máquina de escribir en casa de Harold con la que se había falsificado el testamento.
A partir de la demostración de este asesinato la policía inició otras investigaciones paralelas que acusaban al Dr.Shipman.

Aún no están claros los motivos de los asesinatos, algunos creen que disfrutaba contemplando el proceso de morir, otros creen que recreaba la escena de la muerte de su madre…

De sus 218 victimas sólo se pudieron demostrar 15, con lo que fue condenado a 15 cadenas perpetuas consecutivas. A lo largo del juicio, la prensa pudo hacerse con algunas cartas personales de Shipman. En ellas revelaba una brutal dependencia psicológica de su mujer, cierta tendencia a la autocompasión y se mofaba de los familiares de sus víctimas.
Tras pasar por varias cárceles sin denotar síntomas autodestructivos, es enviado a la cárcel de Wakefield por buena conducta.
Allí se le condenó por hurtar fármacos que utilizaba como drogas y que le producían un estado deprimido y confuso.

El 13 de enero de 2004 a las 6:20 fue encontrado colgado en su celda en Wakefield. Ese día el diario The Sun titulaba en su portada: "¡Ship Ship hurra!".
El motivo del suicidio nunca se llegó a esclarecer, aunque según su carcelero, el suicidio era una manera de que su mujer pudiera recibir una pensión por el servicio médico nacional. Si Harold hubiera llegado a cumplir 60 años, su mujer no habría cobrado ninguna prestación social.
El doctor muerte


John Wayne Gacy, "El payaso asesino"

Nadie en Chicago llegó a pensar que el culpable de torturar y asesinar salvajemente a 33 conciudadanos era un eficaz hombre de negocios, un ciudadano ejemplar involucrado en gran cantidad de causas políticas y sociales.




John Wayne Gacy nació el 17 de marzo de 1942 en Chicago. Como pasa en muchas ocasiones fue víctima de constantes abusos por parte de un padre alcohólico que además, solía pegar a su mujer.

Una vez finalizados los estudios de secundaria se matriculó en cinco universidades y tuvo que abandonarlas. Al final, en su último intento, terminó la carrera de Ciencias Empresariales.
Tras mantener una exitosa carrera como vendedor de zapatos y como gerente de una gran cadena de restaurantes se enroló en asociaciones caritativas, cristianas y civiles. En su tiempo libre se disfrazaba de payaso y hacía reír a los niños que estaban internados en los hospitales y orfelinatos cercanos a Chicago.

Todos sus vecinos lo consideraban un buen ciudadano, honesto y agradable. En alguna ocasión llegó a actuar como payaso delante de la primera dama de la época Rossalyn Carter e incluso fue nombrado "Hombre del año" en Chicago.
En 1964 se casó por primera vez y fue acusado de violentar sexualmente a un niño, motivo por el cual le cayeron diez años de prisión. Al cabo de un año y medio fue liberado.
En 1968, se convirtió en gerente de un restaurante de Iowa pero fue arrestado a los pocos días por sodomizar a uno de los empleados y sobornar a un testigo
Al poco tiempo volvió a Chicago, se centró en su empresa de albañilería y se presentó como candidato a concejal, y si no hubiera sido por Jeffrey Rignall lo habría conseguido.


Los asesinos en serie están específicamente motivados por una multiplicidad de impulsos psicológicos, sobre todo por ansias de poder y compulsión sexual. Con frecuencia tienen sentimientos de inadaptabilidad e inutilidad, algunas veces debido a humillación y abusos en la infancia.
Aunque a primera vista John Wayne Gacy se mostrara como una persona cordial y educada, en su interior se escondía una alma despiadada capaz de cometer los crímenes más atroces que nadie pueda imaginar.
Los psicólogos del caso de John Wayne apuntaron a una ateria cerebral colapsada producto de un golpe en la cabeza en el jardín de su casa cómo posible responsable de la transformación del cerebro de John Wayne Gacy.
Su modus operandi seguía unos parámetros muy claros. John solía conducir por los alrededores de la ciudad en busca de jóvenes autostopistas, chicos solitarios o prostitutas homosexuales. Seguidamente les cortaba el paso y les ofrecía su coche para acercarlos a alguna zona de bares cercana. Una vez dentro del coche los atacaba con cloroformo o apuntaba con una pistola y se los llevaba a su domicilio para sodomizarlos y agredirlos sexualmente.
Cuando el cuerpo de la víctima ya no daba más de sí lo enterraba en el jardín de su casa que, tras 23 cadáveres se quedó pequeño. A partir de allí empezó a tirar los cuerpos de las víctimas al río.


El 22 de mayo el hombre que le arrebató el puesto de concejal, Jeffrey Rignall, salió a tomar unas copas. Un coche le cortó el paso y se ofreció para acercarle a la zona de bares...
Rignall, aceptó la invitación sin sospechar lo qué se le venía encima. John Wayne Gacy le atacó con un bote de cloroformo desde el asiento del conductor.

La siguiente imagen que vio Rignall fue la de su atacante desnudo frente a él exhibiendo una impresionante colección de objetos de tortura sexual. Rignall pasó toda la noche aprendiendo en carne propia una y otra vez la dolorosa teoría que su secuestrador le iba explicando.
A la mañana siguiente, el joven torturado y traumatizado apareció lleno de heridas y con el hígado destrozado por el cloroformo delante de la estatua de Lincoln Park en Chicago. Tuvo la suerte de aparecer vivo. En sólo seis años, 33 jóvenes cómo él vivieron la misma experiencia.
Lo sorprendente de todo esto, es que una vez cumplido su ritual enterraba los cuerpos en el mismo jardín de su casa donde organizaba las fiestas más sonadas del barrio. En una ocasión se llegaron a congregar más de trescientas personas.
La gente salía de su casa comentando dos cosas: lo agradable que era ese hombre y lo mal que olía su jardín. Su segunda esposa estaba convencida de que bajo las cañerías de su casa había un nido de ratas muertas. Él aseguraba que el olor se filtraba desde un vertedero cercano…



En diciembre de 1978, la madre del joven de 15 años Robert Piest empezó a impacientarse al ver que no regresaba del trabajo. El chico se ganaba un dinero como ayudante en una farmacia y tenía una entrevista de empleo con John Wayne Gacy.
La desaparición fue comunicada urgentemente a la policía, quién llamó a Gacy pero este no acudió a la cita. Al día siguiente Gacy se presentó a la comisaría y negó cualquier relación con el chico.


Tras una ardua lucha burocrática, la policía consiguió una orden de registro. Una vez entraron en su casa encontraron el más completo arsenal de instrumentos de tortura jamás visto. Poco más hizo falta para que Gacy confesara y entregara a la policía un completo mapa dónde yacían 23 de los 33 cadáveres.
En febrero de 1980 comenzó el juicio por los crímenes cometidos. En 1988 fue condenado a 21 cadenas perpetuas y a 12 penas de muerte.
Durante los años que estuvo en prisión se dedicó a la pintura cuyos cuadros llegaron a tener un valor de más de 300.000 dólares. Además concedió diversas entrevistas en las que llamaba maricones y escoria a sus víctimas.
El 9 de mayo de 1994 tras haber ingerido camarón, pollo, patatas y fresas fue ejecutado con una inyección letal. Sus últimas palabras fueron: "¡Besadme el culo! Nunca sabrán dónde están enterrados los demás"…

Curiosidades:
- La celda dónde estuvo encerrado Gacy se usó recientemente para rodar la aclamada serie Prison Break.
- Jonathan Davis, vocalista de la banda Korn, compró el traje de payaso de Gacy.
-El teclista de la banda de Marilyn Manson tomó parte del nombre de John para su "nueva identidad": Madonna Wayne Gacy.
El payaso asesino
 

Albert Fish, "El abuelo caníbal"

El informe psiquiátrico revelaba un claro cuadro de sadismo, masoquismo, castración, autocastración, pedofília, coprofagía, fetichismo, canibalismo… Sin embargo, los psicólogos no lo consideraron peligroso y lo dejaron libre.




Albert Hamilton Fish nació en 1870 en el seno de una familia adinerada y con numerosos antecedentes de enfermedades mentales. Su madre oía voces por la calle y tenía alucinaciones, tenía dos tíos internados en psiquiátricos, una hermana demente y otro hermano alcohólico.

Su padre, un empleado de una fabrica de fertilizante, murió y su madre lo envió en un orfanato dónde fue golpeado frecuentemente empezando a sentir placer por ello.
A los doce años empezó a coleccionar artículos de crímenes que aparecían en la prensa y tuvo su primera relación homosexual.
Con veinte años ejercía la prostitución, violó a un niño y asesinó a su primera víctima. Durante esa época empezó a sufrir alucinaciones de tipo religioso creyendo que la única forma posible de expiación era a través del dolor.
Él mismo se inflingía estos castigos masoquistas automutilándose, frotando su cuerpo con rosas o hundiéndose agujas en los órganos genitales. En una ocasión fue sorprendido masturbándose mientras se golpeaba con una trozo de madera lleno de clavos.
Fue internado tres veces pero al poco tiempo fue puesto en libertad tras considerar que no era peligroso.
Ya en 1898 su madre arreglo una boda con una mujer nueve años menor que él con la que tuvo seis hijos. Ese mismo año, empezó a trabajar de pintor y fue detenido en diversas ocasiones por delitos menores como la estafa, el robo o pagar mediante cheques falsos.



A diferencia de muchos otros asesinos en serie, Albert Fish tenía un objetivo claro pero no siempre usaba el mismo modus operandi para conseguirlo.

Albert solía engañar a sus víctimas, generalmente niños, gracias a su aspecto de abuelo entrañable; cuerpo encogido, cabello y bigote grisáceos y ojos tímidos. Una vez los había convencido con cualquier pretexto se los llevaba a una cabaña que tenía a las afueras de Brooklyn para torturarlos, sodomizarlos y abusar de ellos.
En algunos casos, una vez cometido el crimen le escribía una carta a la madre de la víctima explicando lo sucedido:
" La atrapé, la desnudé. Ella me pateó y rasguño. La estrangulé y entonces la corté en pequeños pedazos que me fui tomando durante nueve días. No se puede imaginar como era de dulce su carne. No se preocupe, no la violé. Murió virgen. "
Ante el tribunal que lo juzgó aseguró que por orden divina se veía obligado a torturar y matar niños y que comérselos le provocaba un gran éxtasis sexual.

No esta del todo claro cuantas víctimas llegó a provocar Albert Fish, pero durante el juicio quedó demostrado que realizó todo tipo de perversiones a más de 100 niños, llegando a matar a 15 de ellos.


Entre sus crímenes destacan todo tipo de actos escalofriantes. En algunas ocasiones se comía a sus víctimas, en otras llegó a secuestrar un niño y tras flagelarle le cortó las orejas, la nariz, los ojos, le abrió el vientre y se bebió su sangre siendo también conocido como "El Vampiro de Brooklyn".
Era capaz de asediar a cualquier tipo de chico, en 1919 acuchilló a un muchacho con discapacidad mental en George Town, Washington DC.
El 11 de febrero de 1927 un niño llamado Bill Gaffney se encontraba jugando con su amigo Billy Beaton cuando fue secuestrado, torturado y posteriormente ingerido por Albert Fish. Su cuerpo nunca apareció.

Tras ser reconocido por un motorista que vio su foto en los periódicos fue capturado. El lunes 11 de marzo de 1935 en el juzgado White Plains de Nueva York empezó el juicio contra Albert Fish.
El juicio tan solo duró diez días. Albert Fish en un intento desesperado por evitar la cárcel alegó locura demencial y clamó haber escuchado voces de Dios ordenándole sus crímenes.

Numerosos psiquiatras testificaron acerca de los fetichismos sexuales de Albert. Su hijastra describió con todo lujo de detalles como Albert le instaba a ella y a sus hermanos a practicar juegos que involucraban el masoquismo y el abuso sexual infantil.
Tras no pocas deliberaciones, el jurado lo encontró sano y culpable condenándole a la silla eléctrica.


A medida que se iba acercando el día de la ejecución Fish se mostraba cada vez más feliz. El 16 de enero de 1936 fue ejecutado en el correccional de Sing Sing. Tras ayudar a sus verdugos a colocarle los electrodos se mostró entusiasmado y dijo: "Qué alegría morir en la silla eléctrica. Será el último escalofrío. El único que todavía no he experimentado."

Albert Fish


Jeffrey Dahmer, "El Carnicero de Milwaukee"
El Carnicero de Milwaukee es quizás uno de los asesinos en serie más populares del S.XX. Jeffrey Dahmer fue el responsable de torturar hasta la muerte a 17 hombres. La policía encontró en su casa un macabro santuario repleto de restos humanos y cuerpos mutilados.







Jeffrey Dahmer nació el 21 de mayo de 1960 en Milwaukee. Su infancia estuvo marcada por las constantes peleas que tenían sus padres.

Con el fin de abstraerse de los problemas familiares, el pequeño Jeffrey empezó a disfrutar viendo sufrir a los animales que cazaba en el bosque. Los mataba, coleccionaba sus huesos y en algunos casos los guardaba en formol.
En secundaria empezó a trabajar en el periódico escolar y a jugar al tenis en un intento por integrarse, sin embargo, sus compañeros lo seguían viendo como un bicho raro y extravagante.
A los dieciséis años solía ir borracho y colocado de marihuana a clase. Cuando llegaba a casa después de un duro día de clases solía masturbarse compulsivamente con revistas de contenido gay o viendo las entrañas de los animales que previamente había matado.
Una vez finalizados los estudios su padre lo convenció para que ingresara en la universidad de Ohio State, pero debido a sus problemas de alcoholismo la abandonó en el primer semestre.
En 1979 su padre, en un desesperado intento para que abandonara el alcohol, lo alistó en el ejército. Una vez superadas las pruebas es enviado a Alemania dónde permanece un tiempo hasta que fue dado de baja por sus problemas con la bebida. Durante su época de militar fue víctima de las constantes burlas de sus compañeros de pelotón.
Al finalizar ésta se mudó a Florida, pero al poco tiempo volvió a Milwaukee dónde empezó la leyenda.

El modus operandi de este brutal asesino responde al típico perfil psicológico de un hombre carente de creencias y valores para vivir en sociedad. Su actitud negativa le impidió tener amigos, relaciones, ocupaciones… Nunca llegó a socializarse y su cavernoso interior se fue degradando hasta llegar a límites irracionales.

Su táctica seguía unos parámetros muy claros. Fijaba una víctima, la invitaba a tomar algo a su casa y le ponía algún tipo de droga en la bebida. Una vez aturdido, lo estrangulaba, violaba y se masturbaba encima del cuerpo muerto de la víctima.
Una vez completado el proceso tomaba unas instantáneas de la escena y procedía al desmembramiento de la víctima. Normalmente solía utilizar ácidos para deshacer la carne del cuerpo y se quedaba con la cabeza y los genitales de recuerdo. Finalmente se comía las partes sobrantes del cuerpo ya que tenía la creencia que así la victima pasaba a formar parte de él.


En junio de 1978, cuando solo tenía 18 años encontró a un autostopista y lo recogió para saciar su mayor fantasía erótica, acostarse con él. Una vez en casa no pudo soportar que el chico no fuera homosexual y lo golpeó en la cabeza hasta matarle. Tras este asesinato se sintió culpable y empezó a acudir a la iglesia y dejó el alcohol.

Tras diez años viviendo en estado de celibato volvió a recaer y en 1986 fue detenido por exhibicionismo (poco antes había intentado desenterrar un cadáver para practicar sexo con él).

En 1987 conoció a Steven Toumi en un bar gay. Evidentemente el chico apareció muerto y desmembrado en el sótano de la casa de su abuela.
En 1989 conoció a Anthony Sears en un bar, le ofreció dinero para sacarle unas fotografías en casa de su abuela, dónde lo estranguló, lo mató y posteriormente tuvo sexo con su cadáver.
Después de cumplir una breve condena por abuso salió de prisión y mató 12 personas más hasta julio de 1991.
En mayo de 1991 se llevó a su apartamento al hermano del joven por el que fue procesado por abuso. Allí le drogó con la intención de realizarle unas trepanaciones en el cráneo para inyectarle ácido en el cerebro en un intento por crear una especie de "zombie".
El joven consiguió escapar como pudo y alertó a la policía. Dahmer le dijo a la policía que era el chico era su amante y que estaba totalmente borracho. La policía lo creyó y el chico apareció muerto al día siguiente con un agujero de taladro en la cabeza.

El 22 de julio de 1991, Tracey Edwards, su última víctima consiguió escapar esposado. La policía lo vio y esta vez se dispusieron a investigar.

Al entrar en el apartamento descubrieron un macabro santuario relleno de fotos de cadáveres, de restos humanos con las paredes manchadas en sangre, cuerpos mutilados, siete cráneos y una cabeza en el congelador.
A mediados de febrero del 92 fue condenado a 957 años de prisión en el Instituto Correccional de Columbia dónde no tenía ningún contacto con los presos. Más adelante pidió tener más en contacto y fue enviado a realizar tareas de limpieza con varios reclusos. Jeffrey Dhamer apareció sospechosamente muerto…



Tras la noticia sus padres se pelearon por la posesión de su cerebro. La madre deseaba cederlo a un hospital de investigación mental y su padre deseaba enterrarlo lejos de todo el mundo y de su memoria.
También los parientes de las víctimas trataron de hacer su negocio con los utensilios utilizados por Jeffrey para trocear y desangrar.
Su nevera se subastó públicamente al igual que todo tipo de cuchillos, sierras, picadoras y taladros. Un grupo de ciudadanos de Milwaukee compró el lote completo con la intención de montar un museo pero al final no se atrevieron a llevar a cabo la propuesta y destruyeron el macabro legado del caníbal.
Jeffrey Dahmer
 

Alexander Pichushkin, "El ajedrecista"
El 16 de junio de 2006 fue arrestado uno de los mayores asesinos de la historia. Despiadado y seguro de si mismo, afirmó haber consumado 61 asesinatos. Ansiaba la popularidad y quería ser el mayor asesino ruso de la historia.





A veces parece imposible que tu vecino, aquél que amablemente te abre la puerta del ascensor, que te ayuda a subir la compra del supermercado, sea uno de los peores y más despiadados asesinos de la historia…

Exactamente eso es lo que sucedió en la pequeña población de Mytishchi, cerca de Moscú, donde el 9 de abril de 1974 nació el megalómano Alexander Pichushkin.
Apodado por la prensa cómo el asesino del ajedrez, fue acusado de asesinar a 49 personas, pese a que él mismo declaró haber matado a 61 con el único fin de sumar una muerte por cada una de las 64 casillas que tiene un tablero de ajedrez. Sin embargo, la policía lo definió como un demente que quería convertirse en el mayor asesino de la historia de la Rusia post moderna por delante de Andrei Chikatilo (53 víctimas).
Sus vecinos lo definían como un muchacho cortés y respetuoso que adoraba los animales e incluso se ponía muy triste y lloraba desconsoladamente si se moría una de sus mascotas.
Hasta la fecha de su detención vivió con su madre que nunca llegó a imaginar lo que pasabar por la diabólica mente de su hijo.

El modus operandi de Alexander era sencillo y eficaz. Normalmente solía rondar por el parque Bitssa, situado al sudoeste de Moscú, allí contactaba con algún indigente, drogadicto o anciano al que invitaba a tomar alguna copa de vodka para emborracharlo y luego asesinarlo a martillazos. Una vez muerto acostumbraba a tirar el cadáver en la alcantarilla más cercana.



Normalmente sólo atacaba a hombres, sin embargo alguna vez engañaba a mujeres con una cita y realizaba el mismo proceso incluso en alguna ocasión llegó a asesinar alguno de sus compañeros de trabajo.
Una vez cobrada la víctima acudía rápidamente a su domicilio, donde colocaba una moneda encima de una de las casillas del tablero de ajedrez en honor suyo. El motivo de este ritual no esta muy claro, de todas maneras el ajedrez es uno de los deportes favoritos de la sociedad rusa con lo que todo el mundo tenía un tablero de ajedrez en su casa. Posiblemente si hubiera nacido en otra ciudad lo hubiera hecho con un álbum de cromos.


Alexander Pichushkin no se caracterizaba por ser un gran estratega, ni planificar sus asesinatos hasta lo enfermízo como muchas veces nos hacen creer las películas de Hollywood. Alexander, se limitaba a moverse por impulsos irracionales, mataba como y cuando le daba la gana.

Su primer asesinato tuvo lugar en 1992, a la edad de 18 años, cuando asesinó a un compañero de estudios empujándolo por la ventana mientras se disputaban el amor de una chica.
De ahí en adelante, aquél chico que trabajaba de ayudante en un supermercado empezó a sembrar el pánico entre todos los moscovitas que veían cómo sus vecinos, amigos y familiares iban cayendo sin que nada pudiera hacer nada.
Tal y como se ha comentado en el apartado "Modus Operandi" solía engañar a sus víctimas con mil y una artimañas, emborracharlas y matarlas a martillazos. Su objetivo; asesinar a tantas personas como casillas tiene un tablero de ajedrez.
Sin embargo, su mayor error fue dejar marchar con vida a dos víctimas que en un futuro lo reconocerían como tal...


El 16 de junio de 2006 fue arrestado en su casa de Moscú después de que la policía encontrara al lado del contestador de una de sus víctimas un papel con sus datos personales. La policía se abalanzó sobre la casa de Alexander quien no ofreció ningún tipo de resistencia y lo confesó todo desde el primer momento.

Poco después del arresto, las autoridades lo invitaron al canal de televisión NTV para entrevistarle en un intento de contrarrestar los rumores de la prensa de que Pichushkin había sido forzado bajo tortura a realizar confesiones falsas.

En esa entrevista soltó frases tan contundentes como:
"No maté a 49, maté 61"
"Una vida sin homicidios es para mí como una vida sin alimentos para ustedes"
"Salvaron la vida de muchas personas al atraparme, nunca me hubiera detenido"
El 10 de septiembre de 2007 comenzó el juicio contra Pichushkin quien fue aislado en un cubo blindado para proteger su integridad física ya que varios familiares le juraron venganza. También sus vecinos aseguraron que le arrancarían las piernas una a una.
Finalmente, el 24 de octubre de 2007 fue declarado culpable de 48 asesinatos y tres tentativas y posteriormente condenado a cadena perpetua.
Documental en tres partes:

Parte 1
Parte 2
Parte 3
 


Keith Hunter Jesperson - El asesino de la cara feliz



Keith Hunter Jesperson nació el 6 de abril de 1955 en Chilliwack, British Columbia. Sus padres fueron Leslie y Gladys Jesperson, tenía dos hermanos mayores y dos hermanas menores. La infancia de Keith fue violenta y problemática, su padre era un hombre dominante y alcohólico que lo trataba como sin cariño y solía golpearlo. Sus hermanos solían llamarlo “Igor” o “Ig” por su enorma tamaño. Los niños de la escuela también lo molestaban por esto, por lo que era un niño tímido y retraido.
Una vez su padre lo castigó usando descargas eléctricas por su mal comportamiento, en otras ocasiones lo golpeaba y humillaba en público.
Jesperson era un niño solitario, y su instinto asesino afloró rápidamente. Desde los cinco años comenzó a torturar y matar animales, porque disfrutaba observando cómo morían. Le gustaba golpearlos o estrangularlos hasta la muerte.
De niño solía meterse en problemas constantemente, cuando tenía 10 años, intentó matar a tres niños que lo molestaban. Al primero lo golpeó hasta que su padre los separó, al segundo lo intentó ahogar en un lago llegando a perder el conocimiento. Su último intento fue cuando estaba en una piscina pública, donde casi ahoga a un niño tras sumergir su cabeza en el agua, lo hubiera logrado si el salvavidas no lo hubiese visto y detenido a tiempo.
Formando una familia

Jesperson se graduó del colegio en 1973, pero no asistió a la universidad porque su padre le dijo que no era lo suficientemente inteligente. Por lo que comenzó a trabajar consiguiendo un empleo como conductor de camiones, en 1975 mantuvo una larga relación con Rose Hucke y posteriormente la pareja se casó y tuvieron tres hijos, dos niñas y un niño. En ese tiempo él conducía un camión para mantener a su familia.

Sin embargo con el tiempo Rose empezó a sospechar que Keith la engañaba, la tensión en la pareja aumentó con el tiempo y tras 14 años de matrimonio ella se cansó de sus infidelidades y se fue de la casa con sus hijos mientras Jesperson se encontraba de viaje trabajando. Rose fue a vivir con sus padres en Spokane, Washington y Keith solamente veía a su familia cuando decidía visitarles, en 1990 se divorciaron oficialmente. Su familia nunca supo que era un asesino en serie hasta que fue detenido varios años después, la madre tuvo que dar la mala noticia a sus hijos.

Soltero nuevamente y a sus 35 años, con una altura de dos metros y casi 120 kilogramos de peso, Jesperson deseaba convertirse en miembro de la Policía Montada de Canadá, pero una herida que sufrió durante el entrenamiento le arrebató su sueño. Pronto Keith volvió a conducir camiones en Cheney, Washington. Ese trabajo le daba la oportunidad de matar sin ser descubierto.
Homicidios de la cara feliz
El 23 de enero de 1990, cerca de Portland, Oregon, Keith conoció a Taunja Bennet, de 23 años, en un bar y posteriormente la invitó a la casa que tenía alquilada. Mientras intimaban, Jesperson comenzó a discutir y después de golpearla en repetidas ocasiones la estranguló hasta la muerte.
Para tener una coartada salió nuevamente a beber y se aseguró de conversar con varias personas antes de deshacerse de las pertenencias de Taunja en un baño, donde dejó una nota con una cara feliz.
Sin embargo Keith quedó muy sorprendido cuando Laverne Pavlinac confesó falsamente haber matado a Bennett junto con su novio.
Keith con su esposa Rose Huck con quien tuvo tres hijos. Su familia desconocía los asesinatos que cometía
Según su testimonio posterior su falsa incriminación voluntaria se debió a que quería salir de la tortuosa relación que mantenía con su novio. Su novio tuvo que reconocer el asesinato condicionado por su abogado para escapar de la pena de muerte.
Taunja Bennet una de las primeras víctimas de Keith.. Este evento molestó a Jesperson debido a que no recibió el reconocimiento de su crimen, por este motivo pintó una cara feliz en la pared de un baño donde escribió su confesión anónima del asesinato. Cuando esto no funcionó, comenzó a escribir cartas a los medios y a fiscales.
El 12 de abril de 1990, Daun Richert, una madre joven que junto con su hijo de 4 meses, fue la siguiente víctima Jesperson cuando los obligó a subir a su coche en las inmediaciones de un centro comercial en Mt. Shasta, California. Keith los secuestró tres horas, durante ese tiempo Jesperson abusó de ella físicamente tras golpearla, pero logró escapar con su hijo ya que Keith no pudo romperle el cuello. La mujer logró llegar a la estación de Policía de Mt. Shasta, poco tiempo después Jesperson fue arrestado en Corning, California. Tras ser interrogado fue dejado en libertad por falta de evidencias, sin embargo el fiscal del condado de Siskiyou presentó cargos por abuso sexual, cuando Keith no se presentó en la corte fue arrestado en Iowa, pero el condado de Siskiyou no pudo extraditarlo a California dentro del periodo de tiempo establecido y por ello fue exonerado de sus cargos.
Un año después Keith volvió a matar cuando el 30 de agosto de 1992 se encontró el cuerpo de una mujer a la que violó y estranguló. El cadáver fue hallado en Blythe, California. En su confesión Jesperson dijo que la desconocida mujer se llamaba Claudia.
En septiembre se descubrió el cuerpo de Cynthia Lyn Rose, 32, en Turlock, California, Jesperson la golpeó, violó y estranguló diciendo que era una prostituta que se metió a su camión e intentó robarlo mientras el dormía.
Su cuarta víctima fue otra prostituta, Laurie Ann Pentland, 26, de Salem, Oregon, su cuerpo fue encontrado en noviembre de 1992. De acuerdo con Keith ella intentó cobrarle doble tarifa tras haber tenido sexo. Cuando se negó a pagar, ella lo amenazó con llamar a la policía, razón suficiente para que Keith la estrangulara.
Después de seis meses apareció su quinta víctima en Santa Nella, California, una mujer desconocida, la policía pensó que se trataba de una sobredosis.
En 1994, la policía encontró otra mujer desconocida en Crestview, Florida; Jesperson dijo que se llamaba Susanne.
En enero de 1995, Jesperson aceptó llevar a Angela Surbrize, 21, desde Spokane, Washington hasta Indiana. Tras una semana de viaje, ella comenzó a presionar para que la llevase más rápido y ver a su novio, la respuesta de Keith fue violarla y estrangularla, después de esto ató el cadáver a la parte inferior de su camión y la arrastró por la cara, de esta manera borraría su rostro y huellas. El cuerpo de Angela fue encontrado meses después y los únicos detalles fueron revelados por Jesperson.
Dos meses después Keith decidió que su novia de siempre; Julia Ann Winningham, 41, solo estaba interesada en él por su dinero. El 10 de marzo de 1995, en Washougal, Washington, Jesperson la estranguló, convirtiéndola en la única víctima relacionada a él y posteriormente la policía lo descubrió. La mayoría de las víctimas de Keith eran prostitutas o autoestopistas sin conexión, sin embargo su último asesinato, a su propia novia, permitió su captura. A pesar de que Jesperson afirmó haber matado más de 160 personas, sólo ocho fueron confirmadas en los cinco años que merodeo los caminos como asesino.
Julia Ann Winningham.El 30 de marzo de 1995, Keith fue arrestado por el homicidio de Winningham, una semana antes había sido interrogado por la policía. Jesperson temiendo su arresto intentó suicidarse dos veces.
El asesino es detenido
Una vez bajo la custodia policial, Jesperson reveló todos los detalles de sus asesinatos, también se llevó el crédito de otros homicidios, de los que poco después se retractó. Días antes de su arresto, Keith escribió una carta a su hermano, en la cual confesaba haber matado a ocho personas en cinco años. Esta información permitió a la policía reabrir casos ya cerrados, algunas víctimas coincidieron con la confesión de Jesperson.
En un punto álgido de su confesión, Jesperson aseguró haber matado a 160 personas, pero sólo ocho mujeres pudieron ser confirmadas. Los asesinatos se cometieron en California, Florida, Nebraska, Oregon, Washington y Wyoming.
Tras su juicio, Keith está en la penitenciaria estatal de Oregon en Salem, con tres cadenas perpetuas consecutivas. En septiembre de 2009, fue extraditado a California para ser enjuiciado con nuevos cargos.

 
El asesino de la carita feliz



Richard Leonard Kuklinski - Iceman
Kuklinski fue un asesino a sueldo que aseguró haber matado más de 200 personas en toda su su carrera criminal desde 1948 hasta 1986. Sus clientes eran las cinco familias criminales de Nueva York. Sin embargo su carrera como asesino comenzó cuando apenas tenía 13 años. Kuklinski medía 1'96 m de alto y pesaba cerca de 140 kilos, tamaño que le daba una importante ventaja a la hora de liquidar a sus víctimas.


Una familia poco ejemplar
Richard Leonard Kuklinski nació el 11 de abril de 1935, en Jersey City, Nueva Jersey, era el segundo de cuatro hermanos de una familia que tenía raíces polacas e irlandesas. Su padre Stanley Kuklinski era un alcohólico que golpeaba a su esposa e hijos. Despues de unas décadas, Richard fue interrogado por los actos pedófilos de su hermano Joseph, quien sólo respondió: “Tenemos el mismo padre”. Su madre, Anna, también les propinaba palizas y les golpeaba fuertemente con objetos contundentes para evitar que robaran.
En 1940, Stanley mató a su hijo, Florian, pero la familia entera le mintió a la policía, diciendo que Florian se había caido por unas escaleras. Cuando Richard tenía 10 años, descargó la ira que sentía por los abusos en su casa con los sacerdotes y monjas de la Escuela parroquial a la que su madre lo obliga ir. Para entretenerse torturaba animales.
Cuando Kuklinski tenía 13 años, en 1948, emboscó a Charley Lane, el líder de una pandilla de adolescentes llamados “The Project Boys”, la misma que lo había molestado por algún tiempo. Para vengarse de los abusos, Richard golpeó a Charley hasta matarlo con una pala de madera, cuando el bravucón no se volvió a levantar, Kuklinski le arrancó los dientes a Lane y le cortó la punta de los dedos con un hacha para que no pudiera ser identificado. Mas tarde lanzó el cuerpo por un puente al sur de Jersey. Al principio Richard sentía culpa por el homicidio, pero pronto comenzó a sentirse poderoso. En su venganza golpeó hasta casi la muerte a los miembros restantes de la pandilla de Charley. Richard bromeó años después diciendo: “Es mejor dar que recibir”.
Asesino mafioso
Durante mediados de los años 50, Kuklinski tenía la reputación de ser alguien explosivo y temperamental que golpeaba o mataba a cualquiera que lo molestara. Pronto sus tendencias criminales llamaron la atención de la familia criminal de Newark, los DeCavalcante, quienes lo contrataban en sus primeros asesinatos para el crimen organizado. En su tiempo libre, Kuklinski merodeaba por el lado Oeste de Manhattan, lugar donde mataba a transeúntes, después confesó que disfrutaba matar a las personas que se parecían a su padre Stanley.
Richard se asoció con la familia criminal Gambino, por medio del mafioso Roy DeMeo, esta asociación surgió porque Kuklinski debía mucho dinero a un asociado de DeMeo. El mafioso fue a “hablar” con Kuklinski, quien fue golpeado por todo un grupo de mafiosos. Tras pagar la cantidad que debía, Richard comenzó a realizar robos y tareas para la familia, entre los encargos que le hacían inicialmente debía hacer contrabando de cintas pornográficas.


En su juventud fue detenido en varias ocasiones, siempre salía libre.


Para probar a Kuklinski, DeMeo salió con él en un automóvil, y se detuvieron en una calle de la ciudad, el mafioso escogió a un transeúnte que paseaba su perro y le dijo a Richard que lo mate. Sin cuestionar sus órdenes Kuklinski se bajó del auto, se acercó al hombre y le disparó en la parte posterior de la cabeza mientras caminó a su lado. Posteriormente Richard se convirtió el matón favorito de DeMeo.


A las víctimas con peor suerte las sometía a una brutal muerte que consistía en atarlos en una cueva donde cientos de ratas les comían vivos. Lo grababa en vídeo y lo mostraba posteriormente a los "clientes" para demostrar los mucho que habían sufrido las víctimas de sus encargos Los siguientes 30 años, Kuklinski mató un gran número de personas, la falta de atención policiaca se debió a que Richard alternaba sus métodos homicidas. El asesino usaba pistolas, cuchillos, explosivos, patas de cabra, fuego, venenos, fundas de plástico para asfixiar e incluso sus puños. El número exacto de sus víctimas nunca fue descifrado por las autoridades, Kuklinski dijo que había matado a más de 200 personas. Su veneno preferido era el cianuro porque mataba rápidamente y era difícil de detectar en los exámenes de toxicología, además lo administraba por varios métodos, inyecciones, en la comida de una persona, en un aerosol y simplemente regándoselo en la piel de su víctima.
Uno de los métodos favoritos de Kuklinski para deshacerse de los cuerpos era meterlos en un barril de aceite de 55 galones, también los desmembraba, enterraba, o guardaba el cadáver en el maletero de un coche y lo trituraba en un depósito de chatarra, en ocasiones solía dejar los cuerpos sentados en las bancos de los parques, o los tiraba a huecos sin fondo, finalmente confesó que a sus víctimas que no estaban muertas se las daba de comer a las ratas gigantes de Pensilvania.
Kuklinski aseguró ser un asesino frecuente para DeMeo, pero cuando testificaron contra el asesino en la corte, ninguno de los miembros de la mafia de DeMeo admitió que Kuklinski estuviera involucrado en los asesinatos que cometían. También se atribuyó haber asesinado al mismo DeMeo, pero las evidencias revelaron que el mafioso fue abatido por sus asociados y el líder de la familia Gambino.
Formando una familia
Durante este tiempo Kuklinski era un reconocido asesino, se casó con Barbara Pedrici y tuvo tres hijos, dos mujeres y un varón. Sin embargo su familia y vecinos no estaban al tanto de sus actividades, y creían que era un exitoso hombre de negocios. En ocasiones salía de su casa mientras almorzaba para encargarse de un objetivo, aunque detestaba trabajar en días festivos, en especial Navidad, porque era importante para él estar con su familia.


Kuklinski se ganó el apodo “Iceman” por disfrazar el tiempo de muerte de sus víctimas congelando sus cuerpos en refrigeradores industriales. Posteriormente le confesó al escritor Philip Carlo, que aprendió esa técnica de otro asesino, Robert Pronge, apodado “Mister Softee”, quien manejaba un camión de “Mister Softee” para pasar desapercibido. También le enseñó a usar cianuro para matar a sus víctimas, finalmente Pronge le pagó a Kuklinski para que mate a sus esposa e hijo. En 1984 apareció muerto en su camión con varias heridas de bala, supuestamente asesinado por Kuklinski.
Iceman capturado
Kuklinski fue descubierto por su método de congelar a las personas, cuando no dejó derretir bien un cuerpo y el oficial de la morgue descubrió astillas de hielo en el corazón de la víctima. Cuando las autoridades finalmente descubrieron a Richard en 1986, basaron su caso en los testimonios del oficial encubierto Dominick Polifrone y la evidencia que reunió el Detective de Nueva Jersey, Pat Kane, quien comenzó una investigación de Kuklinski hace seis años.
"Iceman" con su familia, los vecinos pensaban que era un exitoso hombre de negocios.
La investigación estuvo coordinada con la oficina del Distrito General de Nueva Jersey y la oficina de Alcohol, tabaco y armas de fuego. En una entrevista Richard reveló que al único amigo que no mató fue Phil Solimene, aun creyendo que él lo delató.
Para capturarlo, el detective Kane reclutó a Solimene y junto con Polifrone grabaron una cinta donde, el agente encubierto contrataba a Kuklinski para un asesinato y el método que iba a usar. Cuando la policía arrestó a Richard, bloquearon su calle, fueron necesarios varios oficiales para poder derribarlo y conseguir arrestarlo. Su esposa también fue arrestada por posesión de armas, pues uno de los coches estaba registrado con su nombre, cuando uno de los oficiales la empujó con su bota, Kuklinski perdió el control y varios oficiales debieron someterlo.
En este momento se está grabando una película de su vida protagonizada por Mickey Rourke "Iceman, confesiones de un asesino de la mafia". En 1988 la Corte de Nueva Jersey condenó a Richard por cinco homicidios con una sentencia de varias cadenas perpetuas, no podría lograr la libertad condicional hasta que tuviera 110 años (una forma de asegurarse que nunca saliera de prisión). En todo caso esa opción desapareció del todo cuando en el 2003 fue acusado por el asesinato del detective de Nueva York, Peter Calabro, a quien Kuklinski emboscó y disparó con una escopeta el 14 de marzo de 1980. Sumando 30 años mas a su encarcelamiento
Popularidad tras las rejas
Mientras estuvo preso, Kuklinski recibió abogados, psiquiatras, criminólogos, escritores, reporteros entre otros y filmó dos documentales. En el 2006 Philip Carlo publicó la novela “El Iceman”. Durante una entrevista Kuklinski reveló que jamás mataría a un niño y mucho menos a una mujer. En las entrevistas confesó que en repetidas ocasiones el secuestraba a sus víctimas en vez de asesinarlas, atando sus manos y pies con cinta, para dejarlos en una cueva en la espesura del bosque donde eran comidos vivos por ratas que eran atraídas por el llanto de las víctimas. Richard también filmaba estas escenas como prueba para que el comprador sepa cuanto sufrían antes de morir.


El único asesinato que Kuklinski lamentaba fue cuando iba a matar a un hombre y este comenzó a rezar, el asesino le dijo que si Dios no lo salvaba en 30 minutos, lo mataría, forzando al hombre a esperar ese tiempo antes de morir. Esta fue la máxima expresión del humor sádico del Iceman.
El 5 de marzo de 2006 Kuklinski falleció en el centro médico de St. Francis, en Trenton, Nueva Jersey, su muerte fue algo sospechosa pues tenía que testificar en contra del líder de la familia Gambino, Sammy Gravano, quien le dio la orden de matar al detective Peter Calabro. Iceman negó saber que Calabro era policía, aunque afirmó que lo hubiera asesinado igualmente de haberlo sabido.


Antes del juicio contra Gambino, Kuklinski le dijo a sus familiares que creía que lo estaban envenenando, pocos días después de la muerte de Richard, los abogados retiraron los cargos contra Gravano, diciendo que sin el testimonio de Kuklinski no había suficiente evidencia para continuar la investigación. El médico forense Michael Baden, realizó una autopsia para determinar la causa del fallecimiento del asesino y el resultado reveló que murió por causas naturales.
El actor Mickey Rourke, reconocido por sus roles de anti héroes está rodando un filme donde representa al notorio asesino bajo el título: “Iceman, confesiones de un asesino de la mafia”.
Iceman



Adolfo de Jesús Constanzo y Sara Maria Aldrete - Los narcosatanicos.



La macabra historia de Constanzo desafía la credibilidad: lideró una pandilla de narcotraficantes que hacían todo tipo de ritos de Santería y satánicos para intimidar y deshacerse de su competencia.
Desde el rancho de Santa Elena, (ciudad fronteriza de Matamoros, México), Adolfo de Jesús Constanzo y su banda transportaban semanalmente una tonelada de marihuana al país vecino, el lugar no era sólo un centro de distribución de drogas. En 1989 fueron acusados de asesinar a más de una docena de personas durante unos rituales de un culto afro-americano. Habían convertido el rancho en una verdadera casa del terror.La policía detiene en un rutinario control la camioneta de uno de los miembros del rancho, encuentran restos de marihuana y una pistola, por lo que es detenido. Tras unas horas de interrogatorio confiesa su pertenencia a una secta de magia negra que utiliza el rancho para realizar sus sacrificios rituales con seres humanos, además del narcotráfico.
La policía va a registrar el rancho, hallando allí otros 110 kilos de marihuana... y algo mucho más macabro:
un caldero de hierro de hedor pestilente que contiene sangre seca, un cerebro humano, colillas de cigarros, botellas vacías de aguardiente, machetes, ajos y una tortuga asada.
Alrededor de la casa, una fosa común con 12 cadáveres descuartizados, a los que se les había extirpado el corazón y el cerebro.
Los agentes de la policía detienen a un grupo de personas implicadas, quienes confiesan haber matado a esos individuos por orden del "Padrino" Adolfo de Jesús Constanzo, de 27 años.


Constanzo comienza a vender sus productos de magia. Su excelente reputación entre las altas esferas le sería debida a los poderes mágicos que le eran atribuidos, al misterio que continuamente le rodeaba y a su carismática personalidad.
Ávido por obtener más poder, comienza a efectuar sacrificios en sus rituales para dar mayor espectáculo, siempre ayudado por una joven que se convertirá en su musa y amante, Sara Villarreal. Sara se convierte en gran sacerdotisa del culto y participa activamente en todas las sangrientas ceremonias, además de reclutar a nuevos miembros y explicarles las actividades.Adolfo convence a los demás de que tendrán el poder de hacerse invisibles y más si siguen al pie de la letra sus instrucciones: confeccionando un caldero mágico con unos ingredientes especiales en los ritos de Palo Mayombe, como son la sangre y algunos miembros humanos mutilados, preferentemente cerebros de criminales o locos, a ser posible de hombres de raza blanca, pues supuestamente estos son más influenciables por el verdugo.
El rito termina cuando los participantes beben la sopa del caldero formada con la sangre de la víctima, su cerebro y los demás elementos... lo cual les dará todo el poder que deseen.
Los detenidos revelaron la existencia de otra sede del grupo en otras ciudades mexicanas. A partir de ese momento, la policía los busca incansablemente, Constanzo intenta negociar con ellos, ya que gente importante pertenecía a su secta... pero fue en vano. Constanzo y sus más cercanos seguidores deciden esconderse en una mansión de un Obispado. Al poco tiempo son descubiertos, y tras haber hecho un pacto de suicidio mutuo si no logran deshacerse de los policías, se encierran en un armario ordenando a otro seguidor que dispare. La policía detiene a 3 de sus seguidores. Según las declaraciones de Sara, desde que conoció a Constanzo, mantuvo una doble vida: una chica normal con sus amigos y familia, y una fría asesina por otro.


Ella misma se dedicaba a torturar a alguna víctima. Delante de los demás miembros del culto, ordenaba que se colgase del cuello a la víctima, con las manos libres para que pudiese sobrevivir agarrándose a la cuerda. Luego lo sumergía en un barril de agua hirviendo, mientras le arrancaba los pezones con unas tijeras.
Confesaría además otros crímenes brutales, como mantener a la víctima con vida tras cortarle el pene, las piernas y los dedos de las manos; abrirle el pecho de un machetazo y agarrarle el corazón sin desprenderlo, morderlo a dentelladas mientras el moribundo lo mira agonizando...
Más tarde negaría su participación en los rituales, asegurando que el Padrino la retuvo contra su voluntad al haberse descubierto la matanza de Matamoros. SARA ALDRETE. Nació el domingo 6 de septiembre de 1964, en Matamoros, Tamaulipas. Una parte de su educación primaria la cursó en el Jardín Elementary School, en Brownsville. Terminó su instrucción primaria del lado mexicano. En el American Businness College estudió Secretariado Ejecutivo y Contaduría, donde se recibió a los 15 años. En la academia López Padrón estudió idiomas. Posteriormente ingresó a la preparatoria James D. Porter High School, en Brownsville. Sus estudios universitarios los realizó en Southmost College, en Brownsville, en la carrera de Physical Education and Dance, donde obtuvo una beca. Mientras realizaba sus estudios, impartía clases de regularización a sus compañeros y clases de tenis a niñas principiantes. En la actualidad Sara cumple una pena de 50 años por homicidio, sin saber que su historia ha inspirado la película "Perdita Durango".



Después de 17 años de los crímenes de los narcosatánicos, Sara María Aldrete, conocida como La Madrina, busca su libertad. Para ello, logró que un juez federal le otorgara un amparo que obliga a autoridades penitenciarias a responderle su petición de si merece el beneficio de la preliberación por el tiempo que lleva en prisión.
La única mujer de este grupo, que a finales de los 80 causó conmoción a nivel nacional e internacional por sus crímenes con prácticas de satanismo, solicitó la aplicación de los beneficios de la ley para recuperar su libertad antes de cumplir con la sentencia que le fue impuesta. El amparo que le otorgó el juez cuarto de distrito en la materia, Amado Chiñas Fuentes, hará que las autoridades de la Secretaría de Seguridad Pública federal le contesten su petición de hacer el cómputo del tiempo que lleva en la cárcel, con el fin de analizar si es posible que logre la libertad anticipada. Hasta ahora, las autoridades habían rechazado responder a Aldrete sobre esta petición, pero ahora tendrán que hacerlo, a menos que interpongan un recurso de revisión y entonces la última palabra la tendrá un tribunal colegiado.

 A la llamada Madrina se le acusó de ser copartícipe en la muerte de 15 personas, cuyos cadáveres fueron encontrados en el rancho Santa Elena, ubicado en Matamoros, Tamaulipas. Los cuerpos presentaban huellas de sacrificios satánicos, por lo que se les empezó a denominar narcosatánicos. Alguna vez, la propia Sara María Aldrete aceptó que su vida estuvo marcaba por "estar con las personas equivocadas". Metida también a escritora, ya que escribió el libro Mujeres de Oriente, esta mujer de 41 años fue detenida en el Distrito Federal el 7 de mayo de 1989 tras un enfrentamiento en el que murieron los dos principales líderes de la banda, de los narcosatánicos, Adolfo de Jesús Constanzo y a Martín Quintana Rodríguez. El resto de la banda estaba integrada por Álvaro de León, alias El Duby, Francisco Omar Arellano, quien murió en prisión, además de tres personas que se encuentran aún en la cárcel. En su momento, se ligó a esta banda a personajes del gobierno y del medio artístico.


Los narcosatanicos
Aileen Carol Wuornos


Reconocio 6 asesinatos, pero alegó que todos fueron en defensa propia y los individuos la intetnaron violar cuando trabajaba como prostituta. En la víspera de la Navidad de 1989, el cuerpo de un hombre llamado Richard Mallory fue encontrado en los bosques de Daytona Beach, en el estado de Florida. El cadáver tenía tres impactos de una pistola calibre 22.
Un año después, otros seis cuerpos asesinados en forma similar habían sido descubiertos. Todas las víctimas eran hombres de mediana edad que aparecieron muertos cerca de alguna ruta o camino. Todos habían sido robados y asesinados con una pistola calibre 22.
El FBI sospechó desde un comienzo que los crímenes habían sido perpetrados por una o dos mujeres con rasgos de asesinas en serie. El móvil de los homicidios, sin embargo, no estaba en absoluto claro.


En diciembre de 1990 se obtuvieron los primeros retratos hablados de la posible pareja de asesinas en serie. No pasó mucho tiempo antes que diversos testigos reconocieran en ellos a Tyria J. Moore, de 28 años de edad, y a Aileen Wuornos, de 34. Ambas vivían a la deriva en diversas localidades del estado de Florida y eran amantes.
Aileen Carol Wuornos había nacido en Rochester, Michigan, el 29 de febrero de 1956. Hija de padres adolescentes que se separaron meses antes de su nacimiento, Aileen quedó al cuidado de su madre, Diane, al igual que su hermano mayor Keith.
Pero la joven madre fue incapaz de criar a la niña, y en marzo de 1960, Aileen fue adoptada legalmente por sus abuelos maternos.
A los seis años de edad, en 1962, Aileen sufre severas quemaduras en el rostro cuando jugaba junto a su hermano y nueve años más tarde, queda embarazada de un padre que permaneció sin identificar, entregando a su hijo recién nacido a un hogar de Detroit.


En esos mismos días, Aileen y su hermano dejan la casa de los abuelos, y ella empieza a trabajar en la calle como prostituta.
En 1974, usando el alias de Sandra Ketsch, Aileen Wuornos es encarcelada en Colorado por conducta impropia, conducir ebria y disparar una pistola calibre 22 desde un vehículo en movimiento.
En 1976, de vuelta en Michigan, Aileen es arrestada en Antrim County por golpear la cabeza de un barman con una bola de billar. Pocos días después, su hermano Keith muere de un cáncer en la garganta y Aileen hereda los 10 mil dólares de su seguro de vida. Con el dinero, se compra un auto nuevo y viaja a Florida en busca de una vida mejor.


Sin embargo en 1981 Aileen cae de nuevo en la cárcel, esta vez en Edgewater, Florida, por robar a mano armada una tienda. Sale de prisión 13 meses más tarde, en junio de 1983.
Su siguiente arresto, en mayo de 1984, se debe al intento de cobrar cheques falsos en un banco de Key West. Siguen detenciones por conducir sin licencia, robo de coche, resistencia al arresto, obstrucción a la justicia y por amenazar a un hombre con una pistola calibre 22 para robarle 200 dólares.


Es a fines de 1986, que Aileen Wuornos conoce a Tyria J. Moore en un bar de Daytona. Ambas se hacen amantes, y cuando después de un año de tortuosa relación la pasión se desvanece, siguen siendo inseparables amigas.
De ahí en adelante las andanzas delincuentes de la pareja se multiplican con asombrosa rapidez. Aileen recurre a varios nombres falsos y junto a Tarya suman incidentes de todo tipo con la policía, desde conducir sin licencia hasta amenazas telefónicas a empleados de supermercado.
Por 1989, Aileen Wuornos es una mujer de carácter agresivo y fácilmente irritable, que viaja siempre con una pistola en su bolso y que trabaja en forma esporádica en bares y paradas de camiones.
El 30 de noviembre de ese año, un electricista de 51 años de nombre Richard Mallory, conocido por su afición al alcohol y a las mujeres, es visto con vida por última vez. Al día siguiente su coche es encontrado en Ormond Beach, junto a su billetera, documentos personales, una botella vacía de vodka y varios condones.


El 13 de diciembre de 1989, el cuerpo de Richard Mallory es hallado en los bosques cercanos a Daytona Bech con tres disparos en el pecho efectuados por una pistola calibre 22.
Uno de los titulares aparecidos en la prensa mexicana, el cerco de su búsqueda se iba estrechando.
Esas pistas, sin embargo, no llevan a la policía a descubrir al culpable. El caso se archiva y permanece sin novedades hasta el 1 de junio de 1990, cuando un hombre desnudo es hallado muerto cerca de Tampa, con seis disparos de una pistola calibre 22. Cuando la policía lo identifica como David Spears, de 43 años de edad, ya ha aparecido un tercer cuerpo desnudo de un hombre de 40 años asesinado con nueve tiros de una calibre 22.
La cuarta víctima se llama Peter Siems y es un hombre de 65 años, que es visto por última vez cuando sale de su casa en Júpiter, Florida, para ir a visitar a unos parientes en Arkansas. Su coche aparece un mes más tarde, chocado y abandonado. Testigos cuentan a la policía que a bordo del auto iban dos mujeres, una rubia y otra de pelo castaño oscuro, y entregan información para realizar un retrato hablado. La mujer rubia iba herida, y una huella de su mano ensangrentada queda grabada en el auto.
Para noviembre de 1990, los hombres asesinados de forma similar en el estado de Florida ya son nueve. Los medios de comunicación siguen a estas alturas el caso de muy cerca, y presionan a las autoridades policiales para que asuman que se trata de dos asesinas en serie y publiquen sus retratos hablados, lo que ocurre a fines de ese mes.
En las tres semanas siguientes, la policía recibe cuatro llamadas teléfonicas que identifican a las sospechosas como Tyria Moore y Lee Blahovec (uno de los tantos pseudónimos de Aileen Wuornos).
Mientras, para obtener algo de dinero, Aileen sigue vendiendo los objetos de valor que ha robado a sus víctimas. Es así como el 6 de diciembre, vende la cámara y el detector de radar de Richard Mallory en Daytona, y parte a Ormond Beach a vender una caja de herramientas que pertenecía a Spears.


El 9 de enero de 1991, Aileen Wuornos finalmente es detenida en un bar de Harbor Oaks. Al día siguiente Tyria Moore es conducida a la casa de sus hermanas en Pennsylvania, y acepta colaborar con la policía.
El 16 de enero, Aileen confiesa seis asesinatos, y alega que todos fueron cometidos en defensa propia, pues esos hombres intentaban violarla. Antes de que terminara ese mes, ella y su abogado venden los derechos cinematográficos de su vida.


El 27 de enero de 1992, un jurado declaró a Aileen Wuornos culpable de homicidio en primer grado y recomendó la pena de muerte. El 30 de enero de 1992 Aileen Carol Wuornos fue sentenciada a morir ejecutada. La pena se cumplió en el otoño de 2002.
La mujer araña


Albert De Salvo– El estrangulador de Boston



Entre el 14 de junio de 1962 y el 4 de enero de 1964, se cometieron trece asesinatos por estrangulamiento en la ciudad de Boston. Las víctimas, todas mujeres, casi siempre mostraban haber sido violadas reiteradamente.
Seis de entre ellas tenían entre 55 y 75 años. Las otras cinco tenían entre 19 y 23. Además, existen otras dos víctimas de 85 y 69 años de edad, pero no se ha podido demostrar que haya sido el mismo asesino.
La primera de una larga serie de víctimas sería Anna Slesers, de 55 años. Fue hallada por su hijo, estrangulada con el cordón de su bata. Su vagina mostraba evidencias de un ataque sexual con un objeto desconocido. Su apartamento mostraba indicios de haber sido saqueado... o más bien como si el agresor se hubiese esforzado en hacer que la escena pareciese de un robo...
A las dos semanas fue asesinada Nina Nichols, de 68 años. La mujer había sido estrangulada con sus medias y tenía síntomas de haber sido asaltada sexualmente. El lugar del crimen presentaba un aspecto similar al de la primera víctima: cada cajón estaba revuelto y todas las cosas esparcidas por el suelo a modo de robo, pero la Policía encontró varios dólares y algunos objetos de valor en el suelo, que el "ladrón" no se había molestado en llevar.


Ese muy mismo día, a unas quince millas, Helen Blake, de 65 años, encontró una muerte similar.
Su apartamento también había sido "saqueado".
La policía hizo sonar la alarma advirtiendo a todas las mujeres en el área de Boston a cerrar con llave todas sus puertas y ser extremadamente cautas con los extraños, mientras se daba comienzo a una dura investigación.
Los detectives bostonianos comenzaron a interrogar a todos los hombres con antecedentes en el ámbito sexual: exhibicionistas, violadores, agresores, mirones...
Lo que buscaban era una persona con trastornos mentales, posiblemente con un complejo de Edipo o que odiase a su madre (o a su mujer), y que por sus agresiones a hembras de edad considerada tratase de borrar la imagen de esa madre temida.
Mientras la investigación se llevaba a cabo, siguieron apareciendo más cadáveres, todos ellos extrangulados y con salvajes muestras de violación. Pero no todas las víctimas eran mujeres blancas de edad avanzada. Las siguientes víctimas eran estudiantes de 20 y 30 años, entre las cuales también se hallaba una chica de color. En esta ocasión, el asesino dejó restos de semen en una alfombra cerca del cuerpo, y una vecina afirmó haber visto un hombre extraño en el edificio, que describió así: de unos 30 años, estatura media, pelo ondulado, chaqueta oscura y pantalón verde oscuro de trabajo.




No mucho después, la policía encontró un nuevo cadáver con 22 puñaladas, además del estrangulamiento típico, pero no mostraba signos de violación. El cuchillo de la agresión fue hallado en la cocina.Solía estrangular y violar a sus víctimas.
Los meses pasaban y la policía de Boston comenzaba a desesperarse. El asesino no dejaba pistas considerables para poder atraparle, y las mujeres seguían abriendo las puertas de sus casas a desconocidos a pesar de las advertencias de los agentes.
El Fiscal General de Boston (USA), incluso acudió a Peter Hurkos, un sensitivo con capacidades de videncia, en 1961, para pedir su colaboración en la búsqueda del estrangulador de Boston. Para cuando Hurkos se unió a la policía, "el estrangulador" ya se había cobrado 11 de sus 13 víctimas.



La policía entregó al "detective psíquico" las medias y pañuelos –con doble nudo- que "El estrangulador" utilizaba para asesinar a sus víctimas, con los que llegaba a acostarse toda la noche para "impregnarse de su energía". Además facilitaron a Hurkos más de 300 fotografias de las víctimas y el lugar de los crímenes. En honor a la verdad debemos reconocer que Hurkos consiguió sorprender a los agentes, al facilitar datos concretos sobre algunos de los crímenes, que no se habían filtrado a la prensa ni –teóricamente- Hurkos podía conocer. De hecho Hurkos tocaba las fotografías por el reverso, y era capaz de describir las escenas que recogían sin verlas. Más aún, llegó a identificar una foto que no tenía relación con el caso, y que la policía había colocado entre las demás para sondear la autenticidad o falsedad de sus poderes. Así que, tras ganarse la confianza de los investigadores, no les faltó tiempo para proceder a una detención cuando el vidente apuntó a un fetichista, Thomas O´Brian, como el presunto homicida múltiple... No deja de ser interesante, desde el punto de vista criminológico, que la policía se decida a ejecutar una detención basada en el testimonio de un vidente... Esto es relativamente compresible si analizamos en detalle el informe de Hurkos sobre O`Brian (en realidad un nombre falso facilitado por la policía para proteger la identidad del detenido).




Murió apuñalado por su compañero de celda en 1973. Es cierto que los datos aportados por Hurkos sobre Thomas O´Brian resultaron absolutamente precisos. Lamentablemente no se trataba del asesino. Al menos no para la policía de Boston.
Un día, una mujer dio la alertó a la policía que patrullaba por una de las calles bostonianas. Un hombre acababa de entrar en su casa y al ver que su marido también se encontraba allí, había huído corriendo. La descripción coincidía con el hombre que buscaban, y al poco tiempo Albert DeSalvo, El Estrangulador de Boston, fue detenido.
DeSalvo era un hombre de 29 años, casado, con dos hijos y trabajaba como empleado en una fábrica de caucho. Nació en Chelsea, Massachusetts, el 3 de septiembre de 1931. Sus padres, Frank y Charlotte tenían cinco otros niños. Su padre era un hombre gravemente abusivo que regularmente pegó a su esposa y niños. Pronto Albert se convirtió en un pequeño delincuente, y fu arrestado más de una vez.


Su madre volvió a casarse y prefirió dejar al joven delincuente de lado para no tener problemas en su nueva relación.
Cuando estuvo en edad, Albert se alistó en el ejército, y en Alemania conoció a su esposa, Irmgard Beck, una mujer atractiva de una familia respetable.
Cuando tuvieron su primer hijo, la mujer tuvo tantos problemas en el parto que le aterraban las relaciones sexuales, cosa que enojaba a DeSalvo, cuyo apetito sexual era anormalmente voraz y solicitaba sexo muchas veces al día(algunos días incluso 5 o 6 veces).
Confesó que no recordaba haber cometido ningún crimen, que sólo recordaba como iba a trabajar y volvía rápidamente a casa para jugar con sus hijos antes de que fueran a dormir. Además, se sentía muy disgustado por los crímenes que le contaba la policía.
Un psiquiatra que colaboraba con la policía, James A. Brussels, llegó a hablar de personalidad múltiple, para luego determinar que era muy extraño que DeSalvo, si tenía personalidad múltiple no las mostrase en el curso de los exámenes psiquiátricos. Concluyó que en su caso, la causa de perturbación que le llevaba a olvidar lo que había hecho anteriormente era sin duda debido a una esquizofrenia. No un desdoblamiento, pero sí una ruptura de la personalidad.

DeSalvo fue considerado demente, pero fue condenado a cadena perpetua en 1966. En el psiquiátrico penitenciario murió apuñalado por un compañero de celda en 1973.

De Salvo




Anatoli Onoprienko - La Bestia de Zhitomir



El lunes 23 de noviembre de 1998, se iniciaba en la ciudad de Zhitomir (ex Unión Soviética), el juicio de un ucraniano acusado de haber asesinado a 52 personas, ante la celosa mirada de un público enloquecido que reclamaba la cabeza del acusado. Su calma contrastaba con la emoción de todos los presentes en la sala, en su mayoría jóvenes.
Después de confesar en una declaración entregada a la prensa por su abogado antes de la apertura del juicio, que no se arrepentía de ninguno de los crímenes que había cometido, Anatoli Onoprienko respondía dócilmente a las preguntas del juez; reconoció haber asesinado a 42 adultos y 10 niños, entre 1989 y 1996.
La parte acusadora ha pedido la pena de muerte, cuyo mantenimiento apoyan tres de cada cuatro ucranianos, según las encuestas, pero el verdadero problema en este complicado juicio, es impedir que el público linche al acusado. Complicado por su envergadura y duración (más de 400 testigos y por lo menos tres meses de declaraciones por delante), por sus gastos, pero también por la tensión que se respira entre los familiares de las víctimas, obligados a pasar cada día por un arco detector de metales, algo no tan corriente en ese país, mientras el acusado, encerrado en una jaula metálica, está prudentemente separado de la ira del público...
Las autoridades le describen como el asesino más terrible de la historia en Ucrania y de la antigua Unión Soviética, mientras que las familias de las numerosas víctimas lo califican de "animal", "ser monstruoso" y "bestia demoníaca".


Los hechos se producían entre octubre de 1995 y marzo de 1996. En aquellos seis meses, la región de Zhitomir vivió aterrorizada por una serie de 43 asesinatos que Onoprienko había ido sembrando. La Nochebuena de 1995 se produjo el ataque a la aislada vivienda de la familia Zaichenko. El padre, la madre y dos niños muertos y la casa incendiada para no dejar huellas fue el precio de un absurdo botín formado por un par de alianzas, un crucifijo de oro con cadena y dos pares de pendientes.
"No hay mejor asesino en el mundo que yo. No me arrepiento de nada, y, si pudiera, sin duda volvería a hacerlo...".
Seis días después, la escena se repetía con otra familia de cuatro miembros. Víctimas de Onoprienko aparecieron también durante aquellos seis meses en las regiones de Odesa, Lvov y Dniepropetrovsk.
Estas matanzas incitaron a la segunda investigación delictiva más grande y complicada en la historia ucraniana (la primera había sido la de su compatriota Chikatilo). El gobierno ucraniano envió una buena parte de la Guardia Nacional con la misión de velar por la seguridad de los ciudadanos y, como si el despliegue de una división militar entera para combatir a un solo asesino no fuera bastante, más de 2000 investigadores de las policías federal y local.
Los policías empezaron a buscar a un personaje itinerante y elaboraron una lista en la que figuraba un hombre que viajaba frecuentemente por el sudoeste de Ucrania para visitar a su novia.
Con la policía tras su pista, Onoprienko puso tierra de por medio en 1989 y abandonó el país ilegalmente para recorrer Austria, Francia, Grecia y Alemania, en dónde estaría seis meses arrestado por robo y luego sería expulsado.
52 asesinatos en solo 6 meses. De regreso a Ucrania sumó a los nueve otros 43 asesinatos, y poco después, ante las pruebas encontradas por los agentes en los apartamentos de su novia y su hermano (una pistola robada y 122 objetos pertenecientes a las víctimas), hallaron una razón para arrestarlo. Cuando la policía le pidió los documentos en la puerta de su casa, Onoprienko no les quiso facilitar la tarea, e hizo un esfuerzo vano por conseguir un arma y defenderse. Cuando los policías por fin lo detuvieron, Onoprienko se sentó silenciosamente cruzando los brazos y les dijo sonriendo: "Yo hablaré con un general, pero no con ustedes". Aun así, no le quedó más remedio que confesar sus crímenes y dejar que aquellos le arrestasen.
En su declaración al juez, aparecerían otros nueve cadáveres cosechados a partir de 1989 en compañía de un cómplice, Sergei Rogozin, (quien también comparecería en el juicio).
Anatoli Onoprienko siguió los pasos del legendario Andrei Chikatilo. Ambos mataron al mismo número de víctimas, pero son muy diferentes. Chikatilo, ejecutado en 1994, era un maniaco sexual. Sólo mataba mujeres y niños, cuyos cuerpos violaba y mutilaba. A veces se comía las vísceras. Nada de esto aparece en el expediente de Onoprienko, un ladrón que mataba para robar, con inusitada brutalidad y ligereza, pero sin las escenas del maniaco sexual. Onoprienko supera a Chikatilo por el corto periodo en que realizó su matanza: seis meses frente a doce años.
Cuando ejecutaba a sus víctimas, el asesino seguía un mismo ritual: elegía casas aisladas, mataba a los hombres con un arma de fuego y a las mujeres y a los niños con un cuchillo, un hacha o un martillo. No perdonaba a nadie, después de sus asesinatos cortaba los dedos de sus víctimas para sacarles los anillos, o a veces quemaba las casas. Incluso mató en su cuna a un bebé de tres meses, asfixiándolo con una almohada.






Onoprienko, de 39 años, estatura media, aspecto de deportista, racional, educado, elocuente, dotado de una excelente memoria y desprovisto de piedad. Soltero, padre de un niño, reconoció haber tenido una infancia muy difícil: su madre había muerto cuando él tenía 4 años, y su padre y su hermano mayor lo habían abandonado en un orfanato. De adulto, para ganarse la vida, se había embarcado como marino y había sido bombero en la ciudad de Dneprorudnoye (dónde su ficha laboral le describe como un hombre "duro, pero justo"). Luego había emigrado al extranjero para trabajar de obrero durante ese tiempo, pero confesó que su fuente primaria de ingreso era criminal: los robos y asaltos.
El peritaje médico lo ha calificado como perfectamente cuerdo que puede y debe asumir las consecuencias de sus actos. El mismo se define como un "ladrón" que mataba para robar: "Mataba para eliminar a todos los testigos de mis robos"
Por este motivo puede ser condenado a la pena capital por crímenes premeditados con circunstancias agravantes. El presidente ucraniano, Leonid Kuchma, dijo que dará explicaciones al Consejo de Europa para violar en este caso la moratoria de ejecución de la pena de muerte que su país mantiene desde marzo de 1997. Gracias al convenio con el Consejo de Europa, 81 penas de muerte dictadas últimamente en Ucrania no se han ejecutado. La declaración del presidente Kuchma anuncia que se va a hacer una excepción con Onoprienko.
En un momento determinado de la investigación, el acusado afirmó que oía una serie de voces en su cabeza de unos "dioses extraterrestres" que lo habían escogido por considerarlo "de nivel superior" y le habían ordenado llevar a cabo los crímenes. También aseguró que poseía poderes hipnóticos y que podía comunicarse con los animales a través de la telepatía, además de poder detener el corazón con la mente a través de unos ejercicios de yoga.


Tras ser detenido trato de fingir locura, pero los psiquiatras afirmaron que está cuerdo.
¿Enfermo mental o maniaco homicida? lo primero podría declararlo imputable, y lo segundo, condenarlo a la pena capital... el juicio, actualmente en curso, parece seriamente complicado.
Los psiquiatras, sin embargo, han diagnosticado que el hombre está perfectamente "cuerdo" y la mayoría quiere que pague por los homicidios. El mismo Onoprienko resumía así la filosofía de su carnicería:
"Era muy sencillo, los veía de la misma forma en que una bestia contempla a los corderos".

La bestia de Zhitomir

Arthur Shawcross

Ex-vetenaro de Vietnam trató de simular locura para librarse de la cárcel, pero no le funcionó. Un asesino en serie suele exagerar el número de sus víctimas, o del mismo modo, confesar actos que no cometió. En el caso de Shawcross, éste fingía canibalismo y necrofilia con el fin de poder alegar locura, lo cual le haría irresponsable de sus actos.
Encarna de modo perfecto el talento de manipulación propio de los asesinos en serie, y también las fallas del sistema, pues fue liberado por la justicia después del asesinato de dos niños en 1972.
Afirmó haber sido víctima de abusos sexuales durante su adolescencia, que sufría psicosis heredadas por las atrocidades que había vivido en la guerra de Vietnam, y que esta psicosis adquirida le obligaba a cometer actos criminales; contó a los psiquiatras en una entrevista cómo había matado a una mujer y a una adolescente vietnamitas:
"En un valle no lejos de Kontum, yo veo a una mujer y le disparo. No quedó muerta del todo y la até a un árbol. De una de las chozas sale una muchacha y la llevo para atarla con la otra. Son el enemigo, por lo que le corto el cuello a la primera."


"Como los vietnamitas son supersticiosos, clavo su cabeza en un poste, para que no vengan más. Luego corté la carne de la pierna de aquella mujer por el muslo hasta la rodilla, como un jamón, y lo asé en el fuego. No olía muy bien, pero cuando estuvo bien asada me puse a comerla..."
Como Jack el Destripador, atacaba a prostitutas a las que mataba sin remordimientos, haciendo reinar el terror en la ciudad de Rochester y sus alrededores. Shawcross estrangulaba a sus víctimas y dejaba sus cuerpos a orillas del río Genesse, o escondidas entre los matorrales.




En dos ocasiones hizo dudar a la policía si se trataba de un único asesino o dos, puesto que en dos ocasiones, las víctimas no correspondían con el perfil de las demás desafortunadas.
La falta de indicios da lugar a los rumores más singulares en un tema que no abandona las primeras páginas de los periódicos.
Según algunos, trata de vengarse después de que una prostituta le hubiese transmitido el virus del sida. Otros creen que se trata de un policía que patrulla por las zonas de prostitución, y otros que simplemente mata a mujeres que le recuerdan algún trauma con alguna mujer o su propia madre. Otros, que pertenece a una secta de tipo protestante y quiere condenar a esas mujeres de la calle.
Las prostitutas empiezan incluso a colaborar con la policía para tratar de atrapar al asesino, pero ninguna pista da resultado.


Finalmente las autoridades locales recurren al FBI, quienes establecen el perfil psicológico del asesino, y envían a un agente especial llamado Gregg McCrary, quien ordena investigar en profundidad los lugares en dónde se han hallado los cadáveres y los alrededores al río Genesse, intuyendo que el criminal podría volver allí para revivir la excitación de sus crímenes.
Por fin el, miércoles 3 de enero de 1998, una patrulla en helicóptero divisa a un hombre de unos cuarenta años de pie en un puente del lago Salmon, en Rochester. Bajo ese puente se veía también el cadáver de una mujer.
En seguida dos agentes motorizados son enviados para atrapar al hombre. Se trataba de Arthur Shawcross, nacido el 6 de junio de 1945.
Estos le piden su identificación, y les muestra un carnet de conducir caducado, alegando que no ha tenido tiempo de renovarlo, pues acaba de salir de una larga estancia en prisión. Al comprobar su identidad, se enteran de que no miente, que está en libertad provisional tras haber estado quince años en la cárcel por el asesinato de dos niños en Watertown, su ciudad natal, uno de diez y otro de ocho años.
Asesino al menos a diez prostitutas antes de ser encarcelado.
Los agentes no creen que su presencia a pocos metros del cuerpo sin vida de una mujer sea fruto de una coincidencia, y lo detienen.
Cuando le juzgan, Shawcross trata de hacerse pasar por caníbal, de ser un demente víctima de abusos sexuales muy graves en su infancia. Dice que su madre lo sodomizó con el mango de la escoba rasgándole la pared anal, aunque no existen pruebas médicas que demuestren tal agresión. Culpa a la sociedad diciendo que le enseñaron a ser un criminal enviándolo a Vietnam, y que aprendió a matar y a mutilar mujeres en la guerra.
A las autoridades la actitud del asesino les parece extraña. Tranquilo, moderado, silencioso, no le interesa el saber por qué se le acusa. Explica tranquilamente su presencia en el puente por el deseo de orinar, pero nadie se lo cree, piensan que lo que Shawcross hacía en realidad era revivir la excitación del crimen contemplando su "obra" desde el puente y tal vez masturbarse.


Pero una serie de pruebas en su contra sirvieron para acusarlo: una prostituta declaró en su contra, dijo haberlo visto acompañado de una de sus amigas de profesión unas horas antes de que la policía encontrara su cadáver, objetos de las víctimas en el interior de su automóvil, y huellas de los neumáticos en los lugares del crimen.
Cuando fue condenado con anterioridad a veinticinco años de cárcel por el crimen de los dos niños, se había prometido a los padres de las víctimas que no saldría de prisión antes de haber cumplido toda su condena, pues aseguraron que la comisión encargada de dictaminar sobre la libertad condicional nunca dejaría volver a salir de la cárcel a un criminal como él, ya que estaba en la calle bajo libertad vigilada por un delito anterior.
Estas son algunas respuestas que dio durante los diversos interrogatorios a los que fue sometido durante su último juicio:
¿Te turba haber matado a Dorothy Keller?
- No, en absoluto.
¿Sientes remordimientos?
- No.
¿Por qué no enterraste el cuerpo de June Scott?
- Me habría gustado encontrar un gran hoyo y meter en él todos los cuerpos, para que estuvieran todas juntas.
¿Cómo hiciste para matarlas tan fácilmente?
-La mayor parte de las veces ni yo sabía que iba a matarlas. Además, me conocían y no esperaban eso de mí. Las atacaba rápidamente y las dejaba paralizadas.
¿Tuviste contacto con la policía durante las investigaciones?
- Siempre iba a comer a un sitio dónde iban a menudo policías. Hablaba con ellos para saber cómo avanzaba la investigación.
¿Te dabas cuenta de lo que hacías en el momento en que matabas a las chicas?
- Si, pero me daba igual. La rutina...
Mataste a mucha gente, Arthur, ¿nunca tuviste miedo de que te descubrieran?
- Nunca pensé verdaderamente en eso.
¿Crees que lo que has hecho es terrible?
- Sí.
¿Qué debería hacer la policía con alguien como tú?
- Meterme en la cárcel toda la vida. Si me sueltan volveré a hacerlo.






A pesar de que su abogado pretendía que el acusado sufre desórdenes psiquiátricos y complejos ataques de naturaleza epiléptica responsables de sus crisis de locura asesina, y que el mismo Shawcross juró y perjuró que estaba poseído por Ariemes, -un demonio caníbal del siglo dieciocho sediento de sangre- que se había encarnado en él, al término del juicio, Arthur Shawcross fue condenado a doscientos cincuenta años, culpable de homicidio en segundo grado por el asesinato de diez mujeres. El fiscal que presentó las pruebas, expuso sus reflexiones sobre el caso diciendo públicamente:
"El asunto de Shawcross, que mató a mujeres con toda impunidad durante 21 meses, afectó a toda la comunidad. Los habitantes de Rochester se convirtieron de modo indirecto en víctimas de estos crímenes, porque no se atrevían a salir al saber que un asesino en serie actuaba en la zona. Hubo restaurantes, salas de espectáculos y bares que tuvieron que cerrar por falta de clientes. Se anularon congresos y reuniones, y eso sin olvidar el costo fenomenal de la investigación y proceso de Shawcross, que se calcula en más de millón y medio de dólares.
No estaba legalmente loco, pero tampoco era normal. ¿Qué le motivaba? Adoraba matar. Se alimentaba con violencia. Este caso puso de relieve ciertos defectos del aparato judicial. Nunca debió permitirse que saliera de la cárcel".


En muchas ocasiones se ha hablado del síndrome de Vietnam, que afecta a veteranos de esta guerra que no han podido superar las frustraciones de su readaptación a la vida civil. Muchos de ellos han recibido un entrenamiento especial para matar de diversas formas, y algunos incluso, se han retirado a zonas apartadas del país y viven completamente aislados conscientes del peligro que representan para sus conciudadanos.
Uno de los primeros casos de los que se tiene noticia de los afectados de este "síndrome" es anterior a la guerra de Vietnam. Se trata de Howard Unruth, veterano de la Segunda Guerra Mundial, asesinó a trece personas en Nueva Jersey, porque creía que "sus vecinos se reían de él".
Aunque la paranoia suele ser el factor desencadenante de estos crímenes, en algunos casos los medios de comunicación o la influencia de algunas personas pueden llevar a cometer actos criminales. Es lo que se conoce en criminología como "aprendizaje social", un proceso de observación e imitación. Este es el caso de Michael Ryan, un joven de 27 años profundo admirador de Rambo, que en 1987 salió a la calle ataviado al estilo militar y mató a tiros a trece personas.

Arthur Shawcross
 


Bela Kiss


Un caso atípico entre los asesinos en serie pues empezó a matar con casi 40 años de edad. En 1916, en un pequeño pueblo Hungría llamado Czinkota fueron hallados alrededor de treinta cadáveres de mujeres en la casa de un misterioso hombre llamado Bela Kiss.
Bela había llegado a Czinkota con su joven esposa (quince años mas joven que él) María, quién pronto ganó el favor de sus vecinos por su carácter amable y atento.
Kiss tenía dinero, de modo que cuando llegó al pueblo alquiló una casa y empleó a dos criados que pasaban la noche en sus propios hogares por deseo expreso del húngaro. Ambos hombres hablaban maravillas de su atención pero coincidían en que tenía gustos raros y era poco comunicativo. En general, la gente del pueblo le tenia por un hombre respetable y educado.
El húngaro solía viajar a menudo para atender diversos negocios, pasaba largas temporadas fuera de casa, los habitantes del pueblo se percataron de que durante aquellas ausencias María se veía en la casa con un joven artista llamado Paul Bihari (o Bikari según las fuentes).
Justo cuando aquellas gentes consideraron justo avisar de la infidelidad de Maria, Bela se encontró con la casa vacía y una carta de su esposa que le avisaba de su abandono. Los criados le encontraron llorando con la carta en la mano.
A partir de éste incidente, Bela despide a los criados y contrata a un ama de llaves.
Deprimido, pasa la mayor parte del tiempo en soledad, apartándose de la gente que le muestra su apoyo. Comienza a conocer mujeres a las que cita en su casa, prescindiendo del ama de llaves a menudo. Ésta observa que a cada cita acude una mujer diferente y se apena por su patrón, pues ninguna se queda a vivir con el; sin embargo, continúa teniendo esperanzas, pensando que en algún momento conocerá a la mujer definitiva.
Cierto día, Bela conversaba con el Condestable del pueblo, quien le comentó que quizás pronto entraran en guerra. Bela le invita a ver sus instalaciones en el sótano, que consistían en unos depósitos cilíndricos en los que había ahorrado gasolina (por su gran valor en caso de conflicto bélico). El oficial le felicita por su carácter previsor.
Por aquel entonces, los periódicos publican las continuas desapariciones de mujeres; la policía sospecha de un tal Hoffman, el cual también acabó desapareciendo.
Con el estallido de la primera guerra europea Bela fue disminuyendo sus viajes y sus citas, y éstas fueron definitivamente ya imposibles cuando fue reclutado para luchar. Bela alegó no poder enrolarse porque sufría del corazón pero tras hacerle una revisión médica descubrieron que la enfermedad era falsa y lo reclutaron. Antes de partir, le confía la llave del sótano al Condestable, para que hiciera uso del combustible en caso de que él muriera.
Otra imagen del asesino.
Cinco meses después el pueblo recibe la triste noticia de que Bela Kiss había muerto en un hospital militar de Belgrado.


El Condestable hizo pública la generosa donación del húngaro y se dirigió a la casa de Kiss con algunos soldados. Ya en el sótano, dos soldados intentaron mover alguno de los bidones, pero desistieron objetando que dentro había algo sólido y que pesaba demasiado. Los hombres abrieron el bidón y gritaron al unísono al descubrir a una joven desnuda, estrangulada con una bufanda de seda y conservada en litros de alcohol. Haciendo acopio de valor abrieron el resto de los bidones y en cada uno de ellos descubrieron cuerpos jóvenes, desnudos y asesinados del mismo modo conservados en alcohol. Sólo un bidón contenía gasolina.
En los días siguientes, se hallaron 10 cuerpos más enterrados en el jardín y 12 en un bosque cercano. También aparecieron, en el sótano de la casa, los cuerpos de María y su amante, estrangulados.
Bidones donde se encontraron los cadaveres de las chicas asesinadas por Bela Kiss sumergidas en alcohol para conservarlas en perfecto estado. En plena investigación, se confirma que el principal sospechoso de las desapariciones de mujeres, Hoffman, es en realidad Bela Kiss. Había mantenido correspondencia con más de 20 mujeres gracias a los anuncios matrimoniales de un periódico, los cuales le permitieron conocer la posición económica de las candidatas.
Un día, llegó a Czinkota la noticia de que Bela Kiss no estaba muerto, sino que había desertado. Consiguió intercambiar su identidad con un joven soldado; la diferencia de edad entre ambos ayudó a identificar al joven, pues Bela tenía más de 40 años.
Se hizo una búsqueda que no fructificó y se escucharon muchos relatos acerca de dónde se le podía haber visto, pero fue un desertor de la Legión Extranjera francesa quien dio seguramente la pista más fiable: el hombre dijo que había conocido a un tipo que alardeaba de haber hecho una fortuna asesinando a mujeres ricas.
La policía ya le había echado el ojo pero antes de echarle el guante y capturarle, Bela, con un sexto sentido y sin sospechar que estaba en el punto de mira de la policía, volvió a huir. Durante los siguientes años corrieron rumores de haber sido visto en Budapest, Francia o Nueva York, finalmente se supuso que se había exiliado en algún lugar de Sudamérica donde su aspecto moreno le haría pasar desapercibido. En cualquier caso, no se supo más de él, desapareció por completo.

El asesino hungaro


Bob Berdella - El carnicero de Kansas


"Mis oscuras fantasias
se hacen realidad" 4315 Charlotte en Kansas city es la dirección donde Bob Berdella asesino a seis hombres jovenes, desmenbrandolos en su bañera y guardando los pedazos en bolsas hasta la recogida de la basura del lunes por la mañana. Aparentemente siempre actuaba los fines de semana, de modo que mantenía a sus víctimas descuartizadas en su casa hasta el lunes siguiente. Como muchos otros asesinos en serie realizaba fotografías con su polaroid a sus víctimas.
Berdella tenía 39 años de edad y era propietario de una tienda de objetos curiosos como lamparas de lava, imitaciones de calaveras, incienso, etc.
Su secreto se desvelo cuando uno de los secuestrados antes de ser asesinado consiguio escapar saltando por una ventana, completamente desnudo y con tan solo un collar de perro.
Berdella más tarde confeso haber asesinado a seis hombres en esos años, algunos por inyección letal y otros por asfixia.
El dijo que distribuía los trozos de los cadaveres en bolsas de basura y se los entregaba a los basureros como si se tratase de basura normal.
Su modo de actuar era simple contrataba los servicios de un prostituto le llevaba a su casa y alli tran maniatarle comenzaba a torturarle hasta que le causaba su muerte.
4 años después de su ingreso en prisión por cadena perpetúa murió de un ataque al corazón, aunque existen hipotesis de que fue asesinado suministrandole un veneno en su comida.

Berdella - entrevista
 

David Berkowitz - El Hijo de Sam



Actuaba de forma indiscriminada aunque se rumoreo que filmaba y vendía los videos "Snuff". "Mis padres estaban constantemente preocupados por mi comportamiento extraño. Sabían que yo vivía en un mundo imaginario y no podían hacer nada contra los demonios que me atormentaban y controlaban mi mente..."
David nació el 1 de junio de 1953, fue un hijo no deseado de Betty Broder, quien lo abandonó, y fue adoptado por Nat y Pearl Berkowitz. Era un niño tímido y con baja autoestima que trataba de proyectar una apariencia autosuficiente, mintiendo y causando problemas. Su comportamiento alternaba momentos de extrema timidez, complejo de inferioridad y fuertes depresiones con arrebatos de ira y violencia desmesurada.
Su madre adoptiva murió en 1967 cuando el tenía 14 años, fue lo peor que le pudo pasar. Al no tener suerte con las mujeres, fue alimentando su odio contra ellas, además del recuerdo de su verdadera madre y lo que hizo con él confirmaba este odio.
La mente de Berkowitz no pudo asimilar tanta soledad y en su adolescencia comenzaron sus desdoblamientos (doble personalidad).




Queriendo mejorar su autoestima y al mismo tiempo vengarse de una sociedad en la que no terminaba de encajar, se compra un revólver. A los veintitrés años comienza una serie de crímenes. Sus asesinatos sembraron el terror en Nueva York entre 1976 y 1977, Berkowitz asesinó a seis personas y consiguió herir a otras siete.
El joven Berkowitz asesinaba sin razones, disparaba su revólver calibre 44 indistintamente a cualquier persona que se cruzaba en su camino, sin importarle raza, sexo o edad. A medida que pasaba el tiempo fue ganando una estremecedora seguridad en sí mismo que lo transformó en un personaje frío y sin escrúpulos, a la vez que negligente a la hora de llevar a cabo sus crímenes.
El 29 de julio de 1976, en el Bronx, N.Y., Donna Lauria de 18 años y su amiga Jody Valenti de 19, estaba dialogando en el interior del coche de Jody, enfrente de la casa de Donna. Era cerca de la 1:00 cuando un hombre se acercó al coche y sin pronunciar palabra, disparó cinco veces, matando a las dos jovenes.
El 23 de octubre de 1976, Carl Denaro de 20 años, estaba en una fiesta con su amiga Rosemary Keenan, a las 2:30, él se ofreció para llevarla a su casa. Se estacionaron frente a la casa de Rosemary y comenzaron a hablar; de repente, un hombre se acercó al carro y disparó cinco veces, pero solamente hirió a Carl en la cabeza; Rosemary condujo buscando ayuda. Aunque Carl no murió quedó dañado para el resto de su vida.






Pasado un poco más de un mes de que ocurriera el último ataque, el 26 de noviembre de 1976, Donna Lamassi de 16 años, y su amiga Joanne Lomino de 18 años, regresaban del cine en la noche. Caminaban a casa de Joanne, cuando se dieron cuenta que un hombre las seguía, así que apuraron el paso. El hombre les preguntó "Saben en dónde está...", pero antes de terminar la pregunta les disparó; las dos chicas resultaron heridas. Donna estaría bien, pero Joanne quedó parapléjica.
Retrato robot y aspecto que tenía en el momento de su detención. Las cosas permanecieron normales por dos meses, hasta el 30 de enero de 1977, cuando Christine Freuna y su prometido John Diel, regresaban de una galería en Queens a las 0:30. No se dieron cuenta que un hombre los estaba observando y se acercaba al coche, el hombre disparó dos veces, y los dos disparos dieron en la cabeza de Christine; su novio salió corriendo buscando ayuda, pero los vecinos ya habían llamado a la policía.
La investigacion del detective Joe Coffey descubrió que este asesinato coincidía con los de Donna Lauria, el ataque de Donna Lamassi y Joanne Lomino, ahora se daban cuenta que tenían frente a ellos a un psicópata con un revólver calibre 44; cabe mencionar que es un arma poco usual. Otro problema era que no se podía encontrar relación entre las víctimas.






El 8 de marzo de 1977, una joven llamada Virginia Voskerichian, regresaba de clases en la noche, cuando un hombre se le acercó y sacó un revólver calibre 44 y le apuntó a la cara. Virginia se cubrió con sus libros, pero una sola bala bastó para matarla. Un hombre presenció todo, pero cuando el asesino pasó frente a él sólo le dijo "buenas noches".
Como los investigadores temían; el 17 de abril de 1977 el asesino vuelve a atacar; Valentina Surani y su novio Alexander Esau se besaban en su coche. Eran alrededor de las 3:00 y un hombre se les acercó y les disparó 2 veces a cada uno. Los dos murieron, las evidencias decían que se trataba del mismo asesino, pero esta vez, el asesino había dejado una carta en la que se autonombraba "El Hijo de Sam" (Son of Sam). La carta estaba dirigida al capitán Joseph Borrelli, quien era uno de los principales integrantes de la operación Omega, que estaba tras el asesino del revólver calibre 44. No contento con ello, envía una carta al periódico New York Daily News que se encargaba de su caso, y en ella les agradece su atención y les promete que tendrán más de qué hablar.
El 31 de julio de 1977, una joven llamada Stacy Moskowitz y su novio Bobby Violante, regresaban de ver una película, y se detuvieron en el coche cerca de un parque. Bobby convenció a Stacy de que se bajaran a caminar, pero ella no parecía muy convencida, así que regresaron al coche. En ese momento un hombre se les acercó y les disparó; Bobby recibió dos disparos en la cara y Stacy uno en la cabeza. Horas después, Stacy murió, Bobby perdió el ojo izquierdo y sólo lograron salvarle el 20% de visiblidad en el derecho. Ese fue el último ataque de "Son of Sam" ya que un testigo logró identificarlo cuando huía del escenario del crimen.
Años después aun en la cárcel. El 10 de agosto de 1977 la policía tiene las pruebas suficientes para detener a David Berkowitz. A las 19:30 un hombre salió del edificio donde vivía Berkowitz, con una bolsa de papel en la mano. Se aproximó a un auto, y fue el momento de la detención. Le ordenaron detenerse. El oficial preguntó: "¿Ahora que te tengo; dime, a quién tengo?", "tú sabes", dijo el hombre sonriendo, "soy el hijo de Sam, David Berkowitz".
Confiesa todos sus crímenes, pero trata de alegar locura afirmando escuchar la voz de un demonio de 6,000 años reencarnado en "Sam", el perro de su vecino, el cual le daba órdenes de matar. Los psiquiatras lo diagnostican como esquizofrénico paranoide de personalidad antisocial. Berkowitz es juzgado culpable y condenado a cadena perpetua, con una pena de 365 años en una cárcel de máxima seguridad.


Una vez en la cárcel, reconoce haber formado parte de un culto satánico relacionado con Charles Manson, y asegura que sus crímenes no los cometió solo, sino que habían sido varios los tiradores con un calibre 44. "me fascinaban los temas relacionados con la brujería y el ocultismo. En 1975 conocí a unos tipos que parecían simpáticos. Eran satanistas. Ingenuamente me uní al grupo, y empecé asistiendo a los rituales. Al principio no era más que un simple participante, pero muy pronto me convertí en un verdadero adorador del Diablo. Mi cuerpo y mente le pertenecían, yo me estaba convirtiendo en una máquina de matar".
La policía neoyorquina venía ya sospechando que detrás de todos esos crímenes se hallase una secta satánica, y que Berkowitz no fuese más que uno de los adeptos de más bajo rango. La coartada perfecta para encubrir a los miembros de más posición.


Aún así, y como en la mayoría de estos casos, las mismas fuerzas de seguridad que se ocuparon del caso, trataron de ocultar todos aquellos datos que relacionaban el crimen con satanismo, siendo revelados al público más tarde gracias a las investigaciones del periodista Maury Terry.
En la prisión fué asaltado por otros reclusos y degollado, pero sobrevivió con una cicatriz de 56 puntos en el cuello.



El hijo de Sam



Dennis Andrew Nilsen

Atormentado por la idea de la soledad asesinaba a sus amantes. "Temía despertarlo por miedo a que me abandonase. Temblando de miedo le estrangulé. El se debatía, y cuando estuvo muerto volví a llevar su joven cuerpo a la cama conmigo y fue el principio del fin de la vida que yo había conocido. Había empezado a recorrer la avenida de la muerte y a poseer un nuevo tipo de compañero de piso."
El caso de Dennis Andrew Nilsen es increíble. Pues fue un hombre tan atormentado por la soledad que asesinaba a sus diferentes amantes por temor al abandono.
El 3 de febrero de 1983, en el número 23 de Cranley Gardens, al norte de Londres, los ocupantes descubren que sus lavabos están atascados por enésima vez. Otras averías similares ya habían derrotado con anterioridad a un fontanero local, y ese día llamaron al fontanero de una compañía privada para que les ayudase en la tarea.
Lo primero que hizo el fontanero fue inspeccionar la fosa séptica que había junto a la casa, diciendo que en toda su vida profesional nunca había olido una pestilencia tan increíble como la que salía de allí. Al dirigir su linterna hacia el fondo del agujero de tres metros, se llevó la desagradable sorpresa de ver una capa de un líquido blanquecino viscoso salpicado por unas manchas de algo que parecía sangre. Al bajar al agujero descubrió trozos de carne putrefacta, algunos de ellos con pelo adherido a la piel. Inmediatamente se avisó a la policía, quien realizó una inspección de la fosa al día siguiente y encontró más fragmentos de carne y huesos, identificados rápidamente como humanos.




Entre los residentes se encontraba Dennis A. Nilsen, de 37 años. Dennis era un hombre alto, delgado, con los hombros ligeramente inclinados hacia adelante y pelo castaño. Tenía una actitud franca y directa, una gran inteligencia y mirada fija y penetrante. Cuando regresó del trabajo a su casa, la tarde del miércoles 8 de febrero, fue recibido por tres detectives de la policía, expresó cierta sorpresa por el hecho que la policía se interesara por algo tan insignificante como un drenaje atascado. Cuando los agentes le hablaron de los restos hallados exclamó horrorizado: "¡Dios mío, qué espanto!".
Uno de los inspectores se dejó llevar por su experiencia e intuición y, desconfiando replicó rápidamente diciéndole que no les hiciese perder el tiempo en pesquisas y que les mostrase el resto del cadáver. Para gran sorpresa del inspector, la respuesta de Dennis fue: "Dentro de dos bolsas de plástico en el armario. Venga, se lo enseñaré". Atónitos, le preguntaron si se trataba de un cadáver o dos, a lo que respondió, encogiéndose de hombros con resignación, que era una larga historia y que prefería contarlo en un lugar más tranquilo, en la comisaría por ejemplo, puesto que era un alivio el poder desahogarse.
Mientras era conducido a la comisaría de policía, confesó que ya imaginaba que iba a ser detenido al llegar a casa, pero que decidió resignarse a esa suerte porque "era inevitable". Ni siquiera se tomó la molestia de deshacerse de los restos humanos que quedaban en su apartamento, pues eran las evidencias para demostrar que no mentía. También reconoció haber pensado en el suicidio al principio, pero pronto desechó la idea porque si moría nunca se sabría lo que había hecho.


Su aparente autocontrol y frialdad mientras confesaba desconcertó a los agentes, quienes pensaron estar ante un verdadero psicópata sin escrúpulos, pero Dennis, al estar consciente de ello, les explicó que sólo permanecía imparcial para que su testimonio fuese lo más objetivo posible para ellos, pues si daba rienda suelta a sus sentimientos de arrepentimiento y a su angustia interior, le costaría muchísimo guardar la calma: "Nadie debe verme llorar por las víctimas, eso forma parte de mi dolor personal".
Toda su declaración fue fria y pausada alegó que su arrepentimiento estaba por dentro.
El 11 de febrero comenzó un interrogatorio fuera de lo común que duró once días. El asesino en serie más prolífico de la Gran Bretaña dictaría más de 30 horas de confesión muy detallada sobre los distintos crímenes, ayudando a la policía tanto como le fue posible con detalles y descripciones para que los investigadores pudiesen identificar a las víctimas. Apenas tuvieron que interrogarle, pues él mismo había trabajado como policía en período de pruebas y sabía de sobra cómo se desarrollaba un interrogatorio.
Comenzó diciendo que tenía un cargo de conciencia demasiado grande y posteriormente detalló toda su historia como criminal, no sin antes advertirles que una investigación concienzuda de su vida y obras podría producirles angustia.


Confesó que había un total de 15 o 16 cuerpos que él mismo había asesinado desde 1978: tres en Cranley Gardens y unos trece en su dirección anterior de la Avenida Melrose, en Cricklewood. Además, explicó que había intentado asesinar a otros siete jóvenes, pero no lo consiguió porque las víctimas lograron escapar y de otras se arrepintió.
Melrose 195, la residencia donde cometió sus crimenes. Dennis se mostraba profundamente arrepentido de sus hechos, e incluso agradeció numerosas veces a los policías que lo habían detenido: "Ahora me siento culpable, merecedor de castigo. Estoy convencido de que merezco toda la pena a la que un tribunal pueda condenarme. Es un alivio que me hayan detenido, porque si lo hubiesen hecho a los sesenta y cinco años, podría tener a mis espaldas cientos de cadáveres".
El asesino dijo que los jóvenes que había matado eran casi todos de ambientes marginales o vagabundos sin domicilio fijo que deambulaban por las calles de Londres sin que nadie les prestase mucha atención, por eso sus desapariciones no fueron denunciadas y nadie echó de menos su ausencia.
"Al preguntarle por el móvil que le había incitado a cometer esos crímenes, Dennis dijo que lo había hecho por miedo a la soledad, que no quería que algo tan agradable como es el amor, fuese algo esporádico de una noche, que necesitaba a sus amantes:
"En ninguno de los casos estoy consciente de sentir odio hacia ninguna de las víctimas... recuerdo que salía en busca de compañía y amistad, pero nunca pensaba en la muerte, el asesinato o hechos pasados. Vivía únicamente para aquel momento y para el futuro. Invité algunas personas a casa y otras se invitaron solas, aunque el sexo siempre estaba en un segundo orden.
Sólo deseaba una relación cálida, buscaba alguien con quién poder hablar, aunque es una sensación muy agradable y relajante tener a alguien en la cama a tu lado durante toda la noche. Después de matarlos, experimentaba un sentimiento doloroso de desesperación y una sensación de vacío. Aunque sabía que el cuerpo estaba muerto, pensaba que la personalidad estaba todavía dentro de él, consciente y atenta a mis palabras. Trataba de conseguir desesperadamente una relación que nunca estuvo a mi alcance".




Al registrar la vivienda, los agentes hallaron los demás cadáveres descuartizados tal y como Dennis les había indicado: tras decapitar los cuerpos sin vida, hervía las cabezas a fuego lento mientras escuchaba música clásica con unos audífonos. Luego, troceaba el resto de los cuerpos y tras meterlos en bolsas de plástico las guardaba en el armario. En efecto, dentro del armario hallaron dos grandes bolsas que contenían otras más pequeñas con brazos, piernas, tórax, torsos sin cabezas y, más desagradable, un corazón, pulmones, riñones e intestinos.
Con su testimonio y los restos de las víctimas los agentes tenían pruebas suficientes como para acusarlo, y le recomendaron la defensa de un abogado. Nilsen rechazó toda defensa legal en un principio, considerando que era capaz de defenderse solo, pero finalmente los mismos agentes le consiguieron un representante para el juicio. Su primer abogado le aconsejó declararse culpable, pero cuando su caso llegó al Tribunal de Old Bailey, ya había cambiado de letrado. Este le había dicho que cambiase su primera alegación por la de "responsabilidad disminuida" debida a un trastorno mental.
Dennis "amaba" a sus víctimas, se enamoraba de ellas. Ese fue el motivo que le llevó al asesinato. No estaba consciente de las muertes, según mostró en las confesiones o los poemas que escribía a los cadáveres:
Una de sus víctimas descuratizadas dentro de una bolsa.
"Le puse al joven los calzoncillos, la camiseta y los calcetines y volví a taparlo. Me bañé, me metí en la cama con él, lo acurruqué contra mí abrazándolo y empecé a explorar su cuerpo por debajo de las sábanas; entonces me di cuenta de que su cuerpo estaba frío y mi erección desapareció automáticamente, al día siguiente lo coloqué en el suelo de la cocina y decidí descuartizarlo, pero me resultaba imposible hacer nada que pudiera estropear aquel cuerpo maravilloso".
"Aquí, en el umbral de la abundancia, nada hay ahora. Sólo tú en mis brazos, más unas figuras sombrías que se acercan con algunas formalidades para hacerte entrar en su "sistema", y yo. Pienso en tu vida solitaria. Pronto será mañana y se meterán en nuestros asuntos La intimidad no tiene fronteras que no puedan ser franqueadas en nombre de la ley".
El mismo Dennis llegó a su propia conclusión, que explicó al jurado: "Puede ser que cuando mataba a aquellos hombres me matase a mí mismo, pues me quedaba de pie muy apenado y sumido en una profunda tristeza, como si acabase de morir un ser muy querido".
Finalmente, todos los miembros del jurado estuvieron de acuerdo en declarar a Dennis Andrew Nilsen culpable de la muerte de seis personas y dos tentativas de asesinato, por lo que el juez le condenó a cadena perpetua, como mínimo 25 años de condena.
Dennis Nilsen

Donato Bilancia - El Asesino del Tren

Obligaba a las víctimas a arrodillarse y les disparaba. Italia tuvo conciencia de que estaba en presencia de un nuevo asesino en serie, el número 39 desde los años cincuenta, lo que le ha dado el quinto puesto en el mundo, tras Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Alemania y Francia. El retrato hablado y las dos primeras letras del coche Mercedes oscuro que utilizaba, que fueron vistos por testigos, cerraron el cerco sobre Donato Bilancia, un individuo violento, con antecedentes de robo y agresiones.
Empedernido jugador en casinos de Italia y el extranjero, contrajo deudas millonarias que le llevaron a robar a gente conocida, a las que luego mató para que no lo denunciaran. Algunos de los crímenes los habría realizado también como sicario a sueldo de la filial genovesa de un clan mafioso de Cosa Nostra. Otros crímenes de mujeres habrían sido sólo para calmar la ira que le provocaba perder jugando al póker o a la ruleta.


El asesino, de 49 años, comenzó su cadena de crímenes con el homicidio de una prostituta el 24 de octubre de 1997 y sembró durante seis meses el pánico en Liguria, Italia, especialmente entre las mujeres, que fueron su principal objetivo. Al principio se atribuyeron los homicidios a reyertas entre bandas rivales en el mundo de la prostitución y las drogas, pero más adelante se comprobó que el homicida seguía unas pautas muy concretas.
Sólo cuando dos mujeres jóvenes aparecieron muertas en sendos lavabos de trenes de la zona, también arrodilladas y con un tiro en la nuca disparado por la misma arma, cundió la alarma.
Las dos últimas víctimas, una enfermera y una empleada de hogar, ambas de 32 años, fueron asesinadas en los lavabos de dos vagones de tren, siempre siguiendo el mismo ritual (las obligaba a arrodillarse para pegarles un tiro en la nuca), lo que desató una psicosis de terror tan grande a usar los ferrocarriles estatales, que incluso el fiscal de Génova llegó a pedir a las mujeres que viajaran en tren "sólo lo necesario y siempre acompañadas".
La policía había empezado a advertir a la gente sobre un posible agresor de mujeres después de que se confirmase la búsqueda de un presunto autor o autores de tres homicidios no resueltos en los últimos cuatro meses. En sus comunicados advertían: "Es mejor que todos los ciudadanos que han acordado citas o encuentros con personas a las que no conocen presten la máxima atención y, en caso de duda, llamen a la Policía".


A las similitudes del arma utilizada y el lugar escogido para los asesinatos se había unido la tesis (sin confirmar) de que el homicida habría dejado siempre una carta en la que amenazaba con actuar de nuevo, lo que hizo crecer el pánico entre las jóvenes italianas.
Luego asesinó a dos guardias que lo sorprendieron cuando estaba a punto de matar a un transexual venezolano de nombre Julio Castro alias Lorena, quien resultó sólo herido y fue clave para diseñar su retrato hablado. El 6 de mayo de 1998 delante del hospital genovés de San Martino, Bilancia fue capturado por la policía italiana.
Durante más de una semana guardó silencio absoluto, acogiéndose al derecho de no declarar, hasta que finalmente se derrumbó ante el juez, confesando con estas palabras escalofriantes: "Sí, he sido yo. Las he matado aunque no sé por qué, no estoy bien, ayúdenme a curarme".




El asesino contó con detalle cómo mató a 18 personas desde 1993 hasta pocas semanas antes de su detención, e incluso, le informó de otro crimen que la policía había considerado un fallecimiento natural. Además, la policía tiene pruebas que lo comprometen en el asesinato de una prostituta nigeriana, Evelin Edoghaie, el 29 de marzo de 1998, quien murió en Cogoleto, un pueblo de las cercanías de Génova, tras recibir dos tiros en la nuca.






En respuesta a la tesis de la defensa de que el acusado es un enfermo mental incapaz de entender sus acciones, la fiscalía solicitó se aplicaran numerosos análisis psicológicos, en los cuales se determinó que: Donato Bilancia lejos de estar loco está muy sano de mente, es consciente de todo lo que hace y actúa con verdadera determinación y frialdad.


Finalmente, el 14 de febrero de 2001 el Tribunal de Apelación de Génova lo sentenció a 13 cadenas perpetuas y 26 años de reclusión, tras confesarse el autor de 18 homicidios.
Donato Bilancia

Ed Gein - El carnicero de Plainfield




Bajo el aspecto de debilidad y timidez de este asesino se escondía un canibal asesino. Aparentemente era un hombre inofensivo... pero su personalidad ocultaba un terrible psicópata que convirtió su granja en un matadero humano. Sus espeluznantes crímenes proporcionaron a Hitchcock las bases para su clásica película de terror Psicosis.
En la tarde del 8 de diciembre de 1954, un granjero de Plainfield, en Wisconsin, entró en "la taberna de los Hogan" a echar un trago en esa fría tarde de invierno cuando descubre con espanto un gran reguero de sangre que cubría las tablas de madera del suelo. La propietaria Mary Hogan, había desaparecido.
El sheriff observó que no había señales de lucha aparentes y que la caja registradora seguía llena, pero determinó que la mujer había sido asesinada y que su cuerpo había sido arrastrado hasta un coche que esperaba fuera. Los informes forenses tan sólo confirmaron las conclusiones a las que había llegado el sheriff y no arrojaron ninguna luz sobre el caso. La desaparición de Mary era un misterio.
Aproximadamente un mes después de este suceso, el propietario del aserradero de Wisconsin comentaba el caso con un hombre pequeño y tímido que vivía en una granja de madera a pocos kilómetros de allí. Su nombre era Ed Gein.


Gein vivía solo desde la muerte de su madre en 1945 y se ganaba la vida haciendo toda clase de trabajos a los vecinos de Plainfield. Fue su habilidad en este tipo de trabajos, por la que este hombre de complexión débil, mediana edad, pelo rubio y ojos azules empezó a ser conocido entre las gentes del lugar como una persona trabajadora, cumplidora, fiable pero excéntrica.
El propietario del aserradero no se llevaba muy bien con Gein. Encontraba extremadamente difícil hablar con él por que a veces éste comenzaba a reír con nerviosismo sin motivos como un desequilibrado, o por sus comentarios inoportunos que dejaban a la otra persona sin saber que decir.
En esta ocasión, el hombre recordó que Gein solía sentarse solo en un rincón de la taberna mirando fijamente a la dueña del local absorto en sus pensamientos con una jarra de cerveza, y supuso que estaba enamorado de la mujer. Le sugirió bromeando, que si le hubiese hablado a Mary con claridad de sus sentimientos, probablemente en ese momento estaría en su granja cocinando y esperando a que volviera en lugar de haber desaparecido presumiblemente asesinada. Gein, con un extraño gesto puso los ojos en blanco y le respondió con una de sus conocidas sonrisas: "No está desaparecida. Ahora mismo está en la granja". El hombre se encogió de hombros y no le tomó en serio, después de todo, era el tipo de comentario que se esperaba de él...
Nació el 27 de agosto de 1906, hijo de madre austera y fanática religiosa que despreciaba a su débil y borracho marido. Cuando ambos discutían, que solían hacerlo con frecuencia, el hombre se emborrachaba y pegaba a sus dos hijos.
Desde el primer momento, la vida de Ed estuvo completamente dominada por su madre, quien se había prometido a sí misma que su hijo no sería nunca como esos hombres lascivos, ateos y alcoholizados que veía a su alrededor. Seguía una disciplina muy dura castigando a sus hijos, e incapaz de darles el consuelo y el amor de una madre.




Foto de su última víctima (Bernice Worden) tomada por la policia en el momento de la inspección de su domicilio, el cadaver se encontraba decapitado y con el cuerpo completamente abierto en canal.
Gein no tubo contacto con otros niños, pues todo el mundo suponía ante los ojos de esa madre una amenaza para la pureza moral de su hijo. Así durante treinta y nueve años hasta que la mujer moría víctima de un ataque al corazón, dejando tras ella un hombre dependiente, reprimido y sólo, en un mundo que apenas comprendía.
La mañana del sábado 16 de noviembre de 1957, Ed Gein asesinaba a la dueña de la ferretería del pueblo, Bernice Worden, disparándole una bala con su viejo rifle de caza del calibre 22. También en esta ocasión se llevó el cadáver en la furgoneta, dejando el suelo del local encharcado de sangre. Pero esta vez, habría un testigo... el libro de contabilidad. En su última anotación, figuraba el nombre de Ed Gein, a quién habría vendido su último anticongelante.
Dos oficiales de la policía arrestaron a Gein, mientras otros dos se dirigían inmediatamente hacia su granja con la intención de llevar a cabo un registro. Al pasar dentro, el sheriff sintió como algo le rozaba el hombro, y al volverse se topó con un cuerpo decapitado de mujer con un profundo agujero en el estómago que colgaba del techo.
Después de recuperarse del shock por el horror que habían presenciado, y tras pedir ayuda por radio, los dos hombres volvieron a la casa.
El cadáver colgaba de un gancho por el tobillo y con un alambre le habían sujetado el otro pie a una polea. Habían rajado el cuerpo desde el pecho hasta la base del abdomen, y las tripas brillaban como si las hubiesen lavado y limpiado.


No había duda que el causante de ese terrorífico espectáculo era una persona enferma. Era difícil de creer que un ser humano pudiera vivir allí. Por todas partes se veían montañas de basura y desperdicios, cajas de cartón, latas vacías, herramientas oxidadas, excrementos, revistas pornográficas, de terror y de anatomía humana, chicles pegados en las tazas y una dentadura sobre el mantel de la mesa...
Había varios cráneos por la cocina, algunos partidos por la mitad y empleados como cuencos. Más tarde, en cuanto llegaron más patrullas, se descubrió en el interior de la casa todo el horror que allí escondía. Había varios cráneos esparcidos por la cocina, unos intactos y otros partidos por la mitad y empleados como cuencos.
Una inspección más detenida reveló que una de las sillas de la cocina estaba hecha con piel humana, como las pantallas de las lámparas, las papeleras, las fundas de los cuchillos e incluso alguna prenda de vestir, como un chaleco o un cinturón formado con pezones humanos.
Entre los más atroces descubrimientos, se encontraron unas cajas con los restos humanos pertenecientes a diferentes cuerpos sin identificar, el corazón y la cabeza amputada de Bernice Worden en una bolsa de plástico, una colección de nueve máscaras de piel humana con el pelo intacto, de las cuales, cuatro colgaban en la pared que rodeaba la cama de Gein, etc.
Había decorado el interior de su casa de madera con esas máscaras confeccionadas con tiras de piel procedentes de auténticos rostros humanos y con los cráneos colgados de las columnas de su cama.
La única habitación de la casa que parecía normal era una sellada con tablones en la puerta y perfectamente ordenada... la de su madre. Desde que su madre muriera en 1945, doce años antes, la habitación había estado cerrada con clavos como un sepulcro. Ed explicó a la policía después de su detención que después de su fallecimiento, su madre se mantuvo en contacto con él durante más de un año, hablándole mientras se adormecía. Dijo que había sido en esa época cuando desarrolló su fascinación por la anatomía. Le fascinaban los reportajes sobre la operación de cambio de sexo y se planteó el convertirse él mismo en mujer.
Gein declaró que tan sólo recordaba, muy confusamente, haber matado a Bernice Worden, y que los demás restos humanos que se habían hallado en la granja pertenecían a nueve cadáveres que había sacado del cementerio. Explicó que en los últimos años sentía de vez en cuando la necesidad de profanar tumbas, y que en algunas ocasiones incluso conocía a las víctimas en vida y se enteraba de sus muertes leyendo los periódicos. Luego, en la noche del entierro, se dirigía al cementerio, sacaba el cadáver y rellenaba de nuevo la tumba (eso lo pudo comprobar la policía más tarde, cuando al exhumar las tumbas, algunas de las que Gein había dicho, se encontraban vacías).
Muchos de los objetos domésticos y muebles que se descubrieron a raíz del arresto de Gein, procedían de las profanaciones de tumbas. Unas veces arrastraba cadáveres enteros hasta su casa, otras cortaba las partes más interesantes y se las llevaba como recuerdo.
En su casa guardaba varias cabezas casi intactas, además elaboraba muebles con la piel y huesos de los cadaveres, asimismo se elaboró prendas de vestir como un chaleco con la piel humana de sus víctimas.
El 30 de marzo de 1958 la casa de Gein fue arrestada, después de correrse el rumor de que estaba destinada a convertirse en una atracción para turistas como la Casa de los Horrores. De todas formas, su camioneta Ford sobrevivió y se vendió en una subasta pública para ser utilizada en ferias locales con un letrero que anunciaba: ¡El coche de Ed Gein! ¡Vea el coche que transportó a los muertos de las tumbas!






Los médicos del hospital Central del Estado deciden que el asesino no está capacitado para ir a un juicio y es internado hasta los años 68, cuando después de un juicio que duraría una semana, se le declara culpable de dos asesinatos, pero al aducirse su locura, es de nuevo internado.
El caso de Ed Gein es, desde un punto de vista médico, uno de los más complejos de la criminología. Voyerismo, fetichismo, travestismo y puede que necrofilia, integraban su personalidad.
Sin embargo, a medida que se iba conociendo su verdadera historia se hizo evidente que esas perversiones eran meras manifestaciones de una psicosis profunda, un trastorno mental que tenía sus raíces en la relación anormal que tenía con la madre.




Cuando los psiquiatras comenzaron a considerar las posibles razones de su comportamiento patológico, supusieron que se trataba de un caso de "Complejo de Edipo", que Gein estaba enamorado de su madre y que a raíz de su muerte se obsesionó en buscar a alguien que la sustituyera, pues se encontraron extraordinario parecido entre sus víctimas y su madre. De niño, buscaba el amor de su madre de manera obsesiva, que le era negado una y otra vez, fue así como en su mente se desarrolló una nueva personalidad, un Ed que odiaba a la mujer.
Gein murió por insuficiencia respiratoria el 26 de julio de 1984, tras décadas de reclusión en una unidad psiquiátrica, donde resultó ser un paciente modelo. En la actualidad, sus restos descansan en el cementerio de Plainfield, al lado de los de su madre...

Ed Gein

Ed Kemper - El Gigante Asesino


Con 2,05m de altura y 135 kilos de peso era conocido como el "gigante asesino". Edmund Emil Kemper nació el 18 de diciembre de 1948 en California. Como la mayoría de los asesinos recurrentes, se crió en el seno de una familia conflictiva cuyos padres reñían constantemente y que con el tiempo terminarían divorciándose.
Criado por una madre terrible, que no vacilaba en encerrarlo en el sótano de su casa, Edmund Kemper se vuelve muy tímido y se aísla más y más. Sueña con vengarse e imaginando juegos mórbidos en los cuales tienen un papel esencial la muerte y la mutilación.
Nadie toma en serio sus fantasías morbosas, ni siquiera cuando a los ocho años juega a la silla eléctrica o a la cámara de gas con su hermana, desempeñando él papel de víctima mientras su hermana hacía de verdugo y lo ejecutaba.
Su primera víctima es el gato de la familia. Le entierra vivo y le corta la cabeza, la cual lleva orgulloso a casa, donde la exhibe en su cuarto como un trofeo.


Es incapaz de expresar cualquier sentimiento de afecto y sus compañeros evitan su presencia, pues les asusta la manera en la que Kemper les mira fijamente, sin pronunciar palabra.
A los 13 años mata a su segunda víctima de sus experimentos, otro gato. Mata al animal a machetazos y su madre descubre los restos del animal ocultos en el armario. Le había cortado el cráneo para exponer el cerebro y luego lo apuñaló innumerables veces.
En 1963, su madre lo manda a vivir a la granja de sus abuelos paternos, que viven en un rancho de California. Es allí a los 16 años de edad, cuando dispara contra su abuela con un rifle del calibre 22 y luego la apuñala una y otra vez para desahogar su ira, porque según él, era más estricta y le imponía más castigos que su propia madre. Después le pegó un tiro a su abuelo y dejó el cadáver tendido en el jardín. Tras estos crímenes, llama a su madre desconcertado para informarla. Cuando los policías le interrogan sobre los motivos, responde: "Solo quería saber lo que se sentía matando a mi abuela".
Las autoridades lo internaron en un hospital de alta seguridad en Atascadero. En 1969 pese a la oposición de los psiquiatras, lo soltaron cuando tenía 21 años, para ponerlo de nuevo al cuidado de su madre.
Para aquel entonces ya medía 2,05 metros de estatura y pesaba unos 135 kilos.
El "gigante asesino" no elegía sus víctimas al azar, las somete a un cuestionario escrupuloso preparando con anterioridad una lista de características físicas y morales de sus futuras víctimas. Es absolutamente necesario que corresponda a la imagen que tiene de las estudiantes que su madre le había prohibido frecuentar. En mayo de 1972 recogió en su coche a dos autostopistas de 18 años, las llevó a un sitio apartado y allí las mató a puñaladas. Luego, trasladó los cuerpos a casa de su madre, les sacó fotografías con una Polaroid, las descuartizó y les cortó la cabeza, al día siguiente entierra los cadáveres en las montañas cerca de las inmediaciones y arroja las cabezas a un barranco.
En septiembre de 1972, cuatro meses después mata a otra joven de 15 años de una manera similar, recogiéndola cuando hacía autostop, estrangulándola, violando el cadáver y llevándoselo a casa.


Mientras se entregaba a esta orgía criminal acudió a una de las evaluaciones psiquiátricas a las que debía someterse con regularidad, y fingió tal lucidez que según los peritos que lo examinaron, ya no representaba una amenaza para sí mismo ni para los demás. Ese día llevaba en el maletero de su coche la cabeza decapitada de su víctima más reciente.
Ed espera otros cuatro meses antes de volver a matar. En febrero de 1973, amenaza a punta de pistola a otra estudiante para que se meta en el maletero, antes de llegar a su casa la ha matado, coloca el cadáver encima de su cama y lo viola. Desmiembra el cuerpo en la bañera y arroja los restos al mar, la cabeza la entierra al pie de la ventana del cuarto de su madre.
En febrero de 1973, otras dos chicas caen bajo los golpes del "gigantón de Santa Cruz". Kemper amontona los cadáveres en el maletero y regresa a casa de su madre, donde cena tranquilamente. Luego baja a decapitar los cuerpos.
Finalmente Kemper mata a su madre a martillazos mientras dormía, antes de decapitarla y de violar su cadáver. Más tarde pone la cabeza de su madre sobre la repisa de la chimenea y le lanza flechitas mientras la insulta.
Esa noche telefonea a una amiga de su madre y la invita a cenar. Tan pronto como se sienta la golpea, la estrangula y la decapita.


Tras esto decide entregarse a la policía. El objetivo principal había desaparecido, dijo más tarde a la policía intentando explicar su decisión por entregarse. En sus confesiones posteriores reconoce que lo que más deseaba era saborear su propio triunfo sobre la muerte de los demás. Él vencía a la muerte y vivía mientras los demás morían. Esto actuaba sobre él como una droga, empujándolo a querer cada día más gloria en su victoria personal a la muerte.
En vida, la muerte siempre estaba con él.
Al preguntársele como reaccionaba cuando veía a una muchacha bonita en la calle, contestaba: Un lado de mí, dice, "que chavala tan atractiva, me gustaría hablar con ella, salir con ella", pero otra parte de mí se pregunta cómo quedaría su cabeza pinchada en un palo.
Edmund Kemper fue declarado culpable de ocho asesinatos en primer grado. Cuando le preguntaron qué castigo pensaba que merecía, contestó que "la muerte por tortura".
Con ocho condenas por asesinato en primer grado, Kemper escapa a la pena de muerte porque acaba de ser abolida en el estado de California, donde más tarde fue restablecida.
En 1978, Robert Ressler (psicólogo y criminólogo que acuñó el término de "serial killer"), y John Douglas (Jefe de la unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI), que en aquella época estaban haciendo un estudio sobre la psicología del asesino en serie, decidieron interrogar a Kemper en su celda de California, en dónde se encontraba cumpliendo varias condenas de cadena perpetua.
El reo aceptó entusiasmado la entrevista, y tras entregar sus armas y firmar un documento que exime toda responsabilidad a las autoridades carcelarias de lo que pueda pasar en el interior, los dos hombres se encontraron cara a cara con aquel curioso asesino de talla descomunal y tupido bigote.






Su inteligencia era como su talla, sobresaliente. Según los registros de la prisión, su cociente intelectual era de 145.
Allí les comentó que su madre siempre le había odiado, pues desde niño él se parecía a su padre. Cuando cumplió 10 años ya era un gigante para su edad, y como su madre temía que pudiera abusar sexualmente de su hermana, lo hacía dormir en un sótano que no tenía ventanas.
Recluido como un preso y obligado a sentirse culpable y peligroso cuando no había hecho nada malo, se fue obsesionando con la idea de matar. Cuando sus padres se separaron, mató y descuartizó a los dos gatos de la familia, (según los dos investigadores, la crueldad infantil hacia los animales es el rasgo principal de los tres que caracterizan la personalidad del asesino múltiple. Las otras dos son la piromanía y la enuresis o incontinencia urinaria durante el sueño).
Kemper trató una vez de entrar a formar parte de la Policía de Carreteras de California, pero lo rechazaron. (También esta característica es común en muchos de estos criminales. Si se tiene en cuenta que la mayoría de ellos son individuos fracasados y resentidos, no es de extrañar que en algún momento se ilusionen con la idea de convertirse en policías, que son los representantes de la autoridad e inspiran respeto).




Kemper les contó que posteriormente frecuentaría los sitios de reunión de los agentes y entablaba conversación con ellos, lo cual no sólo le hacía sentirse integrante del grupo sino que le proporcionaba información reservada sobre el avance de las investigaciones de sus crímenes.
Una inquietante anécdota que los investigadores relataban, es que al final de la tercera entrevista, Robert Ressler aprieta el timbre para llamar a la guardia, llama tres veces en un cuarto de hora. Sin respuesta Kemper advierte a su entrevistador de que no sirve de nada ponerse nervioso, pues es la hora del relevo y de la comida de los condenados a muerte, y agrega que nadie contestará a la llamada antes de otro cuarto de hora por lo menos: "Y si de repente me vuelvo majareta, vaya problema que tendrías , ¿verdad? Podría desenroscarte la cabeza y ponerla encima de la mesa para darle la bienvenida al guardia...".
Nada tranquilo, Ressler le contesta que esto no volvería más fácil su estancia en la cárcel. Kemper le responde que tratar así a un agente del FBI provocaría, al contrario, un enorme respeto entre los demás prisioneros. "No te imagines que he venido aquí sin medios de defensa", le dice Ressler. "Sabes tan bien como yo que está prohibido a los visitantes llevar armas", responde Kemper, mofándose.
Conocedor de las técnicas de negociación Ressler intenta ganar tiempo. Finalmente, el guardia aparece y abre la puerta, Ressler suspira con alivio. Al salir de la sala de entrevistas, Kemper le dirige un guiño y poniéndole el brazo sobre el hombro, le dice sonriendo: "Ya sabes que sólo bromeaba, ¿no?"

El Gigante asesino

Cayetano Santos Gordino - El Petiso Orejudo

La ciudad porteña de Buenos Aires vio nacer, el 31 de octubre de 1896, al hijo de los inmigrantes calabreses Fiore Gordino y Lucía Ruffo. Este niño quién llevaría el nombre de Cayetano Santos horrorizaría a la Argentina algunos años más tarde bajo el apelativo de el "Petiso Orejudo".
Fiore fue quizá responsable en parte de haber engendrado a quién se convertiría en el primer criminal en serie en la historia policial argentina. Alcohólico y golpeador, había contraído la sífilis tiempo antes del nacimiento de Cayetano. El niño vino al mundo con graves problemas de salud, de hecho, durante sus primeros años de vida estuvo varias veces al borde de la muerte a causa de una enteritis.
La niñez de Cayetano transcurre en la calle, vagando. A partir de los cinco años concurre a varias escuelas de donde siempre es expulsado por su falta de interés en los estudios y su comportamiento rebelde. El escenario de sus correrías y carrera criminal serían los baldíos y conventillos de los barrios de Almagro y Parque Patricios, por entonces todavía al borde de la pampa. Es una zona de quintas, de retiro, de descanso. Pero también es un arrabal desgranado de paisanos y extranjeros.
El 28 de septiembre de 1904, contando con apenas 7 años, Cayetano da inicio formal a su carrera criminal, a fuerza de engaños lleva a Miguel de Paoli, de casi dos años hasta un baldío y allí lo golpea para luego arrojarlo sobre un montón de espinas, un policía que pasaba se percata de lo sucedido y lleva a ambos niños a la comisaría de donde serían recogidos mas tarde por sus respectivas madres.
Al año siguiente, Cayetano agrede a su vecina Ana Neri, de apenas 18 meses. Le conduce hasta un baldío en donde le golpea repetidamente en la cabeza con una piedra. Nuevamente es descubierto por un policía quién pone fin al ataque y le detiene, pero, dada su corta edad es dejado en libertad esa misma noche.
Extrañamente, el que sería el primer asesinato de Cayetano pasó desapercibido y solamente sería descubierto años después cuando lo relata, en su confesión ante la policía. Según él cuenta, en 1906 toma a una niña de aproximadamente 2 años y la lleva hasta un baldío sobre la calle Río de Janeiro donde intenta estrangularla, después, decide enterrarla viva en una zanja que cubre con latas. Las autoridades, al conocer este crimen, se trasladan hasta el lugar pero se encuentran con que se había edificado una casa de dos pisos. La historia no pudo ser corroborada a pesar de que los archivos policiales registran una denuncia por desaparición con fecha 29 de marzo de 1906, de una niña de tres años de nombre María Roca Face, tomada en la comisaría 10ª. La niña desaparecida nunca fue encontrada.






Ese mismo año, al parecer apenas algunos días después de cometer su primer asesinato, Cayetano sería denunciado ante la policía por su padre al descubrir que ha martirizado a algunas aves domésticas. Fiore encuentra dentro de un zapato de su hijo un pájaro muerto y, debajo de su cama, una caja en donde guarda los cadáveres de otras aves. A continuación se reproduce el acta que en aquella ocasión fue levantada.
"En la Ciudad de Buenos Aires, a los 5 días del mes de abril del año 1906, compareció una persona ante el infrascripto. Comisario de Investigaciones, la que previo juramento que en legal forma prestó, al solo efecto de justificar su identidad personal dijo llamarse Fiore Godino, ser italiano, de 42 años de edad, con 18 de residencia en el país, casado, farolero y domiciliado en la calle 24 de Noviembre 623. Enseguida expresó: que tenía un hijo llamado Cayetano , argentino, de 9 años y 5 meses, el cual es absolutamente rebelde a la represión paternal, resultando que molesta a todos los vecinos, arrojándoles cascotes o injuriándolos; que deseando corregirlo en alguna forma, recurre a esta Policía para que lo recluya donde crea oportuno y para el tiempo que quiera. Con lo que terminó el acto y previa íntegra lectura, ser ratificó y firmó. Fdos: FRANCISCO LAGUARDA, Comisario. -Fiore Godino"."Se resolvió detener al menor Cayetano Godino y ser remitió comunicado a la Alcaidía Segunda División, a disposición del señor Jefe de Policía"
Cayetano pasó recluido poco más de dos meses y después regresa a las calles, como ya no asiste a la escuela vuelve a dedicarse a la vagancia, sumido en sus morbosas fantasías, masturbándose continuamente.
El 9 de septiembre de 1908 vuelve a las andadas, conduce a Severino González Caló, de 2 años, a una bodega ubicada frente al Colegio del Sagrado Corazón, ahí lo sumerge en una pileta para caballos cubriéndola después con una tabla para ahogar al pequeño. El propietario del lugar, Zacarías Caviglia, descubre la tentativa pero Godino se defiende diciendo que el niño había sido llevado hasta allí por una mujer vestida de negro de la que suministra señas particulares. Es conducido a la comisaría de donde es recogido al día siguiente.


Seis días más tarde, el 15 de septiembre, en Colombres 632, quema con un cigarrillo los párpados de Julio Botte, de 22 meses de edad. Es descubierto por la madre de la víctima, pero alcanza a huir.
El 6 de diciembre Fiore y Lucía Godino, cansados de los continuos problemas causados por Cayetano vuelven a entregarlo a la policía, esta vez es enviado a la Colonia de Menores Marcos Paz en donde permanece por tres años. Durante su encierro concurre a clases en donde medio aprende a leer y escribir.
La estancia de Cayetano en Marcos Paz, lejos de regenerarlo, le endurece. El 23 de diciembre de 1911 regresa a las calles; ahora es un criminal frío y terriblemente potenciado.
Su liberación se da, al parecer, a petición de sus padres con quienes regresa a vivir. En un fútil intento por redimirlo de su secuela criminal se habían ocupado de conseguirle trabajo en una fábrica, por desgracia solamente es capaz de mantener el puesto por tres meses.
Nuevamente comienza a vagar por las calles, pero esta vez no se circunscribe a los barrios conocidos, sus vagabundeos le llevan a frecuentar lugares y personas del más bajo nivel de moral de la pujante ciudad de Buenos Aires. Asimismo , comienza a sufrir fuertes dolores de cabeza que se traducían en ganas de matar, sobre todo después de tomar alcohol.
1912 es un año que marca hitos en más de una historia, por un lado se desata la guerra en los estados balcánicos y por otra el Titanic se lleva al fondo del mar toda la gloria y pompa con que fue bautizado.
El 17 de enero del fatídico 1912 Cayetano, quién ya es conocido en las calles con el sobrenombre de "Petiso Orejudo", se introduce en una bodega de la calle de Corrientes y da rienda a otra de sus grandes pasiones; el fuego. El incendio que provoca tarda cuatro horas en ser sofocado por los bomberos. Después de su arresto declararía:






"Me gusta ver trabajar a los bomberos… es lindo ver como caen en el fuego."
El 26 de enero de 1912 un crimen aterrador conmueve a la sociedad porteña. El cadáver del menor Arturo Laurora, de 13 años es encontrado en una casa puesta en alquiler en la calle Pavón. El cuerpo es descubierto, golpeado y semidesnudo, con un trozo de cordel atado al rededor del cuello. Su desaparición había sido reportada apenas el día anterior. Las investigaciones no conducen a ningún lado. Posteriormente Cayetano confesaría la autoría de este crimen.
El 7 de marzo siguiente Cayetano prende fuego a las ropas de Reyna Bonita Vaínicoff de cinco años, la pequeña fallece 16 días después de debatirse entre la vida y la muerte en el Hospital de Niños.
En los meses siguientes el Petiso causa dos incendios más que son controlados fácilmente por los bomberos sin que se produzcan víctimas
El 24 de septiembre, mientras trabaja en una bodega propiedad de Paulino Gómez, Cayetano mata de tres puñaladas a una yegua. No fue detenido por falta de pruebas. Apenas unos días después prende fuego a la Estación Vail de la compañía de tranvías Anglo-Argentina, el incendio fue controlado por los bomberos.
En noviembre 8 el Petiso Orejudo, con engaños como siempre, convence a Roberto Russo de 2 años a acompañarlo a un almacén en donde supuestamente le compraría unos caramelos. Le lleva hasta un alfalfar a pocas cuadras en donde le ata los pies y procede a ahorcarlo con un trozo de la cuerda que usa para atarse los pantalones, son descubiertos por un peón del alfalfar quién los entrega a las autoridades. Cayetano declara haber encontrado atado al niño y estarlo rescatando cuando son descubiertos, es liberado por falta de mérito.






El 16 del mismo mes, en un baldío situado en las calles de Deán Funes y Chiclana, intenta golpear a Carmen Gittone de 3 años. Un vigilante hace acto de presencia y el agresor consigue escapar. Días después, el 20 de noviembre, se lleva de la esquina de Muñiz y Directorio a la niña Catalina Naulener de 5 años. Busca un baldío por la calle Directorio, pero antes de encontrarlo la menor se resiste a seguir. Godino se descontrola y la golpea. El dueño de la casa ubicada en el número 78 de la mencionada calle interviene y Cayetano logra huir de nuevo.
El último crimen del Orejudo es probablemente el mejor documentado de su espectacular carrera, su víctima, Gerardo Giordano de apenas tres años sale, como todas las mañanas después de desayunar con sus padres, de su casa ubicada en la calle Progreso número 2185 para reunirse con sus amiguitos y jugar a todo aquello que acostumbran jugar los niños en esa edad. Esa misma mañana del 3 de diciembre, a pesar de los acostumbrados gritos de su padre, Cayetano sale de su casa ubicada en Urquiza 1970, ya lleva clavada entre los ojos la determinación terrible de matar.
Después de vagabundear un rato por las calles, Santos Godino encuentra, en la calle Progreso un grupo de chicos jugando. Se les suma sin despertar ninguna sospecha porque, después de todo, su aspecto de idiota siempre le ha permitido ganar la confianza de sus víctimas
Poco después consigue convencer a Gerardo para que lo acompañe a comprar unos caramelos. Un rato antes y sin éxito, invitó a Marta Pelossi, de 2 años de edad; pero la menor, asustada, se refugió en su domicilio.
Así pues, víctima y homicida se encaminan sin apuro hacia el almacén ubicado en Progreso 2599 en donde compran dos centavos de caramelos de chocolate. Enseguida el más chico los reclama, pero Godino, imperturbable, resuelve dosificarlos: le permite algunos, y le promete los demás si acepta acompañarlo hasta cierto lugar alejado, la Quinta Moreno.
Una vez en la entrada, el chico llora y se resiste a entrar. Pero el asesino lleva hecho demasiado, ni siquiera vacila: lo agarra con violencia de los brazos, lo introduce en la quinta y lo arrincona cerca de un horno de ladrillos. Lo derriba con fuerza y lo aquieta poniéndole la rodilla derecha sobre el pecho. Godino conoce el mecanismo: con apuro, pero sereno, se quita el piolín que lleva por cinturón (se trata de esos lazos de algodón que se utilizan en albañilería para sostener las plomadas), y empieza a enrollarlo en el cuello de Gerardo, le da 13 vueltas y procede a estrangularlo. Pero Gerardo intenta levantarse, así que Cayetano procede a atarle de pies y manos cortando la cuerda con un cerillo encendido. De nuevo procede a asfixiarlo con el cordel pero el chiquillo se resiste a morir. Una idea cruza por la mente de Cayetano; ¿Por que no atravesarle la cabeza con un clavo?
Uniendo la acción a la idea el Petiso se da a la tarea de encontrar la herramienta deseada, su búsqueda le lleva al exterior del local en donde topa con el padre de Gerardo quién le pregunta por el paradero del niño, imperturbable, Cayetano, le responde no haberlo visto y le sugiere dirigirse a la comisaría más próxima a levantar un reporte.
Mientras tanto el Orejudo encuentra un viejo clavo de 4 pulgadas, regresa con él junto a su víctima, usando una piedra como martillo lo hunde en la sien del niño moribundo y después de cubrirlo con una vieja lámina de zinc huye de la escena del crimen.
Esa noche, durante la velación de su víctima, Cayetano hace acto de presencia. Después de observar durante algún tiempo el cadáver de Gerardo huye llorando del lugar. (Según declaró posteriormente, deseaba ver si el cadáver aun tenía el clavo en su cabeza) Para su desgracia dos policías, el Subcomisario Peire y el principal Ricardo Bassetti ya habían ligado cabos con casos anteriores y esa misma madrugada se allanó el hogar de los Gordino arrestando a Cayetano, encontrando en sus bolsillos un artículo de periódico aun fresco que relataba los pormenores del asesinato y en sus pantalones restos del piolín con que había intentado ahorcar a Gerardo.

Tras ser detenido confesó cuatro homicidios y numerosas tentativas de asesinatos. En una primera instancia, Santos Godino fue declarado irresponsable y se lo recluyó en el Hospicio de las Mercedes, en el pabellón de alienados delincuentes, donde atacó a dos pacientes. Uno estaba inválido en una cama. Otro se movía en silla de ruedas. Después intentó huir.
Lo trasladaron a la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras y finalmente, en 1923 se le trasladó al penal de Ushuaia, la provincia más austral de la Argentina, a la "Cárcel del Fin del Mundo". En 1927 los médicos del penal le hicieron una cirugía estética en las orejas, porque creían que allí radicaba su maldad. Obviamente este tratamiento "radical" no sirvió de nada.
En 1936 pidió la libertad y se la negaron: de los dictámenes médicos elaborados por los doctores Negri y Lucero y los doctores Esteves y Cabred se concluye que;
"Es un imbécil o un degenerado hereditario, perverso instintivo, extremadamente peligroso para quienes lo rodean"
De su vida de recluso se sabe poco. Apenas alguna anécdota como la siguiente: en 1933, consiguió detonar la furia de los presos porque mató al gato mascota del penal arrojándolo junto con los leños al fuego; le pegaron tanto que tardó más de veinte días en salir del hospital.
Las circunstancias de su muerte, ocurrida en Ushuaia el 15 de noviembre de 1944 siguen siendo nebulosas. Supuestamente murió a causa de una hemorragia interna causada por un proceso ulceroso gastroduodenal, pero se sabe que había sido maltratado y, con frecuencia, violentado sexualmente. Sobrellevó los largos días de la cárcel, sin amigos, sin visitas y sin cartas. Murió sin confesar remordimientos.
El penal de Ushuaia fue finalmente clausurado en 1947. Cuando el cementerio fue removido sus huesos ya no estaban.
El petiso orejudo

Erzsébet Bathory - La Condesa Sangrienta

El caso de este personaje resulta verdaderamente interesante para la historia del crimen en serie, partiendo en un principio del hecho que sea una de las pocas mujeres que haya asesinado de una manera tan cruel... a cerca de 650 niñas.
Además de una perversión sádica y sexual, la Condesa Elizabeth Báthory sentía especial atracción por la sangre, y no sólo se contentaba de beberla, como es habitual en los llamados asesinos vampíricos, sino que se bañaba en ella con el fin de impedir que su piel envejeciese al paso de los años.
Nace en 1560 en el seno de una de las más ricas familias húngaras.
Si bien pertenecía a la más ilustre y distinguida aristocracia, siendo su primo Primer Ministro de Hungría, y su tío Rey de Polonia, también existen antecedentes esotéricos entre los miembros de su familia, como pueden ser un tío adorador de Satán y otros familiares adeptos a la magia negra o la alquimia, entre los que se
puede contar a la propia Báthory, ya que desde su infancia había sido influida por las enseñanzas de una nodriza que se dedicaba a las prácticas brujeriles.


Cuando sólo contaba con 15 años se casa con un noble, el conde Nadasdy, gran guerrero conocido como "El Héroe Negro", y se van a vivir en un solitario castillo en los Cárpatos.
El conde no tarda en ser reclamado en una batalla, por lo que se ve obligado a dejar sola a Elizabeth por un tiempo.
Al cabo de muchos momentos en espera de su marido, ésta se aburre por el continuo aislamiento al que estaba sometida, y se fuga para mantener una relación con un joven noble al que las gentes del lugar denominaban "el vampiro" por su extraño aspecto. En breve regresa de nuevo al castillo y empieza a mantener relaciones lésbicas con dos de sus doncellas.
Desde ese momento, y para distraerse de las largas ausencias de su marido, comienza a interesarse sobremanera por el esoterismo, rodeándose de una siniestra corte de brujos, hechiceros y alquimistas.
A medida que pasaban los años, la belleza que la caracterizaba se iba degradando, y preocupada por su aspecto físico pide consejo a la vieja nodriza. Ésta, le indica que el poder de la sangre y los sacrificios humanos daban muy buenos resultados en los hechizos de magia negra, y le aconseja que si se bañaba con sangre de doncella, podría conservar su belleza indefinidamente...


En esa época, la Condesa tubo su primer hijo, al que siguieron tres más, y si bien su papel maternal le absorbía la mayor parte del tiempo, en el fondo de su mente seguían resonando las palabras tentadoras de la nodriza: "belleza eterna". Al principio intentó alejarlas de sí, posiblemente no por falta de deseo o valor, sino por temor a las consecuencias de cara a la aristocracia, pero años más tarde cuando su marido fallece no tarda en probar los placeres sugeridos por la bruja.


Al poco tiempo moriría su primera víctima: una joven sirvienta estaba peinando a la Condesa, cuando accidentalmente le dio un tirón. Ésta, en un ataque de ira le propinó tal bofetada que la sangre de la doncella salpicó su mano. Al mirar la mano manchada de sangre, creyó ver que parecía más suave y blanca que el resto de la piel, llegando a la conclusión que su vieja nodriza estaba en lo cierto y que la sangre rejuvenecía los tejidos. Con la certeza de que podría recuperar la belleza de su juventud y conservarla a pesar de sus casi cuarenta años, mandó que cortasen las venas de la aterrorizada sirvienta y que metiesen su sangre en una bañera para que pudiera bañarse en ella.
A partir de ese momento, los baños de sangre serían su gran obsesión, hasta el punto de recorrer los Cárpatos en carruaje acompañada por sus doncellas en busca de jóvenes hembras a quienes engañaban prometiéndoles un empleo como sirvientas en el castillo. Si la mentira no resultaba, se procedía al secuestro drogándolas o azotándolas hasta que eran sometidas a la fuerza. Una vez en el castillo, las víctimas eran encadenadas y acuchilladas en los fríos sótanos bien por un verdugo, un sirviente o por la propia Condesa, mientras las víctimas se desangraban y llenaban su bañera.
Una vez dentro de la pila, hacía que derramasen la sangre por todo su cuerpo, y al cabo de unos minutos, para que el tacto áspero de las toallas no frenase el poder de rejuvenecimiento de la sangre, ordenaba que un grupo de sirvientas elegidas por ella misma lamiesen su piel. Si estas mostraban repugnancia o recelo, las mandaba torturar hasta la muerte. Si por el contrario reaccionaban de forma favorable, la Condesa las recompensaba.
En algunas ocasiones, las víctimas que le parecían más sanas de mejor aspecto eran encerradas durante años en los sótanos para ir extrayendo pequeñas cantidades de sangre mediante incisiones afín que la dueña del castillo pudiera bebérsela.
Por otro lado, las calaveras y los huesos eran también aprovechados por los hechiceros del castillo, convencidos que sólo un sacrificio humano podía dar buenos resultados para realizar sus experimentos alquímicos.
Durante once años, los campesinos aterrados veían el carruaje negro con el emblema de la Condesa Báthory rastrear el pueblo en busca de jóvenes, que desaparecían misteriosamente dentro del castillo y que nunca volvían a salir.
Los cuerpos sin vida eran sepultados en las inmediaciones del castillo, hasta que finalmente, sea por pereza o descuido, tan sólo los arrojaban al campo para que las alimañas acabasen con ellos.


Algunos aldeanos no las tenían todas consigo por los gritos estremecedores que se oían salir del lugar, y se empezaron a extender rumores por todo el pueblo de que algo raro sucedía en el castillo.
Finalmente estos pueblerinos empiezan a rondar por las inmediaciones, en dónde se encuentran con los restos de más de una docena de cuerpos sin vida. Éstos armaron una revuelta insistiendo que el castillo estaba maldito y era además una residencia de vampiros, quejándose ante el propio soberano.
Atacar a una familia de poder en esa época era algo verdaderamente difícil, y sobre todo si como en este caso, el acusado además de ser una persona distinguida entre la nobleza tenía amigos igual de poderosos por todas partes. Por ese motivo, el emperador comienza por no prestar atención a las quejas de su pueblo, pero finalmente envía una tropa de soldados que irrumpen en el castillo en 1610.
Al entrar, los soldados encuentran en el gran salón del castillo un cuerpo pálido y desangrado de mujer en el suelo, otro aún con vida pero terriblemente torturada, que había sido pinchada con un objeto para extraerle la sangre, y una última ya muerta tras ser salvajemente azotada, desangrada y parcialmente quemada. En los alrededores del castillo, desentierran además otros cincuenta cadáveres.






En los calabozos, se encuentran a gran cantidad de niñas, jóvenes y mujeres aún en vida a pesar que algunos de ellos tenían señales de haber sido sangrados en numerosas ocasiones.
Una vez éstos liberados, sorprenden a la Condesa y a algunos de sus brujos en una de las habitaciones del castillo en medio de uno de estos sangrientos rituales. Rápidamente son detenidos y conducidos a la prisión más cercana.
Los crímenes sádicos de Báthory habían durado aproximadamente diez años.
En el juicio, sobraban pruebas para condenar a Elizabeth Báthory culpable de los múltiples crímenes cometidos, pues no sólo se habían encontrado ochenta cadáveres sino que los guardias estaban de testigos para declarar que la habían visto matar con sus propios ojos.
Ésta confesaría haber asesinado junto con sus hechiceros y verdugos, a más de 600 jóvenes y haberse bañado en "ese fluido cálido y viscoso afín de conservar su hermosura y lozanía".
Le seducía el olor de la muerte, la tortura y las orgías lesbianas. Decía que todo lo mencionado poseía un "siniestro perfume". Sus cómplices fueron condenados culpables, unos decapitados y otros quemados en la hoguera.
Báthory, aún contando con el privilegio de pertenecer a la nobleza y ser amiga personal del rey Húngaro, fue condenada por éste mismo a una muerta lenta: la emparedaron en el dormitorio de su castillo, dejándole una pequeña ranura por la cual le daban algunos desperdicios como comida y un poco de agua. Murió a los cuatro años de permanecer en esa tumba, sin intentar comunicarse con nadie ni pronunciar la mínima palabra. Fue una especie de suicidio, de repente dejó de tocar alimento alguno y fallece en 1614 cuando contaba con 54 años.

Resulta curioso señalar un paralelismo entre esta mujer y otro vampiro histórico muy conocido: Gilles de Rais, pues aunque éste cometió sus crímenes dos siglos antes, procedían de manera muy similar: ambos pertenecían a la alta nobleza. Él era homosexual y ella lesbiana (de ahí que sus víctimas fuesen principalmente mujeres), y lo más sorprendente e inquietante es que tanto los sirvientes de uno como de otro participaban en los macabros baños de sangre.

La condesa sangrienta

 
La Familia de Sawney Beane

Sawney en la entrada de la cueva. Sawney Beane nació en una familia granjera a las afueras de Edimburgo, cerca de la costa oeste de Escocia, en algún momento a finales del XVI.
Acompañado de su mujer, abandona el hogar siendo muy joven, e inician un viaje hacia el lado opuesto del país. En mitad de la travesía deciden ocultarse en una profunda caverna. La entrada era una pequeña grieta a través de la cual se extendía una cueva de alrededor de una milla.
Esta caverna le sirvió como hogar a los Beane durante los próximos veinticinco años.
Al principio subsistían de las pertenencias que habían robado a los distintos viajantes que fueron asaltados y asesinados. Pero pronto sus necesidades iban a ser más exigentes. El incesto era una práctica habitual en la caverna, de tal forma que se mantenían relaciones entre hermanos, padres, madres e hijos... La necesidad de comida iba en aumento, pues la familia seguía creciendo. La solución a sus problemas, la seguían encontrando en los viajantes que asaltaban, pero ésta vez transportaban el cadáver a la caverna, donde era devorado. Se aficionaron a la carne humana.
Durante 25 años estuvieron desapareciendo viajeros en las extensiones rocosas de Galloway; lo único que se encontrabade los desaparecidos eran restos, partes de los cuerpos halladas ocasionalmente en la costa, despojos que no solían consumir y arrojaban al mar.
Estos restos humanos suscitaban las más diferentes teorías. Una de ellas era que los viajantes podrían estar siendo atacados por una manada de lobos; sin embargo, ésta hipótesis no se sostuvo durante mucho tiempo pues no sólo desaparecían individuos que viajaban solos, sino que también se echaron en falta a grupos, en ocasiones atacaban a grupos de cuatro, cinco e incluso seis personas si iban a pie, eso si, nunca a mas de dos si iban a caballo. Eran muy cuidadosos asegurandose las posibles vías de escape y nunca dejaban a nadie con vida.
Otra explicación, era más descabellada: podría ser que los terrenos rocosos estuvieran habitados por hombres lobo o demonios.
Con el tiempo surgió otra hipotesis, alguno de los dueños de las posadas los debía ejecutar por las noches mientras dormían y enterrarlos en algun lugar aislado para no ser descubiertos. Esto ocasionó muchos juicios a inocentes que según la tradición de la época eran torturados hasta que se les arrancaba una confesión de culpabilidad y posteriormente eran ejecutados. Gran cantidad de posaderos inocentes fueron asesinados por este motivo y muchos otros abandonaron su trabajo por miedo a ser los siguientes. Esto ocasionó que la zona aún se volviese más desierta y el transito de mercaderes y viajeros descendiera.
¿Como se descubrió a la Familia Canibal?
Una tarde, un grupo de 30 personas regresaban a casa tras haber pasado el día fuera cuando escucharon unos gritos delante de ellos. Al llegar a el lugar del tumulto se encontraron con un hombre que se defendía pistola en mano contra una banda de atacantes de aspecto salvaje. Cerca de él yacía su mujer en el suelo, destripada, mientras algunos de los atacantes le arrancaban pedazos de carne y se la comían cruda. Las mujeres del clan la habían cortado el cuello y bebían su sangre. El hombre temeroso de caer en su misma suerte se defendía desesperadamente con su pistola así como con su espada contra una "jauría" de entre 25 y 30 hombres del clan. Los viajeros, atónitos, no podían creer lo que veían. Al ser descubiertos, el clan de los Beane huyó hacia las colinas. Ya existían pruebas sobre las misteriosas desapariciones.




En la cueva se guardaban desmembrados los cadaveres de los asesinados por esta familia.
La persona que aportó el testimonio sobre lo ocurrido fue el marido superviviente del ataque. La historia llegó a oídos del rey James I de Inglaterra, el cual decidió tomar serias medidas: envió a 400 soldados acompañados de perros de caza a la zona; los perros hallaron rápidamente la entrada de la caverna, el fuerte olor a carne les facilitó la búsqueda.
Los soldados penetraron en la cueva siguiendo el pasadizo en forma de zig-zag hasta llegar al hogar de los Beany. Allí encontraron a 48 personas: Beane y su mujer, sus 8 hijos, 6 hijas, 18 nietos y 14 nietas, fruto de los continuos incestos entre todos ellos. El lugar estaba lleno de brazos, piernas y demás miembros, amontonados unos sobre otros. Algunos trozos de carne habían sido salados, con intención de conservarlos para los siguientes meses.
Tras ser descubiertos, el rey los calificó como bestias salvajes no merecedoras de juicio alguno. Tanto Sawney como los 26 hombres del clan fueron torturados y desmembrados en público. Todo el proceso fue contemplado por las mujeres, a quienes les esperaba la hoguera.



Gary Ridgway - El Asesino de Rio Verde


"He asesinado tantas mujeres que me cuesta trabajo acordarme de todas ellas". Durante casi 20 años, un puñado de agentes de la policía de Seattle se reunieron todas las mañanas para repasar pistas, entrevistar a familiares de víctimas y releer nuevamente los informes de las autopsias de las 49 mujeres que fueron asesinados en la ciudad y en el vecino estado de Oregón durante los años 80 por un criminal que los burló con una especial habilidad.
Los policías estaban seguros de que el asesino del Río Verde, la zona donde aparecían los cadáveres semidesnudos de las mujeres, era Gary Leon Ridgway, un pintor al que interrogaron e investigaron profundamente y al que no habían podido culpar de los crímenes porque no había pruebas materiales que le ligaran a las víctimas.


El 10 de septiembre de 2001, finalmente Ridgway fue acusado de asesinar a cuatro mujeres y de ser el sospechoso de muchos más crímenes que se cometieron en poco menos de 48 meses. Los investigadores determinaron que la saliva de una pequeña esponja que Ridgway habia mordido en 1987, durante una de sus múltiples visitas a la comisaría, tenía las características del ADN de los restos de semen encontrados en tres de las mujeres a las que presuntamente asesinó.
Los cuerpos de Opal Mills, Marcia Chapman y Cynthia Hinds, mujeres blancas y negras y algunas prostitutas, aparecieron semidescuartizados y ocultos entre la maleza del río. Todas ellas fueron violadas repetidamente. El asesino había sido relacionado también con el cadáver de Carol Christensen, una mujer hallada muerta en un bosque de las afueras de Seattle, que también fue violada y brutalmente agredida.
«Este es uno de los días más importantes de mi carrera y es una gran noticia para toda la ciudad», comentó nada más hacerse público el arresto el sherif Dave Reichert, uno de los investigadores que desde 1982 persiguió al asesino.


El sherif Reichert tuvo la sospecha que durante este tiempo pudo haber otras personas, imitadoras, que hayan matado mujeres y arrojado sus cuerpos en la zona del Río Verde y que Ridgway no era el autor de los 49 asesinatos que él y sus colegas investigaron. «Quizás no ha matado a 49 mujeres, pero sí a muchas de ellas», aseguró el sherif, lo cual al final quedaría descartado.
Ridgway se llevó una monumental sorpresa cuando salía de la fábrica de camiones donde trabajó como pintor durante los últimos 30 años. Un grupo de agentes le esperaba a las puertas con una orden de detención, unas esposas y muchos respiros de alivio.
Los agentes esperaban haber resuelto la sucesión de crímenes en serie más larga en la historia de Estados Unidos, y quizás una de los más terribles, gracias a la nueva tecnología empleada para identificar el ADN. Desde el verano de 1982 a marzo de 1984, se identificaron los cuerpos de 42 víctimas.
Gary en el juicio en el que se le condeno a cadena perpetua. Las otras siete son mujeres cuya desaparición fue denunciada y que la policía creyó asesinadas, aunque sus cadáveres no había información sobre sus cadáveres. Todas ellas aparecieron en el Río Verde y otras en los alrededores de la ciudad de Portland, en Oregón.
La policía estaba segura de que Ridgway era su hombre porque la saliva le conectaba con la muerte de las tres mujeres y además tenía familia y amigos en Portland, donde aparecieron más cuerpos.


Gary Leon Ridgway, de 54 años se declaró, el miércoles 05 de noviembre de 2003, culpable de haber matado a 48 mujeres en dos décadas, lo que lo convirtió en el mayor Asesino en Serie de la historia de Estados Unidos.
"He asesinado tantas mujeres que me cuesta acordarme de todas ellas", indicó en la Corte de la ciudad al noroeste de Seattle, durante una audiencia en la que admitió haber asesinado a las 48 mujeres en su casa o en su camión.
Ridgway admitió los asesinatos ante la Corte Superior del condado King en Seattle, tras llegar a un acuerdo que podría evitarle la pena de muerte en el Estado de Washington. "El plan era: quería asesinar a tantas mujeres que yo consideraba prostitutas como pudiera", dijo Ridgway.




El acusado confirmó los detalles de su acuerdo con el fiscal Jeff Baird, ante quien admitió su responsabilidad en los 48 cargos de homicidio agravado. De todas maneras, dos de los cuerpos de las víctimas del asesino de Green River fueron encontrados en el estado de Oregon, donde también existe la pena de muerte.
La mayoría de las víctimas eran prostitutas por lo que "pocas de ellas se reportarían como desaparecidas", admitió Ridgway.
"Elegí a las prostitutas porque creí que podría matar cuantas quisiera sin ser atrapado", dijo. El acuerdo en la Corte pone punto final a un misterio que conmocionó durante años a la ciudad de Seattle. Mediante el acuerdo con la fiscalía, Ridgway sería sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de reducción de la pena.

El asesino de rio verde


Gilles de Rais - Barba Azul

Sadismo: perversión sexual que se caracteriza por la obtención del placer erótico a través de maltratar o hacer sufrir a la pareja...
Con apenas 20 años, Gilles de Laval, barón de Rais, era ya un joven de atractiva elegancia y sorprendente belleza. Había recibido una esmerada formación intelectual y militar que lo llevó a tomar lugar al lado de Juana de Arco como primer teniente a favor de su amigo el rey Carlos VII. Sirvió con tal distinción en las distintas batallas de la época, que fue recompensado con el título de Mariscal de Francia. La suerte le seguía sonriendo desde su venida al mundo en 1404.
Descendía de una de las familias más ricas y poderosas de Francia , y a los once años había heredado una de las mayores fortunas del país, que se había incrementado tras casarse a los dieciséis, con su prima e inmensamente rica, Catalina de Thouars.
Por aquel entonces su vida transcurría con total normalidad, incluso acababa de ser padre de una niña y era uno de los nobles más ricos de Europa. No obstante su conducta cambiaría tras la captura de su protegida Juana de Arco. El joven Mariscal trató de salvarla con una obstinación casi obsesiva, pero de poco le iba a servir, pues Juana acabaría siendo quemada en la hoguera.


Tras el duro shock de haber perdido a la mujer que idolatraba en secreto, Gilles se separó de su esposa y se encerró en su castillo de Tiffauges, negándose a tener contactos sexuales con ninguna mujer.
Entonces comenzó una insólita carrera de crímenes y sacrilegios contra la Iglesia, pues trataba de desafiar a Dios por haber permitido que Juana fuese torturada y quemada.
Para divertirse, ordenaba que se organizasen en sus múltiples castillos lujosísimas fiestas y representaciones teatrales que eran conocidas en toda Europa, pero sus excesivos gastos pronto empezaron a menguar su fortuna y se vio obligado a vender varias de sus propiedades.
Preocupado por tales pérdidas, el barón de Rais se fue aficionando a la Alquimia e hizo que se instalase un laboratorio en un ala del castillo, donde trabajaba sin apenas dormir ayudado por alquimistas y magos importados de toda Europa a la búsqueda de la piedra filosofal, capaz, según la tradición esotérica, de transformar los metales en oro.
Al cabo de cierto tiempo, su sueño de oro no acababa de madurar, todo lo contrario, los alquimistas y magos le costaban una fortuna que lo iba arruinando más y más, hasta que desengañado despidió a la gran mayoría. Los pocos que quedaron a su mando no tardaron en persuadirlo que sólo con la ayuda del Diablo podría conseguir el oro que necesitaba.


(Algunas de sus numerosas biografías, cuentan que Gilles de Rais, llamado Barba Azul, habría hecho testamento legando parte de sus bienes a Satanás, pero reservándose su vida y su alma, según la leyenda. En las escrituras del castillo, figura como titular el mismo Diablo).
Los historiadores opinan que su primer crimen fue cometido con el propósito de realizar un pacto con éste para lograr sus favores. Pero tras haberle cortado las muñecas a la víctima, haberle sacado el corazón, los ojos y la sangre, ni se le apareció el Diablo ni logró trasformar el metal en oro. Lo único que habría logrado, sería el haber descubierto su pasión secreta: la tortura, la violación y el asesinato de niños.
Este personaje sentía una predilección malsana por los niños y los adolescentes, hasta el punto de que se atribuyó nada menos que la muerte de 200, tal vez más...
A partir del verano de 1438 comenzaron a desaparecer algunos muchachos de la misma ciudad de Nantes, de los pueblos de los alrededores, y la mayor parte, ocurrían cerca de la mansión del barón de Rais. También hacía entrar en su castillo a algunos de los niños mendigos que pedían limosna frente al puente levadizo, que eran retenidos contra su voluntad por sus servidores, violados y desmembrados posteriormente. La sangre y otros restos se conservaban para propósitos mágicos.
El mismo Gilles contó en alguna ocasión como disfrutaba visitando la sala donde los chicos eran a veces colgados de unos ganchos. Al escuchar las súplicas de alguno de ellos y ver sus contorsiones, Gilles fingía horror, le cortaba las cuerdas, le cogía tiernamente en sus brazos y le secaba las lágrimas reconfortándole. Luego, una vez se había ganado la confianza del muchacho, sacaba un cuchillo y le segaba la garganta, tras lo cual violaba el cadáver.
En una ocasión, se acercó a un niño que había elegido previamente y lo llevó al gran lecho que ocupaba el fondo de la sala de "torturas". Después de algunas caricias, tomó una daga que colgaba de su cintura, y riendo a carcajadas cortó la vena del cuello del desdichado. Frente a la sangre que brotaba y al cuerpo que se convulsionaba, el barón se puso como loco. Arrancó las vestimentas al moribundo, tomó su propio miembro y lo frotó en el vientre del niño, que dos de sus cómplices sostenían porque éste estaba sin conocimiento. Cuando por fin salió el esperma, tuvo un nuevo acceso de rabia, tomó una espada y de un golpe cortó la cabeza de la víctima. Gilles, en pleno éxtasis se tumbó sobre el cuerpo decapitado, introdujo su sexo entre las piernas rígidas del cadáver, gritando y llorando hasta un nuevo orgasmo, se derrumbó sobre el cuerpo cubriéndolo de besos y lamiendo la sangre.
Luego ordenó que quemasen el cuerpo y que conservasen la cabeza hasta el día siguiente. En ese mismo suelo, desnudo y manchado de sangre se habría quedado dormido.


(Se dice que Gilles tras la comisión de los crímenes de vampirismo y necrofilia caía en un pesado sueño, casi en coma, hecho que se reproduce en otros asesinos vampíricos y necrófilos que también dormían después de atacar a los cadáveres, como es el caso de Henri Blot).
A la mañana siguiente no quedaba huella ninguna de su desenfreno de la noche anterior, sus sirvientes la habían limpiado. Pidió que le trajeran la cabeza y ante ésta, se arrodilló bañado en lágrimas y prometió reformarse. Acercó sus labios a la cabeza, la besó largamente y se fue a su cama llevándola consigo y diciéndole que muy pronto se reuniría con otras cabezas tan bellas como ella...
Uno de los mayores placeres de Gilles era tener las cabezas decapitadas clavadas ante su vista. Luego llamaba a un artista de su séquito, el cual ondulaba exquisitamente el cabello del niño, le enrojecía los labios y las mejillas hasta darle un aspecto de belleza impresionante.
Cuando tenía bastantes cabezas cortadas, celebraba una especie de concurso de belleza, en el cual sus amigos e invitados votaban sobre cual era la más bella. La cabeza "ganadora" era dedicada a un uso necrofílico.
Tras las numerosas desapariciones de niños, poco a poco las sospechas se fueron tornando hacia la persona del barón, pero nadie se atrevía a acusarle, pues aunque más empobrecido seguía siendo un personaje muy poderoso, y sus víctimas en cambio, solo eran gente muy humilde.
Por otro lado, los proveedores no cesaban de amenazar a los padres que reclamaban a sus hijos desaparecidos, y en todas partes se hacía el silencio.
A principios de 1440, llegaron los rumores hasta la corte del duque de Bretaña, quién ordenó abrir una investigación sobre los secuestros y la posible implicación del barón de Rais.
El 13 de septiembre fue detenido en su el pueblo de Machecoul por un grupo de soldados, quienes hallaron en su propiedad los cuerpos despedazados de 50 adolescentes. El duque de Bretaña le hizo compadecer ante la justicia acusado de haber asesinado e inmolado entre 140 y 200 niños en prácticas diabólicas.
Se le infligieron todo tipo de torturas para obligarle a confesar sus crímenes, que se obstinaba a negar pese a las evidencias, pero fue sólo la amenaza de la excomunión lo que le indujo a hacerlo detalladamente.
En octubre, Gilles aceptó voluntariamente todos los cargos que se le imputaban y confesó que había disfrutado mucho con su vicio, a veces cortando él mismo la cabeza de un niño con una daga o un cuchillo, y otras golpeando a los jóvenes hasta la muerte con un palo y besando voluptuosamente los cuerpos muertos, deleitándose sobre aquellos que tenían las cabezas más bellas y los miembros más atractivos. Afirmó ante los magistrados que su mayor placer era sentarse en sus estómagos y ver como agonizaban lentamente, y que en los cargos que se le imputaban no había intervenido nadie más que él, ni había obrado bajo la influencia de otras personas, sino que siguió el dictado de su propia imaginación con el único fin de procurarse placer y deleites carnales.
Al amanecer del 26 de octubre fue llevado a un descampado junto con dos de sus más destacados cómplices para ser ahorcado y quemado en la hoguera. En el patíbulo manifestó públicamente su arrepentimiento, instando a todos los presentes a no seguir su ejemplo y pidiendo humildemente perdón a los padres de las víctimas. Murió aferrándose desesperadamente a su fe cristiana.
Accediendo a las súplicas de algunos de sus parientes, el cuerpo, parcialmente quemado, fue retirado de la hoguera y enterrado en una iglesia de las carmelitas en Nantes. Sus bienes fueron confiscados en beneficio del duque de Bretaña y de la Iglesia.

Barba azul


Harvey Murray Glatman


Harvey Murray Glatman. Havey Murray Glatman nació en Colorado, su infancia fue marcada por su fealdad, era un niño feo todo el mundo estaba de acuerdo, sus compañeros de clase se burlaban de él constantemente, incluso sus familiares le hacían continuos desprecios. Se sentía distinto, ya incluso desde pequeño le pusieron motes como "el monito", "el gorilita", "el feo".
Poco a poco fue incubando un síndrome de odio, un odio hacia todos y se fue distanciando, la soledad se volvía una obsesión, la presencia de la gente se volvía molesta pues tenía temor a que se burlaran de él, de que opinaran que era feo. Su conducta se volvió mucho más introvertida y se empezó a aislar.
Tenía unas orejas descomunales y muy separadas del cuerpo, las facciones caídas y ojos ligeramente saltones, una boca muy inflada. Sin duda no era una persona agraciada, se sentía diferente y crecía en él un sentimiento de venganza hacia quienes se burlaban de él, especialmente hacia las muchachas que le rehuían. Era un hombre muy inteligente, su cociente intelectual era de 130 pero su personalidad había sido desvirtuada por su fealdad, estaba marcado.
Su frustración sexual empezó a crecer, no podía tener relaciones sexuales pues las mujeres le aborrecían y recurrió a prácticas onanistas, pero carecían de erotismo, no tenían intensidad, necesitaba del género femenino, tenía que acercarse a ellas. Sus primeros intentos fueron muy tímidos, comenzó a robar a sus compañeras y masturbarse con los objetos que obtenía, fantaseaba con las dueñas de esos bolsos que robaba, leía sus agendas y creaba unas fantasías que sabía nunca se harían realidad.
Pero Harvey necesitaba algo mas, con 17 años se hizo con una replica exacta de un revolver, cuando encontraba una chica aislada, sola en la calle, la apuntaba con su revolver y la obligaba a quitarse la ropa, él solo se quedaba en eso, no intentaba nada mas. Tan solo deseaba observar mujeres desnudas y que se desnudaran para él.




Pero empezó a pensar que eso solo le otorgaba unos minutos de goce, hay comenzó su afición por la fotografía. Sacaba fotos a escondidas y con sumo cuidado iba pegando estas fotografías en las paredes de su habitación.
Mas tarde se traslado a Nueva York y un mundo nuevo se abrió para él, habían miles de mujeres a las que fotografiar, de este modo se obsesionó con las fotografías, esas imágenes no le decían que no, no le retiraban la mirada y siempre le sonreían. Se masturbaba fantaseando con las fotografías de desconocidas que captaba por la calle.
Pronto el dinero del que disponía se agotó y tuvo que recurrir al robo para poder subsistir, robos incluso con agresión. Fue pillado por la policía y condenado a cinco años de prisión en Sing Sing. Durante estos cinco años se mostró impasible imperturbable.
En 1951 Harvey sale de la cárcel, su odio era inmenso, se mudo a Los Ángeles donde montó un taller de reparación de televisores. Continuó con su afición a la fotografía, acumulando fotos, él en la cárcel había descubierto las revistas porno y soñaba con ser fotógrafo de esas modelos, que posaran para él, dóciles, complacientes, a pesar de su fealdad ellas siempre le sonreirían.
Así el 31 de Julio de 1957 conoció a la que fue su primera víctima, Judith Ann Dull, esta chica era una modelo en alza, su intención era darse a conocer y ser una importante modelo y sabía que algunos momentos debería "ceder" a algunas peticiones. No queda muy claro como pero llegó a Harvey, este la engañó, la convenció de que trabajaba para una estupenda revista y que sería su imagen, que sería su salto a la fama. En principio la sesión sería en un estudio fotográfico, pero Harvey le dijo que tenía una serie de problemas y la preguntó si tendría problemas en realizar la sesión en su pequeños estudio, en su casa, Judith accedió, no le pareció peligroso, pues era muy amable y considerado con ella. Harvey la dijo que para que las fotos fueran más comerciales deberían ser provocativas y que si ella no mostraba inconvenientes había pensado en realizar una sesión simulando que estaba atada de pies y manos. De este modo consiguió inmovilizarla, levantó ligeramente su jersey y falda y comenzó la sesión, la pidió que mirara con provocación a la cámara, ella obedecía a todas sus peticiones. Pero Harvey quiso llegar a mas, forzar a la joven, ella se percató del hecho, intentó resistirse pero estaba atada de pies y manos y Harvey consiguió consumar dos veces la violación.






Judith estaba aterrorizada y él se empezó a dar cuenta de la magnitud de lo que acababa de hacer, con sus antecedentes penales si la chica le denunciaba sería su final, pasaría el resto de su vida en la cárcel. No, no la podía dejar escapar con vida. A punta de pistola (esta vez una pistola real) la condujo hacía su coche y tomaron dirección al ardiente desierto, se adentraron 200 kilómetros, allí en este solitario paraje, la volvió a forzar y le sacó más fotografías, ella entre sollozos le pido clemencia que la dejase seguir con vida, que ella no le denunciaría. Pero él estaba decidido, la estranguló con una cuerda, tras su asesinato cayó de rodillas junto al cadáver y llorando le pidió perdón. Abandonó el cuerpo en aquel desierto y regresó convencido de que sería detenido, pensaba que la policía iba a encontrar el cadáver y le iban a detener, pero no fue así...
Estuvo varios meses muy arrepentido, pero... cuando decidió revelar el carrete vio las fotos de Judith y empezó a enamorarse de aquella imagen y a saborear el triunfo, amplio las fotos y las colgó por todo su apartamento.
Empezó a preparar un nuevo asesinato, llegó el año 1958 y decidió inscribirse en un club de solteros, dio un nombre falso y contactó con una joven de 24 años llamada Shirley Ann Bridgeford, quedó con ella el 8 de Marzo de 1958, pero Shirley al conocerle quedo asombrada por el rostro de Harvey y entonces él comenzó su odio hacia ella, la encañonó con su pistola y la condujo al desierto, allí repitió metódicamente todos las acciones que había realizado con Judith, la violó, la fotografió y la estranguló con una cuerda.
Esta vez no hubo arrepentimiento, había encontrado su verdadera vocación, ya buscaba su nueva víctima. Busco en los contactos del periódico y así conoció a Ruth Mercado, una chica de alterne de la cual se enamoró, soñó con cambiar su vida, con empezar una nueva con la ayuda de Ruth. Pero Ruth como otras le rechazó, sin dinero no tendría sus atenciones. Una vez más visita al desierto, a pesar de que la amaba, la forzó, fotografió y la asesinó como a las demás.




Ya eran tres los asesinatos pero por suerte no hubo ninguno más. Volvió a su primer modus operandi y puso anuncios en el periódico anunciándose como fotógrafo para las nuevas modelos, así fue como conoció a Lorraine Vigil, una joven que estaba muy necesitada de dinero y veía en el posado fotográfico un modo de ganar algo extra. Harvey recurrió de nuevo a su método, la encañono, la llevaría al desierto donde repetiría el proceso. Pero Lorraine se reveló y empezaron un forcejeo, durante este forcejeo Harvey disparó y la hirió en una pierna pero ella continuo atacándole hasta que la policía les encontró, una patrulla de carretera que pasaba en ese instante detuvo a Harvey.
Gracias a la valentía de esta joven, consiguió salvar su vida y a saber de cuantas más mujeres que podría haber asesinado si no le hubiesen detenido, pues en menos de un año ya llevaba 3 asesinatos y una tentativa más.
Harvey Murray Glatman lo confesó todo y fue juzgado y sentenciado a muerte, el juicio duró solo tres días y Harvey no quiso apelar. Sabía que era justo el castigo y optó por la muerte.
El 8 de Agosto de 1959 fue ejecutado, no profirió ni un solo lamento ni una sola queja. Sus últimas palabras fueron: "Es mejor así, tarde o temprano esto tenía que terminar así"
Harvey Murray Glatman

Herman Webster Mudgett - El Dr. Holmes

Construyo un castillo del terror donde se supone asesino a 200 personas. El 1° de mayo de 1893 se inauguró en Chicago la Exposición Universal, que debía reflejar el gigantesco progreso de la humanidad en las industrias y en las ciencias. Era la edad de la seguridad. Y del optimismo. Por esos días, abrió sus puertas en la ciudad de los vientos un fastuoso hotel. La obra fue proyectada por un tal Campbell y realizada bajo la dirección de un tal doctor Holmes. Ambos tenían un rasgo común: no existían. Habían sido creados por un tal Herman Webster Mudgett, quien recurrió a ese arbitrio para estafar a albañiles y proveedores de materiales de construcción y equipamiento del suntuoso establecimiento.
Si el aspecto exterior del edificio era por lo menos extraño, su interior era inquietante: toda su estructura estaba horadada por pasadizos secretos, trampas, espejos que permitían ver cuanto acontecía en las habitaciones, y hasta cañerías de gas colocadas debajo del parquet, que se accionaban desde el subsuelo y hacían posible que los huéspedes pasasen involuntariamente del sueño diario al sueño eterno.
Si los clientes hubiesen tenido oportunidad de echar un vistazo a los sótanos, seguramente se habrían marchado sin detenerse a recoger sus equipajes. Porque hubiesen descubierto un horno crematorio, una tinaja con ácido sulfúrico, una mesa de disección anatómica, con decenas de bisturíes, sierras y otras herramientas relativamente afines con la industria hotelera. Si nadie se preocupaba por las desapariciones, menos intriga despertaban las cartas falsificadas que enviaba a los familiares de sus huéspedes para que sus familiares o socios les girasen más fondos, porque lo estaban pasando bomba.
Con, probablemente, unas doscientas muertes sobre la conciencia, este Barba Azul sádico y obseso sexual puede considerarse, en la lista de premios de los grandes criminales, como una especie de "recordman" en todas las categorías. Su mansión del suburbio de Englewood en Chicago -el Holmes Castle- es aún hoy la casa de matar más sofisticada de toda la historia de la criminología.






Seductor y estafador
El Dr. Holmes, cuyo verdadero nombre era Herman Webster Mudgett, nació en 1860 en Gilmanton, en una honrada y muy puritana familia de New Hampshire. Muy pronto manifestó hacia las mujeres -y sobre todo hacia las mujeres de fortuna- el interés poco corriente que iba a hacer de él un auténtico donjuán del crimen. A los dieciocho años, se casó con una rica joven llamada Clara Louering. Para pagar sus estudios de medicina, la arruinó, y después, una vez obtenidos con lustre sus diplomas en la Universidad de Michigan, la abandonó para irse a vivir con una guapa viuda que se complació en subvenir a sus necesidades gracias a las rentas de su respetable casa de huéspedes. Siendo ya médico, dejó sin pena a aquella segunda conquista, ejerció durante un año en el estado de Nueva York y fue después a establecerse en Chicago.
Alto, guapo, con aire distinguido, siempre elegantemente vestido, Mudgett tenía innumerables éxitos amorosos. Al llegar a su nueva ciudad no tardó en seducir a una joven encantadora (y casualmente millonaria) llamada Myrta Belknap. Para vencer las reticencias que la virtuosa señorita le oponía, tomó el nombre de Holmes, se casó con ella y, gracias a unas falsificaciones de escrituras, se apresuró a estafar 5,000 dólares a su familia política para hacerse construir, en Wilmette, una casa suntuosa.
Uno de los muchos documentos de la época que hablan de las barbaridades que cometió en su castillo de la muerte. Consiguió entonces, en las afueras de Englewood, la gerencia de una farmacia propiedad de una viuda excesivamente ingenua, de quien se hizo a la vez su amante y hombre de confianza. A base de falsificaciones de contabilidad y de malversaciones de fondos, logró hacerse dueño de la totalidad de los bienes de la desgraciada, después la hizo "desaparecer" y puso en obra su gran proyecto.
Este es el aspecto que tenía el hotel de la muerte en el que el Dr. Holmes asesinaba a su clientela con el fin de quedarse con su fortuna, lleno de pasadizos, trampas, etc. El "Holmes Castle"
Para construir su castillo el Dr. Holmes recurrió a varias empresas. Estas nunca eran pagadas e interrumpían pronto sus obras. De esa manera, el propietario era el único en conocer detalladamente un edificio cuyo extraño arreglo habría podido suscitar la curiosidad.
La exposición de 1893 se estaba preparando y debía atraer a Chicago una muchedumbre considerable, entre la cual habría, por supuesto, multitud de mujeres guapas, ricas y solas. Ingeniosamente, Holmes decidió por lo tanto aprovechar aquella situación. Gracias a una serie de hábiles estafas adquirió un terreno y emprendió la construcción de un enorme hotel con aspecto de fortaleza medieval, cuya disposición interior concibió él mismo.
Cada una de las habitaciones de aquel extraño inmueble estaba provista de trampas y de puertas correderas que daban a un laberinto inextricable de pasillos secretos desde los cuales, por unas ventanillas visuales disimuladas en las paredes, el doctor podía observar a escondidas el vaivén de sus clientes y sobre todo de sus clientas.


Disimulada bajo el entarimado, una instalación eléctrica perfeccionada le permitía por otra parte seguir en un panel indicador instalado en su despacho el menor desplazamiento de sus futuras víctimas. Con sólo abrir unos grifos de gas, podía finalmente, sin desplazarse, asfixiar a los ocupantes de unas cuantas habitaciones.
Un montacargas y dos "toboganes" servían para hacer bajar los cadáveres a una bodega ingeniosamente instalada, donde eran, según los casos, disueltos en una cubeta de ácido sulfúrico, reducidos a polvo en un incinerador o simplemente hundidos en una cuba llena de cal viva. En una habitación, bautizada como "el calabozo", estaba instalado un impresionante arsenal de instrumentos de tortura. Entre las máquinas sádicas instaladas por el ingenioso doctor, una de ellas llamó particularmente la atención de los periodistas. Era un autómata que permitía cosquillear la planta de los pies de las víctimas hasta hacerles literalmente morir de risa.
El Holmes Castle fue terminado en 1892 y la exposición de Chicago abrió sus puertas el 1 de mayo de 1893. Durante los seis meses que duró, la fábrica de matar del Dr. Holmes no se desocupó. El verdugo escogía a sus "clientas" con mucha precaución. Tenían que ser ricas, jóvenes, guapas, estar solas y, para evitar las visitas inoportunas de amigos o familiares, su domicilio tenía que estar situado en un estado lo más alejado posible de Chicago.
¿Cuántas mujeres fueron violadas, torturadas y asesinadas en el castillo del Dr. Holmes? La cifra de doscientas es una aproximación verosímil. Seguramente por modestia, Holmes sólo confesó veintisiete, lo cual sería bien poco si se toma en cuenta la importancia de las instalaciones que había colocado.




Los últimos crímenes
Con el final de la Exposición, las rentas del hotel acusaron una caída brutal, y Holmes se encontró pronto corto de dinero. El medio más sencillo que imaginó para procurarse ingresos fue incendiar el último piso de su inmueble y reclamar a su asegurador una prima de 60,000 dólares, sin pensar un instante que la compañía podría muy bien hacer una investigación antes de pagárselos. Descubierto, nuestro doctor tuvo que refugiarse en Texas, donde se apresuró a realizar diversas estafas que lo llevaron por primera vez a la cárcel. Liberado bajo fianza, vuelve a salir unos meses después no sin haber puesto en pie una nueva operación criminal.
La idea era sencilla e ingeniosa. Un cómplice, llamado Pitizel, debía hacerse un seguro de vida en una compañía de Filadelfia. Se presentaría luego como suyo un cadáver anónimo desfigurado por un accidente. No habría más que repartir la prima que cobraría la Sra. Pitizel, mientras que el "muerto" iría durante algún tiempo a hacerse olvidar a Sudamérica.
Alicia y Howard Pitizel niños asesinados para cobrar el seguro de vida de su padre. Para su desgracia, Holmes tuvo la mala idea de cambiar su plan y de matar realmente a Pitizel. Aquella solución tenía en su opinión la ventaja de ahorrarle la búsqueda peligrosa de un cadáver y, sobre todo, permitirle quedarse él solo la totalidad de la prima, deshaciéndose ulteriormente de la Sra. Pitizel y de sus hijos -lo cual, para él, sólo era un simple trabajo rutinario.
Muy cooperador acudió, pues, a la morgue para reconocer el cuerpo de su amigo, fue a Boston a buscar a la desdichada viuda y la trajo a Filadelfia para que cobrara su dinero. La denuncia de un antiguo compañero de celda, Marion Hedgepeth, vino a sembrar la duda en el ánimo de los aseguradores.


La policía hizo una investigación. Remontó con paciencia todos los eslabones de la cadena. Holmes confesó primero la estafa a la compañía aseguradora y, ante las pruebas abrumadoras reunidas en su contra, los asesinatos de Pitizel y de sus hijos.
Holmes fue condenado a muerte por el Tribunal de Filadelfia y ahorcado el 7 de mayo de 1896. Sólo tenía treinta y cinco años.
¿Doscientas víctimas?
Ante el tribunal, Holmes afirmó haber asesinado a veintisiete personas a lo largo de su vida. Eso es poco creíble. El acusado disfrutaba burlándose de la justicia; confesaba, por ejemplo, el asesinato de personas que estaban vivas. Por lo tanto nunca sabremos con certeza el número de sus víctimas. A juzgar por los descubrimientos hechos en su castillo, es considerable. La cifra de doscientas es propuesta por los criminólogos como la más verosímil.
HH Holmes


Henry Desire Landru - El moderno Barba Azul


Enamoraba a sus víctimas para asesinarlas. Encarnación perfecta del mito de Barba Azul, Henri Désiré Landrú nació en París en 1869. Hijo de un modesto industrial y de una costurera, su infancia transcurrió entre sus estudios y la religión. Cuando tenía alrededor de 20 años tuvo que casarse con una prima que esperaba un hijo suyo. Poco tiempo después de su matrimonio, partió a la guerra a cumplir con sus obligaciones militares.
Entre 1902 y 1914, algunos delitos menores le valieron tres penas de cárcel sucesivas lo que acarreó que su padre, avergonzado por el comportamiento de su hijo, se quitara la vida.
Para Landrú, cuya inclinación a la estafa ya había desencadenado la muerte de su padre, la Gran Guerra de 1914-1918 le proporcionó la oportunidad de refinar este talento. Y es que, las bajas que a diario se producían en el frente de batalla, aumentaba constantemente el número de viudas; quienes colocaban en los periódicos anuncios matrimoniales. Esta lectura fue para Désiré una revelación. Comprendió que un hombre como él, atractivo y joven aún, podía aprovecharse de esta situación.
Desde 1914, Landrú hizo publicar en los diarios un anuncio que decía: "Señor serio desea casarse con viuda o mujer incomprendida entre 35 y 45 años". Como es de suponerse, recibió gran cantidad de cartas que organizó con esmero para estudiarlas y clasificarlas posteriormente.


Las fichas de las candidatas apuradas llevaban la anotación S.F. (sin fortuna), las cuales eran descartadas de inmediato por el ambicioso Landrú; a las otras, les enviaba una respuesta para recoger más información y asegurarse de la rentabilidad del idilio.
Llamado "El Moderno Barba-azul" fué el asesino de masas más famoso de Francia. Utilizaba su encanto para ganarse el corazón de docenas de mujeres solitarias. Ellas querían casarse; él quería su dinero y sus vidas para garantizar su silencio.
Asesinando por Dinero
Landru utilizó un viejo truco para hacer saber que era un viudo de buena posición que deseaba casarse: simplemente puso un anuncio en los periódicos. Recibió miles de contestaciones. Seleccionó las que le parecieron más interesantes, alquiló una villa aislada en las afueras llamada "Ermitage", y empezó a hacer contacto con las pretendientes. Atento y encantador se ganaba su confianza, especialmente mujeres solitarias, viudas y con algún capital. Y así fueron cayendo una tras otra en la trampa tan hábilmente preparada por el asesino. Después de un breve plazo durante el que gozaba de sus encantos, las convencía para que le dejasen sus ahorros. Luego, las mataba, las descuartizaba con una sierra y las quemaba, incinerándolas en el horno de la villa "Ermitage".
Su primera conquista obtenida por este método fue la de la viuda Jeanne Cuchet de 39 años, quien vivía con su hijo de diecisiete años y cuyos ahorros podían considerarse como consistentes. La señora Cuchet tenía una necesidad urgente de afecto y para Landrú, -con su exquisita cortesía y su aspecto de "caballero"-, no le fue difícil seducirla. Su primera identidad fue la de Diard, inspector de correos, proveniente de Lille debido a la ocupación alemana. No sólo le prometió matrimonio, sino que además ofreció conseguirle al joven Cuchet un empleo estable y con futuro en la administración. La viuda aceptó y se fue con él al apartamento que Désiré previamente había alquilado en Vernouillet. Madre e hijo desaparecieron sin dejar rastro.
Alentado por su primer éxito, Landrú se animó a repetir la hazaña; llevó a cabo varias aventuras sentimentales de forma simultánea. Entre 1915 y 1919, hizo nueve conquistas sucesivas. La mayoría de sus "prometidas" eran viudas cuyas edades variaban entre los 45 y 50 años. Ellas, dispuestas a creer en todas las charlatanerías de su futuro esposo, le confiaban sus negocios, joyas, muebles y ahorros después de la "luna de miel" en la campiña.


Cuando a Landrú le pareció que el apartamento en Vernouillet ya no presentaba las garantías necesarias de discreción, lo abandonó y se fue a rentar una pabellón llamado "La Ermita" en Gambais, lugar ideal para esconder sus amores.
Désiré hacía sus conquistas en París y de vez en cuando pasaba los domingos en Gambais. Llevaba una vida casi normal. Visitaba a sus hijos con frecuencia, mostrándose con ellos como padre atento y a su esposa le regalaba joyas de las cuales nunca le explicó su procedencia.
Como fue descubierto
Pero, como nada es eterno, a Landrú se le acabó la suerte cuando los familiares de las desaparecidas comenzaron a mostrar preocupación. Los primeros, fueron los parientes de la señora Collomb, la quinta novia de Désiré, quienes escribieron una carta al alcalde de Gambais para pedir noticias de la joven y de un tal señor Dupont con quien había sido vista por última vez. Poco después fue la familia Buisson la que buscaba a la que fue la séptima novia de Landrú y a quien acompañaba un tal Frémyet en Gambais. El alcalde nunca había oído el nombre de Frémyet, pues fue Dupont (Landrú) el que alquiló "La Ermita".
A pesar de su aspecto sus buenos modales y su aparente amabilidad le sirvieron para ganar los corazones de sus Víctimas.
La policía abrió una investigación de inmediato y se dio a la difícil tarea de localizar a un hombre calvo, con barba negra y de estatura mediana. Con esta vaga descripción, fue el azar el que permitió que la hermana de la señora Buisson se cruzara con Landrú el mismo día que se presentó la denuncia. Lo vio en una tienda de la Rue de Rivoli comprando porcelanas, acompañado de una nueva víctima: Fernande Segret. La policía interrogó al comerciante y encontró que Désiré, había dejado su tarjeta "Lucien Guillet, 76, Rue Rochechouart".
Para el 13 de abril de 1919, Le Petit Journal publicaba un artículo con la detención de Landrú en el que informaba a sus lectores, que éste estaba inculpado de robos con agravantes y de estafas y que durante varios años se ocultó con nombres falsos. Además, el diario sentenció: "pero cargos más graves pesarán sobre él".


Los guardias se trasladaron a Gambais. Descubrieron la cocina, el cobertizo donde Désiré amontonaba la ropa y los muebles de sus víctimas. Encontraron además, osamentas humanas calcinadas. Pero las pruebas convincentes fueron sus ficheros y la libreta en la que anotaba, con una meticulosidad asombrosa de ahorrador compulsivo, los precios de los boletos de ferrocarril de París a Gambais.
El proceso de Landrú, duró dos años. El público cambió las preocupaciones de la reciente guerra por el juicio del hombrecito calvo, barbudo y con perfil de pájaro que negaba con calma, bromeaba con cinismo y daba en todo momento muestras de la más delicada cortesía. En su celda estudiaba sus expedientes, recibía obsequios y propuestas de matrimonio por parte de sus admiradoras. En las elecciones de 1919, cuatro mil franceses propusieron a Landrú como candidato.
Los debates eran seguidos con pasión, ya que si bien nadie ponía en duda la culpabilidad del acusado, tampoco había ninguna prueba formal. No se encontró ningún cadáver ni de las diez novias ni el del hijo de la señora Cuchet. Las osamentas humanas reducidas a cenizas, encontradas en la cocina, eran solamente 996 gramos. Había grandes conjeturas, pero ningún testimonio.
El abogado de Désiré, el señor de Moro-Giafferi, a pesar del talento demostrado, no logró salvar a su cliente. Sin embargo, las últimas palabras que Landrú le dirigió a su defensor fueron: "Le he confiado una causa bien difícil... digamos desesperada... En fin, no es la primera vez que condenan a un inocente". Ante el escepticismo del señor Moro-Giafferi, añadió: "Sí, maestro, digo bien: inocente".
Después de tres semanas de proceso, Landrú fue condenado a muerte la madrugada del 22 de febrero de 1922. La cabeza del "Señor de Gambais" rodó a las puertas de la cárcel de Versalles.
Las mujeres de Landrú, una cronología
Si bien se llegó a especular en cifras exageradas que Landru pudo asesinar a casi 300 mujeres, el secreto de sus asesinatos se enterró con él, pues en ningún momento reconoció su culpa ni dió ningún tipo de pista que pudiera esclarecer su caso. En todo caso con casi total seguridad estos nombres que a continuación se citan pertenecen a las "hazañas" de tan frío asesino.
- Sra. Cuchet, viuda, 39 años y su hijo de 17 años.
- Sra. Laborde, viuda, 46 años.
- Sra. Guillin, 51 años. Fea, pero con una herencia de 20,000 francos.

- Sra. Héon, la primera que fue a Gambais.
- Sra. Collomb, viuda, 39 años.
- Andrée Babelay. La excepción, 19 años, guapa y sin dinero, no fue reclutada por anuncio sino en un encuentro casual en el Metro.
- Sra. Buisson. Virtuosa que tardó dos años en ceder.
- Sra. Jaume. Muy católica, aceptó las proposiciones de Landrú tras la oferta de matrimonio.
- Sra. Pascal. Joven y guapa. Antes de irse a Gambais le escribió a su tía: "No sé lo que hay en él, pero me asusta. Su mirada ceñuda me angustia. Parece el diablo".
- Sra. Marchadier. Antigua prostituta. Partió a Gambais acompañada de sus tres perros que también desaparecieron sin dejar huella.
El moderno barba azul


Henry Lee Lucas y Ottis Toole





Con una infancia marcada por las continuas palizas y una clara desviación sexual necrofila era el cerebro de la pareja. Henry nace en Virginia el 23 de agosto de 1936, fue un hijo no deseado, su madre (Viola Lucas) prostituta le crió a palizas y continuas humillaciones.
Siendo crio vio a su madre prostituirse y golpear a su padre, Anderson Lucas, un alcohólico al que le faltaban las piernas. Soportó que le vistieran como si fuera una niña. Por supuesto se crió desnutrido, sin atención, sin educación ni valores.
Sus primeras experiencias sexuales las mantuvo con animales a los que violaba para luego asesinarlos.
En 1950 los padres tuvieron una discusión que terminó con la marcha del padre. Para cuando lo encontraron al día siguiente estaba muerto y congelado en el bosque. Henry Lee no quiso quedarse a vivir solo con su madre y se marchó también, pero como era joven y no sabía hacer nada se dedicó a robar, lo que le llevó a reformatorios y a la penitenciaría.
En la cárcel tuvo sus primeras experiencias sexuales con hombres y cuando salió de allí, en 1960, en el transcurso de una violenta disputa con su madre, Henry preso de un ataque de ira le propina diversas puñaladas que acaban con su vida y viola el cadáver de su madre.


Le detuvieron y le sentenciaron a prisión y cinco años de reclusión en un centro psiquiátrico. Allí se le diagnosticó una psicopatía con desviaciones sexuales y sadismo.
En 1970 y sin estar curado abandonó la cárcel y se marchó a vivir a casa de su hermana y su cuñado. Estos estaban engañados respecto a su salud. Le creían curado. Henry Lee trató de no llamar demasiado la atención pero mató al perro de la familia, recordeamos que violaba perros y ovejas a las que degollaba durante la violación para aumentar su excitación.
Más adelante se casó con una amiga de su hermana que tenía dos hijas. Ella trabajaba y él solía quedarse en casa con las niñas. Henry Lee violaba a la mayor (9 años) y obligaba a mirar a la menor (8 años).
Un día,sin previo aviso, abandonó a la familia y se fue a recorrer el país.
Estuvo asesinando en solitario hasta que en Miami conoció al que se convertiría en su amante y consejero: Ottis Toole, un psicópata apodado "el caníbal de Jacksonville".


A Henry Lee Lucas se le relacionó con unos 300 casos más aunque él habló de 900.






Ottis Toole
Otis Toole vivió una infancia lúgubre y de abusos marcada por una abuela satanista y una hermana que le sometió a todo tipo de perversiones sexuales desde que Ottis tenía seis años. A los 7 años ya se vestía de niña, era algo retrasado. Se libró de su hermana cuando a ésta la metieron en un reformatorio. Entonces se hizo amante de un vecino. Le fascinaba el fuego y se masturbaba después de prender fuego a una casa. Se convirtió en un adicto sin recuperación a las drogas y el alcohol antes de cumplir los diez años. Con 13 años se ofrecía gratis para hacer felaciones a los borrachos, con 14 años cometió su primer asesinato y cuando tenía 25 ya había cumplido trece condenas.
Ligeramente retrasado pero con una gran fortaleza física era "la fuerza" de la pareja.






Henry Lee y Ottis


Años después Toole se enamoró de Henry Lee Lucas sin saber que ambos tenían la misma perversión necrófila y el asesinato. A Ottis le faltaba la inteligencia que tenía Henry Lee, y a éste le faltaba la fuerza bruta de Ottis. Ambos descuidaban su higiene pero lograban acercarse a las personas por su "simpatía".
Juntos se dedicaron a asesinar y descuartizar por la autopista I-35 repartiendo luego los trozos por todo el país, lo que hizo que la policía tuviera problemas para encontrar pistas. Henry Lee Lucas violaba y asesinaba preferentemente mujeres usando un cuchillo, y Ottis se dedicaba a los hombres y les disparaba. Ambos violaban a sus víctimas, después las asesinaban y descuartizaban y después las volvían a violar.


Ottis no abandonó su piromanía y juntos quemaron vivo a un anciano en su casa mientras observaban como pedía auxilio asomado a la ventana.
Una sobrina de 15 años de Otis (que parecía tener diez años) se unió a la pareja en sus andanzas. Llamaba a las puertas de las casas mostrando su inocente aspecto y cuando se abrían las puertas entraban de golpe los tres. Se hizo novia de Henry y los problemas con Ottis comenzaron, porque Henry, que quería comportarse como una persona normal, dejó de asesinar para dedicarse a su novia. Durante un tiempo incluso se dedicaron a cuidar de una anciana, pero Henry no aguantó mucho tiempo y decidieron volver a la carretera. Tras vivir en otro pueblo la joven pidió a Henry que le llevara a ver a su familia a Florida. Esto no gustó a Henry pero aún así aceptó. Hicieron auto-stop y surgió una discusión que terminó con la jovencita asesinada con el famoso cuchillo de Henry, directo al corazón. Una vez muerta la violó. Más adelante diría que aquel fue el mejor polvo con su chica.
Volvió a visitar a la anciana que la chica y él estuvieron cuidando sólo para asesinarla y esta vez había pistas tras él. Al final fue detenido y terminó confesando no sólo sus dos últimos crímenes sino tantos otros de los que ni siquiera era sospechoso.
Con Henry Lee caía también Ottis, que fue detenido y hasta confesó haber compartido algunos de los crímenes de su amante. A Ottis le cayó cadena perpetua y murió finalmente en la cárcel, y a Henry, pena de muerte. Esta fue rechazada finalmente en 1988 y Henry siguió vivo en prisión con un cómputo de 11 asesinatos demostrados. De todos modos creen que es responsable de ciento cincuenta y siete asesinatos, de los cuales ciento ocho los cometió en compañía de Ottis.


¿Secta Satánica?
Además de la crueldad de sus crímenes, los dos personajes confiesan otro hecho muy inquietante: Ottis asegura tener relación con una secta satánica, para la cual los dos asesinos secuestrarían niños, con los cuales se llevarían a cabo sacrificios rituales, pornografía dura e incluso películas snuff, en las cuales se tortura a la víctima y se la mata lentamente mientras una cámara graba las escenas en un plano fijo.
Según unas declaraciones de Toole: " Hubo una época en que ganábamos dinero vendiendo niños a México, que empleaban para películas porno... otros los vendían directamente a gente rica... teníamos una especie de altar y les rajábamos la garganta, bebíamos la sangre y a veces cocíamos los cadáveres... a veces los nuevos miembros cortaban los cuerpos antes de follárselos... y después follaban a los animales y los mataban... y después había una gran fiesta durante la cual comíamos a alguien y a los animales..."
Esta cuestión presenta gran cantidad de dudas, pues la policía nunca pudo probar la existencia de este grupo de satanistas como estructura organizada.

Henry Lee Lucas

Issei Sagawa - El Canibal




Actualmente Sagawa disfruta de la popularidad en los medios de comunicación, concede entrevistas y hace videos para complacer la curiosidad del voyeur de aquéllos que quieren acercarse a alguien que ha comido carne humana. "El público me ha hecho el padrino de canibalismo," declaró, "y estoy contento feliz con eso." Este japonés de baja estatura, media 1,50 mts. Sus manos y pies pequeños, incluso su voz era de mujer. Había mencionado en algunas entrevistas que era el tipo de hombre que la mayoría de mujeres no encontraría atractivo. Conocedor de su falta de atractivo físico y de su extrema timidez, estaba obsesionado con tener a su lado "la mujer perfecta". En el libro "Asesinos Caníbales" de Moira Martingale, describen a Issei Sagawa como un estudiante japonés inteligente, obsesionado con las mujeres altas de rasgos occidentales. Su fantasía se hizo realidad mientras estudiaba Literatura Inglesa en la Universidad de Wako en Tokio, ahí se relaciono con una mujer alemana que daba clases de idiomas. "Cuando me encontré a esta mujer en la calle," dijo después al reportero británico Peter McGill, "me pregunté si podría comerla". Un día de verano, se metió través de la ventana a su apartamento e intento en matarla. Para su deleite, ella estaba dormida y tenia ropa pequeña que cubría algo de su cuerpo. Busco algo para apuñalarla o golpearla y descubrió un paraguas. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, la mujer despierta y lo descubre, grita desesperada provocando la huida del intruso. Issei no olvida esta experiencia, había sido muy fácil estar cerca de una mujer atractiva y si era mas cuidadoso con el ataque, podría hacer realidad su fantasía.
Empezó a investigar y vigilar a sus potenciales víctimas para planear sus ataques y no pudieran escapar. Su fantasía se vuelve hacer realidad cuando viaja a París y encuentra a la mujer que nunca pudo sacar de su mente. Su piel blanca, la forma carnosa de sus nalgas y sus bonitos senos le habían provocado perdida de la razón. Empezó a conquistarla. Sagawa creía que el amor que sentía por las mujeres que le gustaban lo podía demostrar comiéndoselas.


El Ritual
Mientras estudiaba en el Censier Institute de Paris en 1981, Sagawa conoce a una mujer alemana, alta, rubia y bonita llamada Renee Hartevelt. Declaró luego que cuando se sentó a su lado en clase, se enamoro inmediatamente y no podía dejar de pensar en la piel blanca de sus brazos. Era la mujer perfecta para lo que tenia en mente, pero tenia que ser cuidadoso y preparar mejor su plan. Renee tenía 25 años, hablaba tres idiomas y con futuro prominente, su objetivo era un Ph.D. en literatura francesa. Sagawa le pidió que lo enseñara alemán, su padre multimillonario y podría pagarle cualquier sueldo. Ella aceptó. Le gustó su inteligencia, su conocimiento de pintura y literatura europea, le escribió cartas de amor, la invitó a conciertos y exposiciones de arte.


Renee tenía 25 años, hablaba tres idiomas y un futuro prometedor.
Sagawa pequeño, con rasgos femeninos y además cojeaba. Renee salía a menudo con él y con frecuencia lo invitaba a su apartamento a tomar el té. Sus continua salidas a bailes, le dio a Sagawa un sentido mas real a sus macabras fantasías.
Cierto día invito a Renee a cenar a su apartamento, le pidió que le leyera un poema de un escritor alemán, después de que ella salió, Sagawa olió y lamió el lugar donde ella se había sentado y juro que se la comería, esto le permitiría poseerla para siempre. A los pocos días la volvío invitar a cenar, con su equipo de reproducción grabo la lectura de su poema preferido con la voz de Renee, el 11 de julio de 1981 se preparó para hacer realidad su última fantasía. Al llegar a París, había comprado un rifle calibre .22 para su protección, hizo sentar en el suelo a Renee al estilo japonés para beber el té, en la bebida mezclo un poco de whisky para volverla más accesible, hablaron durante varias horas esperando que el licor en el té hiciera su efecto. Sagawa declaro su a amor a la bella alemana y trata de llevarla a la cama. Lo rechaza y le explica que solo quería ser su amiga.


 Sagawa se le levanta desconcertado y mientras Renee se sienta en una silla trae un libro de poemas para que lo leyera y el caníbal japonés empieza a ejecutar su macabro plan, graba las ultimas palabras y luego le dispara con su rifle en la parte en el cuello, cae de la silla y le continua hablando pero ella no le responde. Se asusta al ver la gran cantidad de sangre que fluye de la herida, al principio intenta limpiar pero se rinde finalmente. Con gran esfuerzo desviste el cadáver y se pone contento por que ella ya no se negaría a su amor, ahora le pertenecía a él. Con un cuchillo le corta el pezón izquierdo y un pedazo de nariz para comerlos. “Yo corte su cadera”, escribió luego en su cuento titulado, “En la Niebla“ y se pregunto donde debería morder primero, selecciono las nalgas pero las encontró difícil de morder. Describe paso a paso su ritual, la apariencia de grasas, músculos y su sabor. Cuando la grasa sale por los cortes hechos con el cuchillo, la describió de consistencia y apariencia del maíz amarillo, la olió y encontró que no tenía ningún olor. Siguió cortando para encontrar la carne mas profunda, puso dos filetes en su boca “su sabor es de un rico pescado crudo similar al sushi, no he comido nada mas delicioso”, se encontraba feliz de haber cumplido su fantasía.
Usando un cuchillo eléctrico empezó a cortar a Renee en partes, hizo varios filetes para mordisquearlos crudos, el resto lo guardo en su refrigerador. Preparo una comida rápida de carne humana frita con mostaza, tomo fotografías del cadáver mutilado y tuvo relaciones sexuales con lo que quedaba de él. “cuando yo la abrazo”, grabo en una cinta de audio, “ella suspira y le digo que la amo”. Cuando cocinaba y comía de sus restos, escuchaba la grabación que Renee que había hecho de la lectura del poema, su ropa interior la usaba como servilleta para limpiar su boca. Al cocinar un seno le dio asco por su apariencia grasosa y encontró que los muslos eran más deliciosos. Exhausto finalmente, tomó lo que quedaba del cadáver, lo llevo a su cama y durmió con él.






A la mañana siguiente tenia que librarse de la evidencia, al levantarse descubrió que el cuerpo no olía mal aún y continúo comiendo, en particular el brazo que le gustó mas del cuerpo, recorto el ano y lo puso en su boca, pero su olor muy fuerte y lo hizo escupir, intento comerlo friéndolo, pero eso no disminuyo su olor, se dio por vencido y lo devolvió al cadáver. Después de un cierto tiempo, varias moscas grandes pulularon alrededor del cadáver, Sagawa tomo esto como señal que había perdido a Renee. La “luna de miel” había terminado. Con un hacha la corto en pedazos más pequeños para meterla en una maleta que había comprado para este fin. Mientras la desmembraba se excita y con la mano del cadáver procede a masturbarse. Corta su nariz, sus labios y su lengua de varios mordiscos y las guarda para sus fantasías sexuales posteriores.


Después del crimen, violo y durmió con el cadaver esa noche, era un "fetiche sexual".
Escribió: “Yo quiero su lengua, no puedo abrir su mandíbula, pero puedo alcanzarla entre sus dientes. Finalmente sale, la hago estallar en mi boca y me miró masticándola en el espejo. Luego voy por los ojos”. El paso final de Sagawa fue explorar los órganos interiores los cuales quemaron sus manos con los ácidos digestivos, con una hacha cortar la cabeza, la tomo por el cabello y la coloca frente de él, escribió: “Ahora comprendo que soy un verdadero caníbal”.
A la media noche del segundo día guarda todos los pedazos bajo llave en su maleta, llama un taxi y pide que lo lleve a Bois de Boulogne, lleva la maleta al parque y trata de botarla al lago, sin embargo, para su contextura física le era muy pesada. Cuando descubre que varias personas lo miran se asusta, las tira rápidamente y huye. Una pareja que paseaba por el lugar vio una mano de mujer llena de sangre y llaman a la policía. Mientras tanto Sagawa regresa a su apartamento a disfrutar de los filetes de Renee que tenía en su refrigerador, cada día que estuvo en libertad comió pedazos del cadáver.


Issei Sagawa, tenia una lujuria sexual extrema, aun periodista británico le dijo que su compulsión por el canibalismo vino probablemente de un sueño de la niñez que lo dejo muy impresionado. El estaba en una olla hirviendo con su hermano, preparándose como una comida para alguien más. Así empezó sus fantasías caníbales y cambia su papel de “comida” a consumidor. No estaba interesado en comer a mujeres de su propia raza, sentía apetito por mujeres altas, rubias y de piel blanca. La posibilidad de estar con una mujer de este perfil para Sagawa era remotas. En Tokio visito a un psiquiatra al cual confeso sus oscuros deseos, fue calificado como un persona muy peligrosa por el profesional, pero el padre de Sagawa encubrió el problema y envía a su hijo a otro país. Otros profesionales de salud mentales que lo evaluaron luego vieron tendencias peligrosas en él.
Guardo restos del cadaver para alimentarse de ella días posteriores.

 Ningún Juicio, Solo Fama.
Cuando la policía llegó a su apartamento dos días después del asesinato con una orden de captura, los deja entrar, abrieron el refrigerador y encontraron pedazos de un cuerpo de una mujer, incluso los labios. Sagawa confeso lo que había hecho y agrego que tenía una historia medica con una enfermedad mental. De hecho, sus descripciones fueron detalladas así y el juez decidió que él no era competente para juzgarlo: estaba realmente loco. Sagawa fue condenado a un periodo indefinido de prisión en el asilo Paul Guiraud, los tres psiquiatras que lo evaluaron dijeron nunca se curaría.


Su multimillonario padre, Akira Sagawa, presidente de Kurita Water Industries en Tokio, hizo un trato para que en 1984 su hijo fuera transferido al hospital psiquiátrico Matsuzawa en Japón. El fiscal creyó que allí estaría preso de por vida, pero solo permanece preso 15 meses y queda libre en agosto de 1985, de nuevo, gracias a su padre.
El temible caníbal libre, pide pasaporte para poder viajar a Alemania. Su situación de libertad le permitió dar entrevistas por televisión donde declaraba que la carne humana era una de los mejores alimentos, incluso accedió para aparecer en películas pornográficas japonesas y demás escribió cuatro novelas, en la describía los detalles de su asesinato, vendió más de 200,000 copias. Gracias a su padre, había escapado con un asesinato, y estaba muy orgulloso de él.

Actualmente Sagawa disfruta de la popularidad en los medios de comunicación, concede entrevistas y hace videos para complacer la curiosidad del voyeuristica de aquéllos que quieren acercarse a alguien que ha comido carne humana. Él ser el centro de atención le divierte y cree que lo que hizo no es extravagante. "El público me ha hecho el padrino de canibalismo," declaró, "y estoy contento feliz con eso." The Rolling Stones grabaron una canción llamada “Too much Blood” (Demasiada Sangre), Sagawa también probo suerte en el mundo del comic, escribió una columna semanal para un periódico, edita una antología sobre fantasías caníbales y fue portada de una revista gastrónoma japonesa. Bajo un seudónimo, trató de incursionar en el mundo del streaper. En su web oficial, ofrece detalles sobre su crimen y defiende al canibalismo asegurando que no es un acto horrendo, ahí también exhibe ejemplos de sus pinturas y esculturas con las nalgas carnosas de hembras blancas. En un artículo de una revista, dijo que espera ser comido por una joven mujer occidental, porque, sólo un acto como ese lo salvara.
El canival japones


 Jack el Destripador


Ha pasado más de un siglo y todavía perdura el misterio. Cinco crímenes perpetuados en Whitechapel hacia 1888, que hoy, por el escaso número de víctimas hubiesen ocupado pocas líneas en los diarios, en su momento revolucionaron Londres y el mundo entero.
Durante cien años, investigadores, detectives, policías y muchos aficionados han tratado de establecer un perfil psicológico que ayudase a determinar la personalidad o el nombre del asesino, pero hasta ahora solo se han podido identificar los nombres de unos posibles sospechosos. Tal vez por ese motivo Jack el Destripador se ha convertido en el asesino en serie más conocido de la historia. Su nombre nos evoca una silueta entre la niebla del Londres Victoriano, una sombra con capa y sombrero negros que ataca a sus víctimas y desaparece para siempre de la escena del crimen... no en vano se han escrito sobre él cientos de libros, canciones, óperas y películas. Es la perfecta historia de suspense, el gran misterio sin resolver.


LAS VÍCTIMAS

En el año 1888, Whitechapel era uno de los peores distritos de todo Londres. En las calles, hombres, mujeres y niños arrastraban una vida de pobreza y delincuencia en la que muchas veces el único alivio era el que podía ofrecerles una botella de alcohol barato. Los callejones oscuros desembocaban en bares mugrientos y burdeles miserables en los que algunas mujeres se ganaban la vida prostituyendo sus cuerpos por unos pocos peniques. Fue precisamente aquí, en el East End londinense, donde tuvo lugar el breve reinado de terror del temido descuartizador que firmaba sus crímenes como "Jack el Destripador".
Su primer crimen oficial, por así decirlo, el que reconocen todas las crónicas, tuvo lugar el 31 de agosto, aunque en su día se sospechó que por lo menos dos asesinatos anteriores menos publicitados habrían sido también obra suya.
Ese día estaba amaneciendo muy lentamente. Las calles todavía estaban oscuras, y a pesar del frío algún que otro paseante comenzaba a circular por el barrio. Uno de ellos distingue a lo lejos el cuerpo de una mujer tendido en el suelo que a primera vista parecía desmayada, pero cuando se acerca para tratar de ayudarla, ve que unas terribles heridas la habían casi decapitado.

Horrorizado, no deja pasar un minuto y avisa al primer policía que hacía su ronda por el barrio, quién acompañado de un médico distingue bajo la luz de una linterna que la muerte le había sido provocada por dos golpes con arma blanca que le habían seccionado la tráquea y el esófago. El cuerpo, todavía caliente en partes, indicaba que el momento del crimen no debía de haber sido de más de media hora antes de haber encontrado el cuerpo. Tras un examen más detallado en la sala de autopsias, descubren además que había sido brutalmente golpeada en la mandíbula inferior izquierda (posiblemente por una persona zurda), y que su abdomen había sido mutilado.
Por lo demás, el asesino no había dejado otras pistas tras de sí, ni testigos, ni el arma homicida. Ninguno de los vecinos oyó nada.La identificación de la víctima no fue tarea fácil, aunque unos días después su padre y su ex marido identifican el cuerpo de una mujer de 42 años, prostituta, llamada Anne Mare Nichols y conocida como Polly.Polly había estado casada y tenía cinco niños, pero su adicción al alcohol había hecho que su matrimonio se rompiera. Desde entonces, sola, había vivido de sus pobres ingresos de prostituta.
El lunes 6 de agosto, varias semanas antes del primer crimen oficial del Destripador, Marta Tabram, una prostituta de 39 años, había sido hallada muerta con 39 puñaladas; y algunos meses antes, Emma Smith, una prostituta 45 años, había sido agredida salvajemente en la cabeza y le habían introducido un objeto en la vagina. Seguramente estos dos crímenes no tenían nada que ver con nuestro asesino, más que nada porque la firma del Destripador era más ritualista que los simples golpes y puñaladas, pero aún así, el terror ya se había apoderado de las almas de los habitantes del distrito londinense.
Annie Chapman era una mujer sin hogar propio que vivía en pensiones comunes cuando disponía de dinero para el alojamiento de una noche, y cuando no era así, se dedicaba a vagar por las calles en busca de clientes que le proporcionasen alguna moneda para bebida, refugio y alimento. No siempre había sido así, unos años antes estaba casada y con tres niños, pero todos murieron, unos por enfermedad y otros por accidente. Fue un golpe muy duro, nunca se repuso. Así, en estado de depresión permanente comenzó a beber para sobrellevar su soledad.
Su cuerpo fue hallado mutilado en la calle del Mercado de Spitalfields a las 6 de la mañana, y nadie había ido testigo de los hechos. Su intestino estaba en el suelo entre un gran charco de sangre y una profunda incisión cruzaba su cuello de lado a lado. Todo parecía indicar que había sido asesinada en ese mismo sitio. No había señales de defensa por parte de la víctima, y lo curioso es que cerca de su cadáver se encontraron un pequeño pañuelo, un peine y un cepillo de dientes, que parecían haber sido colocados en un orden concreto por el asesino.
Según el médico forense que vio el cadáver, el asesino había agarrado a Annie por la barbilla y la había degollado por la espalda de izquierda a derecha, y por la fuerza empleada, posiblemente con la tentativa de decapitarla. Eso le había causado la muerte. Las otras heridas infligidas y las mutilaciones abdominales habían sido realizadas post mortem: el abdomen había sido abierto para extraer la vagina, el útero y la vejiga, que no fueron hallados. Las incisiones eran limpias, como si se tratase del trabajo de un experto en anatomía, o por lo menos el de alguien con los conocimientos anatómicos y la habilidad suficiente para poder abrir el cuerpo y extraer los órganos con mucho cuidado de no dañar otras partes internas. El instrumento utilizado parecía ser un cuchillo estrecho con lámina fina y muy afilada, la clase de cuchillo que utilizaban los cirujanos y los carniceros.
Una señora de nombre Elizabeth Long que se dirigía al mercado esa mañana, pudo aportar un testimonio valioso: a las cinco y media de la madrugada había visto a un hombre conversando con una prostituta que identificó como Annie Chapman. Lamentablemente el hombre estaba de espaldas y no pudo ver su rostro, pero sí distinguió la silueta de un hombre de unos 40 años, elegante, que portaba un sombrero y un abrigo oscuros. La hora de la muerte se estimó entonces entre las cinco y media y las seis de la mañana, hora en la que fue descubierto el cadáver, lo que significaba que el asesino actuaba rápidamente y con gran precisión.
La falta de indicios hacía que la investigación avanzase lentamente. Todo el mundo había relacionado las muertes entre ellas, y a pesar de que la policía se mantenía en el más absoluto de los silencios, los periódicos no dejaban de alimentar cada rumor escuchado, lo que servía para aumentar la cólera y el miedo de los vecinos. Desde Scotland Yard se llegó a ofrecer una gratificación para quien aportase algún dato válido sobre la identidad del asesino, pero lo único que consiguieron fue que los vecinos aprovechasen sus diferencias y se denunciasen entre ellos, deteniendo simplemente a algunos falsos culpables, excéntricos o alcohólicos que aseguraba ser el descuartizador de prostitutas, aunque tras numerosas investigaciones y por el hecho de que todos carecían de habilidades médicas o que tenían coartadas, no tardaban en recuperar la libertad.
El 25 de septiembre, la Agencia Estatal de Noticias recibió una nota en tinta roja firmada por el propio Jack el Destripador cuyo contenido era:
"Querido Jefe, desde hace días oigo que la policía me ha cogido, pero en realidad todavía no me han pescado. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a la dama en cuestión no le dio tiempo a chillar. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo, pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito..."
Firmado: Jack el Destripador, desde el Infierno.
A partir de entonces seguiría escribiendo cartas y poemas destinados al jefe de la policía londinense jactándose de su habilidad para escabullirse en la oscuridad de las calles y evitar ser atrapado por la multitud que le perseguía, o haciendo alarde de la perfección de sus crímenes y anticipando otros nuevos ataques, siempre seguro de sí.
El domingo 30 de septiembre, se descubría otro cadáver en la calle Berner sobre la una de la mañana. Tras pedir ayuda a la policía, vieron que se trataba de una mujer, cuyas faldas habían sido levantadas por encima de sus rodillas. Un forense llegó a la escena del crimen con su ayudante un cuarto de hora más tarde. Entre los dos detallaron sus conclusiones de la exploración:
"La difunta yace sobre su lado izquierdo, su cara mira hacia la pared derecha. Sus piernas han sido separadas, y algunos miembros están todavía calientes. La mano derecha está abierta sobre el pecho y cubierta de sangre, y la izquierda está parcialmente cerrada sobre el suelo. El aspecto de la cara era bastante apacible, la boca ligeramente abierta. En el cuello hay una larga incisión que comienza sobre el lado izquierdo, 2 ½ pulgadas por debajo del ángulo de la mandíbula casi en línea recta, seccionando la tráquea completamente en dos, y terminándose sobre el lado contrario... "
El asesino no se había ensañado tanto esta vez como en las anteriores. Posiblemente había sido interrumpido mientras la degollaba y hubiese huido antes de completar su ritual.La joven prostituta fue identificada como Elizabeth Stride, de origen sueco, que había venido a Inglaterra para ganarse la vida tras el fallecimiento de su marido y sus dos hijos en un accidente marítimo. Esta vez, varios testigos declararon haberla visto momentos antes de su muerte acompañada por un hombre de unos treinta años con pelo y bigote negros, vestido con un abrigo negro y un sombrero alto, que portaba un bulto, como un maletín.
Mientras la policía se enfrentaba al hallazgo de este nuevo cadáver, a pocas calles allí un guarda nocturno descubría el cuerpo de otra víctima degollada. Su abdomen había sido abierto y los intestinos se encontraban en el suelo, además tenía varias heridas por todo el cuerpo. Los miembros estaban todavía calientes, la data de la muerte no debía ser de más de media hora desde el descubrimiento del cadáver.No había otros indicios más que un escrito con tiza blanca sobre una pared que decía: "No hay porque culpar a los judíos", supuestamente obra del asesino. Antes de que la inscripción pudiese ser fotografiada, el Comisario de la Policía londinense Charles Warren ordenó que fuese borrada, según él porque se trataba de una falsa pista del criminal tratando de culpabilizar a la comunidad judía, y si algún londinense lo leía, podía provocar una revuelta contra ellos.
La víctima era Kate Eddowes, quien como las demás, tenía por oficio el de la prostitución y como afición, la bebida. Sus padres habían muerto cuando ella era joven y a los 16 años se fue a vivir con un hombre, con quién tendría tres hijos. Los malos tratos por parte de éste obligaron a que se fuera de casa, y su adicción al alcohol la obligó a alquilar su cuerpo en las calles.

Como en las muertes de Polly Nichols y Annie Chapman, la garganta de Kate había sido degollada de izquierda a derecha, le habían seccionado el vientre y extraído algunos órganos, entre ellos uno de los riñonesDespués de esto, las cosas parecieron volver a la normalidad en Whitechapel. No hubo ningún otro asesinato durante un mes y las prostitutas regresaron a las calles más tranquilas. Desgraciadamente, la paz duró poco, pues el 9 de noviembre, otra mujer apareció salvajemente asesinada.Se trataba de Mary Kelly, una atractiva joven de 21 años que se dedicaba a la prostitución para poder mantenerse a ella misma y a su pareja, que se encontraba sin trabajo. Esa mañana, el locatario subió a la habitación de Mary para cobrar el alquiler mensual, pero nadie contestó a su llamada. Decidió abrir la puerta él mismo, horrorizándose por lo que descubrió...
Sin duda era el crimen más violento de Jack el Destripador. El cadáver estaba tumbado sobre la cama con múltiples heridas de arma blanca, completamente mutilado y con la arteria carótida seccionada. La ferocidad de este asesinato asombró a los cirujanos veteranos de policía. El médico forense necesitó varias páginas para redactar el informe de las lesiones y órganos extraídos.
Este asesinato creó el pánico absoluto en el barrio, haciendo estallar episodios esporádicos de violencia en la muchedumbre. La actividad policial era frenética, cada rincón fue registrado, cada sospechoso detenido e interrogado a fondo, pero no por eso la policía dejaba de ser duramente criticada. Nunca más se volvió a saber del asesino. No hubo más cartas ni más crímenes, parecía que Jack el Destripador hubiese abandonado la escena del crimen para siempre, y finalmente el caso fue cerrado en 1892, el mismo año en que el Inspector encargado del caso se retiró.



Lo cierto es que nadie puede saber si ésta es la verdadera historia o si es otro de los relatos que inspira este terrible personaje. Lo único que hoy en día tenemos claro es que no se trataba de un delincuente cualquiera. Sus hechos demuestran que era una persona con gran inteligencia y tal vez una educación superior a la población de Withechapel, incluso puede que fuese alguien de clase alta. Tal vez tuviese un trastorno de la sexualidad o un trastorno mental que le provocase esa compulsividad y obsesión a la hora de cometer los crímenes. Su afán de reconocimiento y el hecho que resaltase con las cartas enviadas a la prensa su inteligencia, demuestra que también era una persona insegura y llena de complejos. Pero mientras Scotland Yard mantenga sus archivos en el más absoluto secreto, otros autores seguirán suscitando sospechosos que mantengan la leyenda del Destripador viva.
Jack el destripador



Javed Iqbal
El peor asesino en serie en la historia de Pakistán, juzgado según la Ley del Talión.
Javed Iqbal fue detenido en diciembre de 1998 después de que en un acto de exhibicionismo enviase una carta a la Policía en la cual confesaba haber estrangulado a un centenar de jóvenes. Además de mofarse de la incapacidad de las autoridades de atraparlo y ponerlo entre rejas, en ella explicaba cómo había cortado en pedazos los cuerpos de sus víctimas, de las que abusaba sexualmente antes de asesinarlas, y luego depositaba los restos en una tinaja con ácido para hacer desaparecer los cadáveres.
Esta carta desencadenó una auténtica caza al asesino, que se prolongó durante un mes y concluyó con la captura de un ingeniero químico de 42 años llamado Javed Iqbal, que se convirtió así en el criminal más buscado en los 53 años de historia independiente de Pakistán, donde son muy raros los casos de asesinatos en serie.
El 30 de diciembre, en otro acto de exhibicionismo típico de este tipo de criminales, Iqbal se había presentado en las oficinas de "The News", un periódico de la ciudad paquistaní de Lahore. En la redacción de dicho periódico declaró que no sentía remordimientos por haber matado a 100 niños, pero que podría haber matado a 500 y que si sólo asesinó a 100 fue porque no quiso ir "más allá". Confesó a los periodistas que había actuado así en protesta por los malos tratos que sufrió de las Fuerzas de Seguridad, y que temía por su vida si se entregaba directamente a la Policía, por ese motivo había acudido al periódico local.
Las primeras investigaciones policiales acerca de este caso de desaparición de menores condujeron pronto a la casa que el ingeniero compartía con sus cómplices. Allí se encontraron unas fotografías de 100 niños muertos y las ropas que muchos de ellos llevaban cuando desaparecieron. Asimismo se hallaron los restos de dos cadáveres en una tinaja azul.
Casi todas las víctimas procedían de familias muy pobres o eran mendigos, y en algunos casos habían pasado meses de la desaparición hasta que las familias presentaron las denuncias. La gran mayoría fueron identificadas por sus familias a las que fueron mostradas las fotografías. El presunto asesino afirmó que las fotografías eran tomadas por sus dos cómplices que, según añadió, eran homosexuales, aunque negó que él lo fuera. Durante el juicio, el ingeniero negó la versión de los hechos relatada en la carta que había enviado a la policía, y afirmó que había sido detenido por error.En el trascurso del mismo un total de 105 testigos de la acusación prestaron declaración ante el tribunal, mientras, la defensa no presentó ninguno. Al final, la sentencia emitida por el juez de acuerdo con la "Sha’aria", (tradicional ley islámica) lo ha hallado culpable y ha solicitado el "ojo por ojo y diente por diente".

El más brutal asesino de Pakistan con 100 niños asesinados. La sentencia del tribunal de Lahore es que el asesino deberá ser ejecutado en el parque público más popular de la ciudad de la misma manera que él ejecutó a sus víctimas.
"Morirá estrangulado delante de los padres de los niños a los que ha matado, y su cuerpo será cortado en cien pedazos que serán depositados en ácido, como usted hizo con los niños", han sido las palabras del juez.
Uno de los cómplices de Iqbal, Sajid Ahmad, de 17 años fue también condenado a muerte porque participó en cada uno de los asesinatos. También Mamad Nadeem, de 15 años fue hallado culpable de los crímenes de trece de las víctimas ha sido condenado a 182 años de prisión (14 por cada uno de ellos), al igual que Mamad Sabir, de 13 años, a 63 años de cárcel.
Tras oír la sentencia en una sala abarrotada de público, Iqbal juró por su honor que era inocente, luego firmó el fallo y fue conducido a la prisión.
Su abogado defensor, Najeeb Faisal Chuadhry, declaró a la prensa que pensaba apelar a la sentencia y si fuera necesario llevaría el caso ante el Tribunal Supremo. En este caso, la ejecución se podría demorar durante años.
La sentencia fue criticada duramente por grupos de derechos humanos e incluso por el Concilio de Ideología Islámica, pero la corte de Lahore no dio paso atrás.Como quiera que sea la sentencia jamás llegó a cumplirse. La mañana de 8 de octubre de 2001, apenas cuatro días antes de que la Sha’aria rindiera su veredicto final, las autoridades de la prisión de Kot Lakhpat hicieron pública la muerte de Javed Iqbal y su cómplice Sajid Ahmad, ambos fueron encontrados en sus celdas ahorcados, al parecer, con sus sábanas.
Las autopsias revelaron que ambos habían sido golpeados y algunas declaraciones de guardias y custodios no parecían ser del todo verdad, pero a fin de cuentas las autoridades dictaminaron "suicidio".

JOACHIM KROLL - EL CANIBAL


Joachim Kroll nació en Hindenburg, Alemania. Sólo fue tres años a la escuela y nunca aprendió a leer ni a escribir. Su madre, que era viuda, falleció cuando él era un adolescente. A raíz de su muerte, sus cinco hermanos y hermanas fueron separados y, con el tiempo, perdieron el contacto con Joachim.
A saber qué razones se aunaron para que este hombre pequeño, común y corriente se convirtiera en asesino en serie y caníbal. En 1955, a la edad de 22 años, Joachim acechó a Irmgard Strehl, de 19 años, cuando ésta iba por una carretera rural cerca de la ciudad de Walstedde. Irmgard fue asesinada por estrangulación y luego violada, un destino que correrían todas las mujeres que fueron víctimas de Joachim. Su cadáver fue encontrado a varios metros de la carretera.

Durante cuatro años, los extraños impulsos que llevaban a Joachim a matar y a violar permanecieron latentes. Luego, en rápida sucesión, volvió a las andadas, dos veces en un mes. Las víctimas fueron Klara Tesmer, de 24 años, y Manuela Knoot, de 16.



Fue al matar a Klara cuando a Joachim le empezó a gustar la carne humana. Cuando se encontró su cadáver en un bosque cercano, la policía se quedó horrorizada al ver los grandes trozos de carne que le habían arrancado de los muslos y los hombros.
Años después, Joachim reveló que había envuelto la carne en un papel y luego se la había comido en la cena. Desgraciadamente, un tal Heinrich Ott fue arrestado y acusado del asesinato de Klara. A la espera del juicio, Ott sufrió una depresión aguda y se ahorcó.

En 1962, Joachim volvió a actuar. Su primera víctima fue Petra Giese, de 13 años. Dos meses después, mató a Monika Tafel, de 12 años. Ambas, originarias de la región de Bruckhausen, habían sido asesinadas por estrangulamiento, y después violadas. De nuevo, se encontraron signos de canibalismo. Dos hombres inocentes fueron arrestados, declarados culpables y encarcelados por estos asesinatos.
Vinzenz Kuehn, un conocido pederasta, pasó seis años en prisión por el asesinato de Petra Giese. Walter Quicker, un hombre que amaba a los niños, pero que nunca había tocado a uno solo, fue declarado sospechoso del asesinato de Monika Tafel. Como no había ninguna prueba en su contra, fue liberado. La mujer de este hombre totalmente inocente se divorció de él por el incidente. Sus amigos y conocidos le hicieron el vacío. Unos meses después del asesinato, se colgó en el mismo bosque donde se había encontrado el cadáver de Monika Tafel.
 Tres años después de estos crímenes, Joachim volvió a matar. Estaba buscando una víctima femenina en Grossenbaum cuando se topó con una pareja que había aparcado en un callejón conocido por ser refugio de enamorados. Hermann Schmitz y su novia, Marion Veen, se estaban besando en el asiento delantero de su automóvil. Joachim se puso delante del vehículo y empezó a mover los brazos como loco. Creyendo que este hombre obviamente agitado tenía algún problema, Schmitz salió del automóvil. Joachim le asestó varias puñaladas.

Marion, quien entendió lo que estaba pasando rápidamente, se pasó al asiento del conductor y puso el vehículo en marcha. Joachim logró apartarse de un salto en el último momento. Corrió hacia los matorrales y desapareció, en medio de la noche. Marion colocó una horquilla debajo de la corneta para que esta no parara de sonar, esperando así llamar la atención. Entre tanto, detuvo el vehículo y corrió al lado de Hermann. No había nada que pudiera hacer. Estaba muerto.
En septiembre de 1966, Joachim asesinó y violó a Ursula Rohling, de 20 años. Inmediatamente se sospechó de su novio, Adolf Schickel, la última persona vista en su compañía. Aunque fue arrestado, después lo dejaron en libertad.
 Adolf tuvo que hacer frente a las burlas de sus amigos y vecinos, que estaban totalmente convencidos de su culpabilidad. Cuatro meses después de recuperar su libertad, se llenó los bolsillos con piedras y se ahogó en un río cercano.
Joachim siguió asesinando. En Bredeney, engañó a una niña de cinco años, Ilona, consiguiendo que se subiera a un tren. Al cabo de veinte millas, ambos bajaron del tren. Joachim la estranguló y violó, y luego se llevó partes de su cadáver.
A este hombre enloquecido no le importaba la edad de sus víctimas. Llamó a una puerta elegida al azar. Cuando Maria Hettgen, de 61 años, abrió, murió a puñaladas. Poco después, Jutta Rahn, de 13 años, corrió la misma suerte. Se sospechó que un hombre llamado Peter Schay, sobre el que la policía estaba investigando, era el asesino, principalmente porque tenía el mismo grupo sanguíneo que el asesino.
No obstante, como no había pruebas de que hubiera participado en el asesinato, se le dejó libre. Durante varios años, los amigos y vecinos de este hombre inocente le hicieron el vacío, hasta que Joachim confesó haber asesinado a Jutta.
En 1976, a Oscar Muller, de Laar, Alemania Occidental, su vecino de la puerta de al lado le dijo que el inodoro de su piso estaba atascado. Oscar fue a verlo con la idea de arreglarlo. Se quedó horrorizado al darse cuenta de que en el inodoro flotaban diminutos trozos humanos. Salió del edificio y rápidamente encontró a un agente de policía. En el barrio había varios policías porque esa misma mañana había desaparecido de un parque cercano Monika Kettner, una niña de cuatro años. Un agente acompañó a Oscar, echó un vistazo al inodoro y llamó a sus superiores.

Un grupo de detectives fue a ver a uno de los vecinos de Oscar, Joachim Kroll, para registrar su piso. En su frigorífico encontraron trozos de carne de la niña desaparecida. En el congelador, descubrieron más trozos de carne humana bien empaquetados. El asesino era consciente de que sus 21 años de asesinatos iban a concluir. Confesó todos los asesinatos que recordaba, pero admitió que había muchos otros de los que no se acordaba. La policía cree que no pasó un solo año en que no se cobrara una víctima, aunque no se acordara de todas ellas.
Mientras contaba con todo lujo de detalles los crímenes de los que se acordaba, Joachim contó con toda tranquilidad como conoció a Gabriele Puettmann en un banco de un parque. Tenía la intención de matarla y violarla pero cuando le enseñó fotos pornográficas, Gabriele saltó y se fue corriendo.
Gabriele nunca le habló a sus padres del incidente pero cuando, once años después, fue nombrada en la confesión de Joachim, se dio cuenta de lo afortunada que había sido al lograr escapar de las garras de uno de los caníbales más conocidos de Alemania.
Como en Alemania Occidental no existía la pena capital, la máxima pena a la que pudo ser condenado Joachim Kroll fue cadena perpetua.
JOACHIM KROLL - EL CANIBAL





Joe Ball – El Carnicero de Elmendorf

Conocido también como “El Carnicero de Elmendorf”, se llevó a su tumba el secreto sobre sus asesinatos. Se cree que pudo alimentar a los caimanes que tenía en su bar como atracción turística con la carne de sus víctimas…
Joe Ball, el hombre de los caimanes.

 
 
Frank Ball llegó a Elmendorf, un pequeño pueblo al sudeste de San Antonio, Texas, alrededor de 1885. A través de un préstamo del banco local abrió una fábrica para procesar algodón y la llegada del tren, pocos años después, hizo prosperar su negocio volviéndolo rico. Frank se casó con Elizabeth, y acrecentó su fortuna haciendo negocios de bienes raíces, eventualmente abrió una gran tienda en el pueblo.
La familia Ball crió en total ocho hijos, Joseph D. Ball, su segundo hijo, nació el 7 de enero de 1896. La niñez de Joe fue normal, pero era un niño de carácter retraído que disfrutaba más de la pesca y largas excursiones en solitario, que de actividades con otros chicos. Siendo ya un adolescente adquirió pasión por las pistolas y solía pasar largas horas practicando el tiro, se sabe que llegó a ser un tirador muy habilidoso.
En 1917, cuando los Estados Unidos declaran la guerra a Alemenia, Joe se enlista y es enviado al frente poco después. No existen registros sobre su desempeño durante la guerra, pero sobrevive y en 1919 es dado de baja honorablemente y regresa a Elmendorf.
A su regreso trabaja durante algún tiempo con su padre, pero al parecer, los dos años en las trincheras le hacen difícil adaptarse a la vida civil y renuncia. Habiendo aprendido algo de negocios, se da cuenta que La Prohibición ha dado lugar a una gran demanda de licor ilegal por lo que decide dedicarse al contrabando y, a pesar de los riesgos (mismos que parece disfrutar), se dedica a recorrer la región en su Ford modelo A vendiendo whisky.
A mediados de los años 20, Joe contrata a un joven afro-americano llamado Clifton Wheeler para que le ayude en el negocio, siendo un tipo inteligente y más bien taimado, pronto él queda encargado del trabajo sucio. Se ha dicho que Clifton temía a Joe, ya que cuando éste se emborrachaba, se entretenía haciéndolo bailar disparando a sus pies.
Al finalizar La Prohibición, el negocio de Joe se vino abajo, pero, aprovechando sus conocimientos en el negocio del licor, decide abrir una cantina. Así es como, tras comprar un terreno a la orilla de la carretera a las afueras de Elmendorf, construye una taberna con dos habitaciones en la parte de atrás y la bautiza con el nombre de Sociable Inn. El lugar no es más que una habitación grande con mesas y un piano en donde los parroquianos pueden beber y ocasionalmente disfrutar de una pelea de gallos.
Aún cuando el negocio parece ir bien, Joe siente que debe de contar con alguna atracción que haga llegar más clientes así que construye, en la parte trasera de la taberna, un pequeño lago artificial rodeado con una reja de tres metros de altura en donde pone cinco caimanes vivos, uno grande y cuatro más pequeños. El éxito es inmediato y sus nuevas mascotas atraen a muchos nuevos clientes. Los sábados son especialmente concurridos ya que ese día Joe tiene un “show” especial que consiste en alimentar a los caimanes con algún mapache, perro, gato o cualquier otro animal vivo del que pueda echar mano.
 
Además de los caimanes, el éxito de la taberna está en que Joe siempre se las arregla para contratar chicas jóvenes y guapas para atender a los parroquianos. Ninguna de las chicas parece quedarse demasiado tiempo pero él siempre lo explica diciendo que son chicas que van de paso buscando la manera de hacer un poco de dinero rápidamente.
En 1934 Joe conoce a Minnie Gotthardt, una chica de 22 años de Seguin a quien apodan “Big Minnie”. A pesar de que ella no agrada a la mayoría de sus clientes, Joe comienza una relación con ella y juntos atienden el Sociable Inn durante los siguientes tres años. Los problemas comienzan cuando Joe se enamora de una de sus meseras más jóvenes, Dolores “Buddy” Goodwin. La cosas se complicaron aun más en 1937 cuando entra a trabajar a la taberna Hazel “Schatzie” Brown, una guapa chica de 22 años que de inmediato comienza a recibir las atenciones de Joe.
En el verano de 1937 el problema de Joe se soluciona parcialmente al salir de escena Big Minnie, según explica a amigos y familiares de la mujer, Minnie decide dejar el pueblo tras dar a luz a un bebé de color. Algunos meses más tarde Joe se casa con Dolores, a quién confía que no es verdad que Minnie huyera, según le cuenta, la verdad es que él la llevó a una playa cercana, le disparó en la cabeza y la enterró en la arena. Ella no le cree y el asunto no se vuelve a tratar entre ellos.
En enero de 1938 Dolores se ve envuelta en un accidente automovilístico que casi le cuesta la vida, como resultado le es amputado el brazo izquierdo. Rápidamente comienzan a correr rumores de que la verdad es que uno de los caimanes de Joe le había arrancado el brazo. Independientemente de cuál haya sido la verdad, Dolores desapareció misteriosamente el siguiente abril y no demasiado tiempo después Hazel también.
 
Quizá las mujeres no fueran muy fieles a Joe ni él a ellas, pero ese no era el caso con sus caimanes. Según se cuenta, cuando un vecino reclamó a Joe por el fuerte olor a carne podrida del alimento de sus mascotas, Joe tomó una escopeta y le sugirió que no se metiera en asuntos que no eran de su competencia a menos que quisiera terminar como alimento él mismo. El vecino decidió cambiarse a otro pueblo.
El negocio de Joe parecía ir viento en popa no obstante la continua desaparición de sus ayudantes, pero a mediados de 1938 la familia de Minnie comenzó a hacer preguntas de nuevo al no poder localizarla a pesar de los esfuerzos de la oficina del Sheriff del condado de Bexar. Como Joe había sido su último amante y patrón conocido, fue interrogado en varias ocasiones, sin embargo, sin evidencias de algún crimen, tuvieron que dejarlo en paz.
Algunos meses más tarde, los familiares de otra chica desaparecida, Julia Turner de 23 años, acudieron a la Policía. Como Julia también había sido empleada de Joe nuevamente la Policía lo interrogó; él les dijo que al parecer la chica había tenido algunos problemas locales y había decidido marcharse del pueblo. Las investigaciones de la Policía concluyeron que ella no había regresado al departamento que compartía con otra chica pues su ropa y efectos personales aún estaban ahí: los investigadores regresaron a la taberna e interrogaron de nuevo a Joe. Esta vez él “recordó” que la chica estaba realmente desesperada y él le había prestado quinientos dólares ya que ella ni siquiera quería regresar a su departamento.
 
Durante los meses siguientes dos chicas más, empleadas de Joe, desaparecieron. Los ayudantes del sheriff interrogaron a Joe durante horas pero no lograron sacarlo de su posición inocente; las chicas habían dejado el pueblo, él no sabía nada más. Al no tener alguna prueba contra él, de nuevo tuvieron que dejarlo ir.
El 23 de septiembre de 1938 la suerte de Joe comenzó a decaer. Un viejo vecino de Joe declaró a la Policía que lo había visto cortando pedazos de carne humana para alimentar a sus caimanes. Mientras la Policía decidía qué acción tomar, un méxico-americano pidió ayuda al alguacil de condado de Bexar, John Gray, sobre un barril “con olor a muerto” que Joe había dejado tras el granero de su hermana. A la mañana siguiente los alguaciles John Gray y John Klevenhagen fueron a investigar pero el barril había desaparecido. De nuevo decidieron visitar a Joe.
Cuando Gray y Klevenhagen llegaron al Sociable Inn informaron a Ball que lo iban a llevar a San Antonio para interrogarlo, Joe accedió y pidió permiso para cerrar apropiadamente el establecimiento, ellos accedieron. Joe tomó una cerveza y la dejó caer, se acercó a la caja registradora y oprimió la tecla “NO SALE” (Sin Venta), cuando el cajón de la registradora se abrió tomó de él un revolver colt calibre 45 y, tras colocárselo contra el pecho, jaló del gatillo ante la impotencia de los agentes. El disparo fue mortal.
 
Alguaciles de toda la región convergieron en la taberna para la investigación, tras encontrar carne en estado de putrefacción en el lago de los caimanes y un hacha cubierta con sangre y pelo desarrollaron la teoría de que Joe descuartizaba a sus víctimas y alimentaba con ellas a sus mascotas.
Las investigaciones concluyeron que solamente Clifton Wheeler podría haber ayudado a Joe en estas espeluznantes tareas, así que Wheeler fue detenido y llevado a San Antonio para su interrogatorio.
Al principio Wheeler negó tener conocimiento alguno de las acciones de Joe, pero tras todo un día de preguntas finalmente aceptó colaborar. Explicó a los agentes que Hazel Brown, una de las chicas de Joe, se había enamorado de otro hombre y estaba planeando irse para comenzar una nueva vida. La noticia y el que ella lo acusara de haber asesinado a Minnie hicieron que Joe perdiera los estribos y la matara. Para poder corroborar el hecho le pidieron que les mostrara en donde estaba enterrado el cuerpo.
Al día siguiente Wheeler los condujo a un sitio apartado, a unas tres millas de pueblo, cerca del río San Antonio. Ahí comenzó a cavar en un sitio en que la tierra estaba medio suelta y poco después descubrieron dos brazos, dos piernas y un torso en avanzado estado de putrefacción, cuando le preguntaron por la cabeza el señaló los restos de una hoguera. Entre las cenizas se encontraron una mandíbula, algunos dientes y pedazos de un cráneo humano.
Wheeler les contó que una noche, tras haber estado bebiendo copiosamente, Joe le había ordenado traer algunas cobijas y una lata de alcohol, después habían recogido del granero de su hermana un barril de 55 galones y en el auto de Joe lo habían llevado hasta el río. Una vez ahí Joe lo había obligado, a punta de pistola, a cavar una fosa y cuando abrieron el barril dentro estaba el cadáver de Hazel. Siempre bajo amenazas, lo había obligado a ayudarlo a desmembrar el cadáver. Una vez enterrado éste, Ball arrojó la cabeza de Hazel a la fogata.
 
Cuando lo interrogaron sobre Minnie Gotthardt, dijo que Joe la había llevado a Ingleside, cerca de Corpus Cristi, donde después de beber en cantidad, le había pegado un balazo en la cabeza. Joe la mató porque descubrió que estaba embarazada y no quería que esto interfiriera en su relación con Dolores. Ambos la enterraron en la arena.
El 14 de octubre de 1938 fue encontrado el cuerpo de Minnie donde Wheeler había dicho que estaría.
Cuando fue interrogado sobre la desaparición de las otras chicas negó saber algo al respecto. Wheeler se declaró culpable de complicidad bajo amenazas y fue condenado a dos años de prisión.
Entre las cosas que se encontraron el la taberna de Joe estaba un álbum con fotografías de docenas de mujeres, nunca se comprobó que Ball las hubiera conocido realmente, pero según el alguacil J. W. Davis, podría ser la pista de varios otros asesinatos.
En cuanto a Dolores, fue localizada varios meses más tarde en California, a donde había huido para comenzar una nueva vida. También fue encontrada en Phoenix, Arizona, otra de las chicas supuestamente desaparecidas. Los caimanes de Joe terminaron en el zoológico de San Antonio.
Las investigaciones concluyeron que la sangre y pelo encontrados en el hacha tomada de la taberna de Joe no eran humanos, pero muchas de las chicas desaparecidas jamás fueron localizadas. En 1957 Dolores declaró en una entrevista con el periódico San Antonio Light que Joe Ball era un hombre dulce y cariñoso que jamás haría daño a nadie que no le obligara a ello, además dijo que Joe había alimentado a sus caimanes con carne humana… La duda quedará por siempre…
El carnicero de Elmendorf
 
 

Los Thugs

Los thugs fueron una red de fraternidades secretas de la India, que probablemente operaron desde la Edad Media hasta 1830 y fueron, según algunos especialistas, la primera mafia del mundo.
Los Thugs también se conocen como “Estranguladores”, y al thug usualmente se le denomina “thuggee” o “tuggee”, asociándoselo así al vocablo hindú ‘thag’, que significa “ladrón”, y que en sánscrito tiene como fonéticamente parecida a la palabra ‘sthaga’, cuyo significado es “sinverguenza”.  Vemos pues en la etimología, que la palabra inglesa ‘thug’ es semejante a la palabra hindú ‘thag’, cosa que no obedece a la casualidad ya que los viajeros ingleses debieron soportar a esos estranguladores y ladrones, al menos hasta que finalmente el gobierno británico tomó cartas en el asunto para erradicarlos.
 
 
La primera mención sobre los thugs se remonta al año 1356, en un pasaje escrito por Ziau-d din Barni dentro de su Historia del Shah Firoz. En cuanto a la opinión de los propios thugs sobre su origen, éstos lo sitúan entre siete tribus musulmanas; no obstante, la adoración que muestran hacia la diosa (de la muerte y la destrucción) hindú, Kali, carece de influencia islámica. Sea como sea, Kali es el centro de la fe de los thugs, el justificativo para sus crímenes y su madre en el plano del relato mitológico.
Concretamente, en el Purana se cuenta que, al inicio de los tiempos, los demonios no permitían que los seres humanos se instalen en la Tierra, ya que mataban a cualquiera que osase poner un pie en ella. Indignada, Kali comienza a combatirlos; pero, cada vez que derramaba la sangre de estos demonios, surgía uno nuevo de cada gota… Ante eso, tomó sus gotas de sudor y las empleó para crear a dos hombres, a los cuales dio pañuelos para que estrangulen a los demonios, pudiendo de esa forma matarlos sin derramar sangre. Los dos hijos (los hombres creados a partir de su sudor) de Kali consiguieron cumplir la misión encomendada por su diosa madre, convirtiéndose así en los primeros thugs, de los cuales se creían descendientes los ladrones-estranguladores que luego tomaron el nombre de “thugs”, matando bajo la creencia de que sus asesinatos eran sagrados y evitaban, con cada víctima, un retraso de mil años en la llegada de Kali, quien por ser la Diosa de La Destrucción nos acabaría en caso de volver
 
En base a esa fe, los thugs llegaron a considerar que el asesinato premeditado no era solo una forma de beneficiarse (al tomar las pertenencias de las víctimas), sino un importantísimo deber religioso. Aunque parezca insólito, la irracionalidad del hombre es tal que, según ciertas fuentes, a finales del siglo XVIII la secta criminal contaba con aproximadamente un millón de peligrosos adeptos, que se creían practicantes de una “honorable profesión”, se identificaban entre sí con ciertos símbolos y hablaban su propio argot (jerga, lengua grupal), el Ramasi.
Y dentro de la secta la discriminación casi no existía: jóvenes, viejos, enfermos, débiles, fuertes, sanos. Todos podían ocupar su lugar: si por edad o enfermedad no tenías fuerzas para matar, te destinaban al espionaje o a la mera expectación, dependiendo del caso. Eran pues una organización disciplinada, ordenada, clandestina, hábil, cautelosa, metódica y sigilosa… Estuvieron dispersos eficazmente por toda la India, siempre haciéndose pasar por una profesión tributante, siempre salvándose de ser pillados por el gobierno hindú.
Su modus operandi era el siguiente: se infiltraban en caravanas de viajeros, mandando a determinados miembros que se hacían pasar por tales y se ganaban la confianza y la simpatía de los demás; para luego, en momentos de siesta (nocturna o matutina) o esparcimiento, asaltar a los viajantes junto con otros thugs que, sin participar de la caravana, habían estado siguiéndola gracias a pistas de los thugs infiltrados, en virtud de las cuales no solo podían realizar ese seguimiento sino que además eran alertados sobre el momento idóneo para el gran asalto, en el cual ahorcaban sin derramar sangre, pero luego desfiguraban (para que no logren identificar al muerto) los cuerpos de las víctimas y, en honor a la diosa Kali, los habrían en canal y los enterraban con sus “piquetas sagradas”. Finalmente, tras sepultar a las víctimas y tomar las pertenencias, venía el terrible ritual Tuponee, en el que todos los thugs se anudaban a la cintura un rumal (un tipo de paño amarillo, representativo de Kal Bhairab, una manifestación violenta del dios Shiva), y luego danzaban sobre las tumbas de los viajantes… Con el procedimiento expuesto, por siglos los thugs mataron y saquearon en la India, movilizándose en grupos que iban desde los 10 hasta los 200 miembros…
 
 
Según el Record Guinness, los thugs llegaron a matar aproximadamente dos millones de personas; pero, para el historiador británico Mike Dash, la secta no empezó a operar sino apenas unos 150 años antes de su erradicación en 1830, por lo que no mataron ni siquiera un millón de personas sino unas 50.000, número que igualmente es alarmante. Pero, cualquiera que sea el caso, hay indicios y rumores —según confirma Patel, inspector y jefe de la Policía de Calcuta—de que en la actualidad los thugs han vuelto, solo que acompañados por sectas imitadoras y con una frecuencia mucho menor y un sigilo quizás mayor, cosa que explicaría cómo puede ser cierto el rumor sin que se haya levantado mucho revuelo, sobre todo en un país como la India, en el que se permiten atrocidades que a los occidentales nos harían enardecer.
En cuanto al final de los thugs, este fue posible gracias a que William Sleeman, un oficial británico destinado a la India, recibió a principios del siglo XIX la visita de numerosos nativos que denunciaban desapariciones de amigos y familiares, a lo cual se sumó el hecho de que también muchas caravanas de colonos ingleses estaban desapareciendo sin dejar rastro… Antes del gobierno colonial británico, se adjudicaban esas desapariciones a ataques de tigres, serpientes, cólera, bandidos (pero no thugs), etc… Pero Sleeman sabía que allí había un patrón irregular, y comenzó a dirigir una investigación hasta que finalmente encontró que los culpables eran los thugs.
 
 
 
Thug Behram, el último líder thug.
 
 
Según la visión más extendida, no existe asesino no-militar más prolífico que Thug Behram, quien supuestamente asesinó a unas 931 personas con su pañuelo. Sin embargo la verdad es que eso es un mito originado en una confusión histórica inflada por el rumor que, al igual que en tantos casos, es motivado y alimentado por la ya conocida morbosidad popular y el amarillismo de las fuentes de información.
En efecto, la fuente original sobre la confesión de Behram  es un manuscrito sobre los Thuggee escrito en 1830 por James Paton, un oficial de la Compañía de las Indias Orientales. Específicamente, el texto de Paton establece que Behram simplemente había “estado presente” en 931 casos de asesinato, siendo que, en casi todas esas ocasiones, el crimen se llevó a cabo por un grupo de entre 25 y 50 hombres. Entonces: ¿realmente a cuántos hombres mató Behram con sus propias manos? Más adelante, en el mismo manuscrito de James Paton, Behran declara literalmente: “Pude haber estrangulado con mis propias manos a unos 125 hombres, y pude haber visto el estrangulamiento de más de 150”.
Ahora bien: ¿qué pasó con Behram después de confesar? Según se sabe, pese a haber estado con los thugs entre 1790 y 1830, Behram los traicionó y dio toda la información posible al rey británico con tal de no ser juzgado por ninguno de los asesinatos que confesó; sin embargo, a él también fue traicionado, no ya con confesiones, sino con la áspera cuerda de la horca que acabó con su miserable vida, cuando contaba con 75 años en 1840.
 

Ted Bundy.

 
Bajo su aspecto tímido, su gran simpatía y su capacidad para dar confianza a los demás, se escondía un peligroso asesino y violador de mujeres y niñas, capaz de cometer atroces crímenes sin mostrar compasión alguna.

Ted Bundy, un asesino de mujeres

“Un hombre guapo, elegante, romántico, tierno, encantador…” Así lo definían sus amigos, sus novias y los que lo conocían, posiblemente lo contrario que pensasen las jóvenes que asesinó.
Nació en 1946, hijo de una joven chica soltera que provenía de una familia puritana. Es rechazado por ella durante los primeros años de su vida por ser hijo ilegítimo. Ella (la madre de Ted) trata de disimular a su hijo, que es considerado como una vergüenza para la familia, tratándolo como si fuese su hermano. Bundy se crió en casa de su abuelo, un hombre violento que pegaba a su mujer.
Las secuelas de estos rechazos en la infancia, serían visibles en la adolescencia, a través de su carácter sumamente tímido e infantil y de su tendencia a la soledad. Comienza a aislarse de sus compañeros de juego y adopta un cruel y extraño comportamiento hacia cuanto le rodea, por ejemplo, mutilando los animales que atrapa.
Más tarde cursa estudios de Derecho y colabora en algún partido político trabajando activamente en las campañas. Pero en esa etapa de su vida, decepcionado por una sociedad en la que no encaja, comienza su etapa como asesino en serie.


 
El primero de sus crímenes tendría lugar en Washington en 1974, cuando ataca a una mujer mientras dormía golpeándola con una barra de hierro. Apenas un mes más tarde asesina a una joven en el mismo campus universitario, llevándose el cuerpo lejos de allí una vez muerta ésta, pero dejando la habitación llena de sangre.
En todos sus crímenes adoptaba un mismo ritual: seguía a la joven víctima por las calles, luego la estrangulaba y la golpeaba en su propia casa. A veces la secuestraba para llevarla a un lugar más seguro. Una vez muerta la sodomizaba con el miembro o con el objeto que tenía más a mano mientras mordía su cuerpo.
Bundy podría considerarse un ejemplo claro de lo que sería un asesino en serie psicópata. No sólo por haber sufrido una infancia traumática, sino porque además su aspecto inspiraba siempre confianza a las víctimas. Si bien al principio cometía sus crímenes por la noche guardándose de un posible testigo que pudiese identificarlo ante un tribunal, poco a poco se iría confiando y abordaría a las futuras víctimas por el día.
Apoyado en su atractivo y su carismática personalidad, se paseaba por los supermercados pidiendo ayuda a mujeres jóvenes para conducir su coche Wolkswagen, fingiendo que tenía un brazo roto y sin que éstas sospechasen lo más mínimo que hablaban con su futuro asesino.
Tras sus primeros crímenes, Bundy comienza a viajar por una buena parte del país: Washington, Utah, Colorado y Florida, dejando a su paso una serie de crímenes y secuestros.
Es arrestado una primera vez el 16 de agosto de 1974 en Utah tras ser identificado por una mujer que meses antes había intentado secuestrar. Se le condena a cumplir una pena de prisión en Colorado, pero logra escaparse antes de ser encerrado y desaparece durante más de dos meses. Dos meses que le servirían para seguir cometiendo espeluznantes crímenes, esta vez tres jóvenes entre las cuales una tan sólo contaba con 12 años.
Es nuevamente detenido en Florida. En el juicio, él mismo se defendería en tanto que abogado, apoyado por un grupo de jóvenes “fans” que reclamaban su inocencia ante las puertas del Juzgado. A pesar de todo, la prueba irrefutable que lo culpó, la aportaría un odontólogo forense, tras comparar las marcas de unos mordiscos en uno de los cadáveres con los dientes de Bundy. Evidentemente ambos moldes coincidían. Después de seis horas de deliberación, el jurado lo condenaría al corredor de la muerte por 14 homicidios de primer grado…


 
Tenía una fijación especial por asesinar a mujeres jóvenes de pelo oscuro y largo, que le recordaban a su ex novia, la cual lo había rechazado unos años atrás. Pero las jóvenes víctimas vendrían a representar del mismo modo a su madre, por haberlo abandonado de pequeño. El asesino confesaría personalmente a los psiquiatras: “Toda la rabia que he estado desahogando con las mujeres que maté, estaba dirigida contra mi madre”.
Podríamos considerarle como una mezcla entre asesino organizado y desorganizado. Tanto podía mostrarse con una personalidad muy inmadura, dejar indicios en el lugar del crimen, o por lo contrario prepararlo cuidadosamente, seleccionar a las víctimas y dejar pocas huellas.
Él mismo se consideraba un adicto al crimen, y aunque aseguraba que podría dejar de matar en cuanto se lo propusiese, no dejó de hacerlo hasta su detención. Aseguraba no haber matado a 14 mujeres, confesó haber asesinado y violado a 28 mujeres en los años 70.
Los múltiples test psiquiátricos realizados evaluarían una personalidad propia de esquizofrénico: Cambios de humor muy repentinos, impulsivo, sin emociones, afán de protagonismo, ataques de histeria, doble personalidad, inestabilidad emocional, rechazo a la sociedad, ansiedad, depresión, complejo de inferioridad, inmadurez, mentiras que termina por creerse él mismo, obsesivo, egocéntrico, falsa realidad adaptada por él mismo, manía persecutoria…
Ted Bundy fue ejecutado en la silla eléctrica nueve años después de su sentencia, el 24 de enero de 1989, tras haber sido culpado por haber asesinado a 14 jóvenes.
 

 

 Daniel Camargo – La Bestia de los Manglares

 

 

Daniel Camargo conocido como la Bestia de los Manglares era un pequeño hombrecillo, delgado y cincuentón que tras su frágil aspecto escondía un cruel violador y asesino de niñas y mujeres. Tras ser detenido confesó 71 crímenes…

 Entre diciembre de 1984 y febrero de 1986 una ola de terror sacudió Ecuador. Los cadáveres, desnudos y usualmente desmembrados a machetazos, aparecían en lugares solitarios, apartados y boscosos. Según las investigaciones, todas las víctimas eran chicas jóvenes, muchas de ellas vírgenes y algunas tenían tan sólo ocho o nueve años.

Nadie imaginó que detrás de semejantes atrocidades se escondía Daniel Camargo Barbosa, un hombrecillo cincuentón, flaco y de piel morena, un psicópata misógino obsesionado con la virginidad, un individuo que, con apenas 1,65 de estatura, había conseguido violar y estrangular a 71 víctimas en el tiempo que estuvo en Ecuador y, según se presume, a unas 150 en la totalidad de su trayectoria criminal… Sus víctimas, por aparecer en su mayoría en las vías Perimetral y Nobol (dos lugares rodeados de manglares), le dieron a este asesino en serie el sobrenombre de “La Bestia de Los Manglares”.
Daniel Camargo Barbosa nació un 22 de enero de 1930 en algún lugar  de los Andes Colombianos (no se conoce con certeza su procedencia exacta). Antes de cumplir un año su madre murió y, posteriormente, su padre se casó con una mujer que tenía problemas de fertilidad y un obsesivo e insatisfecho deseo de tener una hija, deseo que, al no poder cumplirse, le ocasionó trastornos mentales y un comportamiento anómalo del cual el pequeño Camargo fue víctima. Así, su madre lo vestía de mujer frecuentemente, lo obligaba a ir de esa forma al colegio (donde todos se burlaban de él) y a veces lo castigaba atrozmente clavándole alfileres. Su padre no fue de manera alguna un refugio para Camargo: era alcohólico, violento y nada afectuoso, su mayor y casi único interés era el dinero y, como figura paterna, era muy distante, despótico y severo. Las pocas veces que trataba con su hijo solía ser para propinarle brutales palizas ayudado por el tío del niño…
Con respecto a la conducta de su madre y el daño que le ocasionó, años después Camargo nos diría lo siguiente: “A mi madrastra no le gustan los niños, pero le encantan las niñas. La prueba es que ella consentía hasta el extremo a mi hermana. Ella tiene que haber sufrido algún trauma en su niñez, que hizo que no le gustaran los niños. Cuando ella me ponía vestidos de mujer, pienso yo que lo que estaba tratando era convertirme en una mujer. Puede ser que no me odiara, puede ser que me amara, pero no me podía amar como un niño”En gran parte por ello, Camargo llegó a acumular el inmenso cúmulo de odio, resentimiento y misoginia (odio a las mujeres) que posteriormente le transformarían en un despiadado criminal.
Pese a todo, Camargo consiguió ser un estudiante destacado en el colegio León XIII de Bogotá, aunque posteriormente tuvo que dejar sus estudios y dedicar sus esfuerzos a ayudar económicamente a su familia; lo cual, según declaraciones de él mismo, habría contribuido a aumentar su amargura y resentimiento.
Ya de adulto, Camargo conoció a una mujer llamada Alcira con la que tuvo dos hijos, a la cual terminó abandonando cuando conoció a Esperanza, una chica de 28 años con la cual  se había hecho muchas ilusiones llegando incluso a desear casarse con ella; esto sería el detonante del lado criminal de Camargo, no sólo porque Esperanza no era virgen sino que, además, sin que hubiera pasado mucho tiempo en su relación la descubrió en la cama con otro hombre.
Frustrado, dolido y decepcionado de las mujeres en general, Camargo no hizo lo que alguien normal habría hecho sino que, en vez de cortar definitivamente su vínculo con Esperanza, él astutamente la convenció, utilizando la culpabilidad que ella sentía por decepcionarlo, para que ésta le ayudase en su vil plan de conseguir chicas jóvenes e “inmaculadas”. Sobre eso, en declaraciones posteriores a su detención, Camargo se justificó diciendo que fue: “Por no encontrar virgen a mi prometida, con la que me iba a casar. Yo no fui capaz de dejarla, porque estaba locamente enamorado. Había momentos en que yo decía ‘Sí, yo la dejo’, pero otros no era capaz, porque realmente estaba enamorado. Esto dio por resultado que, como yo no había tenido experiencias con mujeres vírgenes, y al mismo tiempo era incapaz de dejar a, esa muchacha…, yo acepté como lo más correcto que ella me ayudara a conseguir unas chicas que estuvieran vírgenes”.
Así Esperanza, a través de engaños, llevaba chicas al apartamento de Camargo, dándoles allí cápsulas de seconal sódico para que se durmieran y Camargo pudiese desflorarlas.
Cinco fueron las violaciones (sin muerte todavía) que Camargo logró con el seconal sódico y la ayuda de Esperanza hasta que la quinta víctima, que era apenas una niña, descubrió que había sido violada mientras dormía en el departamento de Camargo e, indignada y asustada, contó lo sucedido y Camargo y su novia fueron denunciados y enviados a distintas prisiones en 1964.
Todo parecía indicar que Camargo sería sentenciado a sólo tres años, aunque después la causa subió en grado y el nuevo juez, más severo que el anterior, le condenó a ocho años tras las rejas, lo cual destruyó el propósito inicial de Camargo de regenerarse (había jurado regenerarse) y le llenó de rabia y odio hacia la sociedad y su justicia, desencadenando así una profunda y hostil rebeldía interior que junto al hecho de que su quinta víctima hubiese hablado, sería la causante de que Camargo decidiera en la cárcel que en el futuro no dejaría con vida a una sola de sus víctimas, esta era la única forma de evitar que le delataran.
 

Nace el asesino.

Tras ser liberado, Camargo se dedicó a trabajar como vendedor ambulante de pantallas de televisión. Un día, mientras pasaba frente a una escuela, Camargo vio una jovencita de nueve años cuyo aspecto le volvió loco, le “enamoró”. Decidido a hacerla suya, la llevó con engaños a una zona poco transitada en donde le arrebató la virginidad sin tener piedad de sus lágrimas y, no contento con eso, la estranguló para evitar ser delatado y luego, sin enterrarla, la dejó junto a las pantallas de televisión que llevaba. Fue su primera violación con muerte.
El error de abandonar las pantallas, tras el miedo inicial y huída por su primer asesinato, le costaría caro; ya que, cuando al día siguiente (3 de mayo de 1974) regresó para ver los televisores que dejó y enterrar al cadáver, un agente de la policía sospechando de su comportamiento decidió seguirle e interrogarle, descubriendo finalmente el lugar donde había abandonado el cadáver de la niña. Gracias a la acción policial Camargo fue detenido en Barranquilla ese día.
Ésta vez la justicia colombiana no sería suave con Camargo. El castigo debía ser ejemplar. En efecto, se lo condenó a permanecer 25 años en la prisión de la isla Gorgona, una especie de versión colombiana de Alcatraz de la cual, hasta la fecha, ningún criminal había escapado. Díez años estuvo Camargo en esa isla volcánica de 28 kilómetros cuadrados situada en el Pacífico de Colombia, diez años en los que se entretuvo leyendo a autores del calibre de Nietzche, Freud o Dostoievsky, diez años en que también, preparándose para el gran día, leyó libros de navegación y estudió con detalle las variaciones de las corrientes en torno a la isla.
Cuenta al respecto Juan Antonio Cebrián, en su obra Pasajes del terror: Psicokillers, asesinos sin alma, lo siguiente: ‹‹En ese aislado paraje estuvo encerrado diez años, pues lo cierto es que la isla por inhóspita apenas tenía vigilancia y los presos deambulaban a sus anchas por la pequeña extensión insular. La tarde del 23 de noviembre de 1984 Camargo, en uno de sus paseos, descubrió una pequeña barca abandonada, y no se lo pensó dos veces; empezó a remar con la desesperación del superviviente. Sin alimentos ni agua remó sin descanso durante tres días hasta que divisó las costas continentales. Milagrosamente se había salvado aunque su aspecto y situación anímica daban a entender que sus días estaban contados. Pero Daniel Camargo era inteligente y tenía capacidad para generar recursos que le permitieran seguir adelante››
Al enterarse de su fuga y desaparición, las autoridades colombianas —firmemente convencidas de que su Gorgona era una prisión de máxima seguridad en que las corrientes y los tiburones hacían las veces de un sistema de guardia secundario— le dieron por muerto y la Prensa se aventuró a publicar que el “monstruo” había sido devorado por los tiburones. Lo habían subestimado y el tiempo se los demostraría.
Fue así que, aprovechando el hecho de que se lo creía muerto, Camargo cruzó a Brasil y, como cuenta Francisco Febres Cordero (periodista ecuatoriano que lo entrevistó): “recorriendo el continente vino a dar por acá, llegó a Quito, durmió una noche en los portales de Santo Domingo y a la mañana siguiente preguntó: “¿No hay un sitio más caliente en este país?, aquí me voy a morir de frío”. Así llegó en bus a Guayaquil, el 5 ó 6 de diciembre de 1984. Y allí comenzó su dantesca, horripilante historia…”

Las atroces cifras que le llevaron a la fama.

 
La ola de terror que sacudió a Ecuador inició un 18 de diciembre de 1984 con la desaparición de una niña de nueve años en la ciudad de Quevedo, al día siguiente continuó con la desaparición de otra niña (de diez años) y luego vino desaparición tras desaparición…
Poco a poco los cadáveres de las jóvenes vírgenes fueron apareciendo con huellas de machetazos, cuchilladas, estrangulaciones y signos de violación. Aparecían desnudas, en parajes llenos de vegetación, generalmente en la vía Perimetral, en la vía Nobol y en la Avenida de Los Granados. Los forenses no podían determinar con exactitud la causa de la muerte y además se sabía que, por la zona de la provincia del Guayas en que operaba Camargo, había una banda de sádicos violadores, de modo que también resultaba difícil la labor policial para determinar al autor.
Sólo después de ser arrestado se supo que los asesinatos con violación sumaban un total de 71, y que los lugares habían abarcado Guayaquil, Quito, Ambato, Machala, Nobol, Quevedo y Ventanas y, sobre todo, que su autor había sido un enclenque cincuentón de apenas 1,65 de estatura. Sus víctimas, normalmente fueron campesinas, colegialas, escolares, universitarias, empleadas domésticas, incluso una de ellas era un experta en karate, eso tampoco la sirvió para defenderse del asesino…
 

Su modus operandi.

 
En Guayaquil, Camargo sobrevivía como un indigente que cargaba bultos en un mercado público, ganando apenas un sueldo de 40 sucres diarios (algo menos de un dólar) con esto se mantenía a base de seco de chivo (una comida típica muy económica) y cola. Además tras cada asesinato vendía bolígrafos, ropa, joyas y otros objetos de sus víctimas. Aún así su situación económica era tan precaria que debía dormir en el banco de algún parque.
Siendo feo, viejo y pobre como era, Camargo no seducía a sus víctimas sino que hábilmente utilizaba su fealdad y vejez a favor de un sutil método de engaño y persuasión. Él, que casi siempre seleccionaba niñas, púberes y jovencitas de estratos sociales bajos, se acercaba con la Biblia en la mano y les decía que era extranjero, que estaba buscando al pastor George Winchester, a su fábrica e  iglesia, que debía entregarle una fuerte suma de dinero a dicho pastor y que les daría una buena cantidad de dinero si le acompañaban y le mostraban el camino. Incluso, a las que no eran niñas las engañaba diciéndoles que les podía conseguir un buen empleo en la fábrica del pastor, la cual siempre quedaba a las afueras de la ciudad… Así y aprovechando su vejez y aspecto para que nadie (incluyendo las chicas) sospeche de él, Camargo tomaba un bus con la chica y, una vez que el bus se adentraba por parajes solitarios, él les decía que por allí había que bajar.
Llegaba luego el momento crucial, para lo cual él siempre hacía que la chica caminase atrás de él y a una distancia prudencial, de modo que así ella se sintiese confiada. Entonces era cuando él, con la excusa de buscar un atajo, decía que debían adentrarse en el paraje: si la chica se rehusaba, él la dejaba ir y ella se salvaba; si la chica lo seguía, él la llevaría al lugar propicio para violarla y matarla impunemente.
Una vez adentrados en el paraje solitario (en los casos en que le seguían), él se giraba con una mano detrás a modo de quien sostiene un revólver, le decía a la chica que el pastor no existía y que él la había llevado allí para “hacer el amor” y, tras insinuarle que si no cedía usaría el revólver (lo que tenía era un cuchillo), la sometía y la violaba. “Yo optaba por la persuasión antes que por la amenaza”, dijo alguna vez Camargo con respecto a su método…
Como consideraba que la violación con muerte era un acto irrepetible y único, Camargo se esforzaba por retener todos los detalles sobre sus víctimas, memorizando siempre sus nombres y, cuando era posible tomaba objetos de su víctima para preservar un “recuerdo”, aunque muchas veces acababa vendiéndolos para sobrevivir.
Finalmente, Camargo solía darle machetazos a los cuerpos, arrancarles los órganos a veces…Todo con el fin de despistar a la Policía, de dejar la menor cantidad posible de huellas. Dijo por ello lo siguiente de sí mismo: ‹‹mataba sin dejar huellas. Siempre llevaba una camisa de más, y cuando las manos se me manchaban de sangre, las limpiaba orinando sobre ellas››
 

El perfil de un monstruo.

 
Físicamente era flaco, trigueño, pequeño (1,65), con poco pelo y la frente amplia, curva y despejada. Tenía las manos grandes, vestía bien y andaba pulcro dentro de sus limitadas posibilidades. Frecuentemente un cigarrillo adornaba su boca acrecentando esa imagen de frialdad, dureza y sequedad que su rostro y mirada traslucían.
Le gustaba un tanto el deporte. De joven jugaba fútbol y baloncesto y, cuando estuvo en la prisión de la Gorgona, aprendió a bucear y a jugar ping-pong.
Era inteligente y culto. Las pruebas de los interrogatorios mostraron que tenía un coeficiente intelectual de 116 (el promedio es 100) y la cultura que poseía era casi imposible de encontrar en alguien que dormía en parques y cargaba bultos en el mercado. El periodista Francisco Febres Cordero (F.F.C) llegó a decir de él lo siguiente: como todo psicópata, brillante. Tenía una respuesta para todo y podía hablar, con igual soltura, de Dios y del Diablo. Buen lector (su formación literaria parece que la adquirió en la isla prisión Gorgona), citaba a Hesse, Vargas Llosa, García Márquez, Guimaraes Rosa, Nietzche, Sthendal o Freud. Cuando lo capturaron, encontraron en el maletín de mano que portaba, junto con una prenda íntima de la última niña a quien acababa de matar y violar, “Crimen y castigo”, de Dostoievky. Además, pintaba, aunque sus cuadros tenían tonos oscuros
Sexualmente era un trastornado marcado por una machista obsesión por la virginidad y la idea de pureza. Por eso detestaba a las prostitutas y despreciaba a las mujeres (no vírgenes) en general. Cuenta F.F.C. que Camargo nunca buscó saciar sus impulsos en prostitutas ya que: “las odiaba. Le causaban asco. Tenía pavor de las enfermedades venéreas y sus estragos. Él quería mujeres puras, vírgenes. Eso explica porque violó y mató también niñas”. También era un gran sádico, siendo así que, según confesó, él buscaba vírgenes en gran parte “porque ellas lloran”, lo cual a Camargo le proporcionaba un enorme placer a la hora del acto carnal.
En lo que respecta a la atracción que le hacía seleccionar a sus víctimas, Camargo era algo complejo ya que además de guiarse por la posible pureza de estas (elegía las que creía vírgenes), obedecía a una cierta atracción emocional, a una atracción orientada a aspectos internos de la víctima que él, al no poder comprender con claridad, situaba vagamente como un “algo” capaz de reflejarse en la mirada y otros aspectos, dice así F.F.C. lo siguiente ante la pregunta de qué veía Camargo en las mujeres antes de violaras:
Algo, que él mismo no sabía explicar bien. A veces era su forma de mirar, su manera al andar, su pelo. Un “algo” indefinible que le obligaba a pensar: “Tengo que hacerla mía”. Él explicaba eso como un “demonio” que tenía dentro de su cerebro
Emocional y psíquicamente, Camargo era un ser marcado por la rabia, el odio y el rencor, patrones estos que en la dinámica psicológica de su conciencia moral actuaban en conjunción con una baja responsabilidad moral, con una tendencia extrapunitiva según la cual él tendía a ver en los otros la responsabilidad total o parcial de sus conductas. Muestra de esas actitudes son las siguientes palabras de Camargo. El primer caso es cuando reconoce su odio y dice del odio que: aquí está y lo estoy combatiendo, pero solito no se puede. Se necesita la ayuda de los profesionales para combatirlo, el esfuerzo del paciente y la acción consciente y científica del profesional; admitiendo luego que la sociedad tiene derecho a defenderse en su caso, pero que: “eso no justifica que (la sociedad) haga caso omiso de esos casos y diga: ‘Como lo hizo, es culpable, y que se le condene a 16 años y listo’. El segundo, cuando en medio de los interrogatorios y asombrado ante la repercusión mediática de sus crímenes, Camargo se justifica diciendo: “Estaba vengándome de muchos años de humillación”.
 
Camargo era también un gran cínico y sinvergüenza que, a través de una cierta arrogancia, manifestaba el aborrecible cinismo con que de cierta manera se vanagloriaba de la oscura fama que sus crímenes le habían dado, dice por eso F.F.C.: Durante muchos días Marco y yo intentamos hablar con Camargo. La tarea parecía imposible no solo por el cerco policial que le rodeaba sino, además, porque él exigía una fuerte suma de dinero por hablar, pago que nos repugnaba”. O también, para comprender lo descarado que era Camargo, podemos ver estas palabras de Del Castillo, quien durante un tiempo fue psicólogo del asesino: “Era un sinvergüenza. No tuvo reparos en contarme cómo realizó sus crímenes y el lugar en donde enterró a sus víctimas. Camargo era una persona antisocial, que se jactaba de las fechorías que hacía. Era renuente a todo cambio”. A Del Castillo, igual que a F.F.C., Camargo intentó cobrarle. Así, un día llegó con actitud jactanciosa al despacho del psicólogo y le pidió 250.000 sucres para continuar con las consultas: como Del Castillo se negó, Camargo nunca volvió… Finalmente, podemos ver cómo el cinismo de Camargo se conjuga con el sarcasmo en este fragmento de Pasajes del terror: Psicokillers, asesinos sin alma: ‹‹En una ocasión la Policía le preguntó por qué había arrancado los pulmones, riñones y corazón de una muchacha, a lo que él respondió fríamente: “Eso es mentira. Como mucho le saqué el corazón porque es el órgano del amor”››

 Detención, arresto y muerte.

Un 26 de febrero de 1986, minutos después de violar y asesinar a Elizabeth Telpes de 9 años de edad, una patrulla de la Interpol lo vio mostrando un comportamiento sospechoso a la altura de la avenida de Los Granados, una calle de Quito. Cuando los dos policías se bajaron para examinar al sospechoso, lo que hallaron los dejó sorprendidos: allí, en la bolsa de pertenencias de Camargo, estaban las ropas ensangrentadas de quien evidentemente había sido una pequeña e inocente niña…
Inmediatamente lo detuvieron. Posteriormente María Alexandra Vélez, una chica guayaquileña que se salvó del violador, identificó a Camargo cuando fue llamada a testificar. Aunque no sería complicado condenar a Camargo ya que él mismo se declaró culpable sin cómplices un 31 de mayo de 1986, admitiendo 71 asesinatos y violaciones y mostrando con espantosa frialdad a la Policía los sitios en que dejó los cadáveres de sus víctimas.
Después de su detención fue inmediatamente llevado a la cárcel de Guayaquil hasta que en 1989 fue trasladado al Penal García Moreno de Quito para cumplir la máxima pena que existía y aún existe en Ecuador: 16 años, un castigo insignificante para la escalofriante trayectoria criminal de Daniel Camargo Barbosa.
Desde el principio de su encarcelamiento en la cárcel de Guayaquil Camargo tuvo que ser especialmente vigilado para evitar que los otros presos le asesinaran. Finalmente Camargo fue trasladado al Penal García Moreno, donde los primeros días compartió celda con Pedro Alonso López alias “El Monstruo de Los Andes”, otro psicópata colombiano del cual se dice que cometió más de 300 asesinatos. No obstante La Bestia de Los Manglares no duraría muchos años más encarcelado pues el 13 de Noviembre de 1994 moriría asesinado por el recluso Luis Masache Narváez de 29 años (familiar de una víctima de Camargo).
Cuentan que era un tranquilo domingo de visita cuando, estando Camargo sentado en su celda, Luis Masache entró súbita e inesperadamente, lo agarró con violencia del pelo haciéndolo arrodillarse, lo miró y le dijo: “llegó la hora de la venganza”. Acto seguido le dio ocho puñaladas. Ya muerto el violador de vírgenes, Narváez bebió cuanto pudo de su sangre (antes de que lo detuvieran) inspirado en la creencia de que así el espíritu maldito de la víctima no lo seguiría. Ese fue el fin de Daniel Camargo Barbosa, cuyos huesos yacen en la fosa 798 del cementerio El Batan.

 
 

 Richard Chase – El Vampiro de Sacramento

 
 
 
“A veces oigo voces por teléfono… ignoro qué voces… amenazas. Suena el teléfono y alguien me dice cosas extrañas…que mi madre me envenena poco a poco y que me voy a morir. Me siento observado.. sé que alguien me vigila….”
“…si devoré a esas personas fue porque tenía hambre y me estaba muriendo. Mi sangre está envenenada y un ácido me corroe el hígado. Era absolutamente necesario que bebiera sangre fresca..”
Estas declaraciones, forman parte de una entrevista psiquiátrica a Richard Tranton Chase, un asesino diagnosticado esquizofrénico paranoide tras disparar, apuñalar, descuartizar, y beber la sangre de seis personas en 1987, ganándose el apodo de “el Vampiro de Sacramento”.
Desde muy joven, Chase es conocido por su conducta psicótica que alterna períodos de apatía con otros de agresividad. Esto, según algunos psicólogos estaría debido en gran parte a unos traumas infantiles por las constantes peleas entre su padre alcohólico y su madre, así como el posterior divorcio de éstos.
 
A los 21 años, se va de casa para compartir piso con unos amigos. Allí, continuamente drogado, empieza a obsesionarse con la idea de que una organización criminal trata de acabar con él, hasta tal punto que clava con tablas la puerta de su habitación, entrando y saliendo de ella por un pequeño agujero que había hecho en el fondo de un armario de pared.
Poco tiempo después, se afeita la cabeza y acude asustado al médico alegando que su cráneo se está deformando poco a poco y los huesos de éste le agujerean la piel. Al mismo tiempo dice sentir que se muere porque alguien le ha robado la arteria pulmonar, y nota que su sangre no puede circular.
Es internado en un psiquiátrico, saliendo de éste al poco tiempo, pese a la opinión de algunos médicos que lo consideran peligroso.
 
Poco después cae gravemente enfermo, y los médicos tras percatarse de su obsesión por consumir sangre, lo internan de nuevo diagnosticándole una fuerte esquizofrenia paranoide además de conducta peligrosa.
Un año después, de nuevo en la calle, descuartiza a numerosos perros, gatos y vacas afín de beber su sangre y vísceras mezcladas con Coca-Cola a modo de cóctel, estando convencido que a causa de la falta de sangre, su estómago se empieza a pudrir, su corazón disminuye de tamaño y que los distintos órganos se desplazan en su interior.
Fascinado por los crímenes de los asesinos Kenneth Bianchi y Angelo Buono, guarda celosamente todos aquellos recortes de prensa que los menciona y se compra una pistola de calibre 22 dispuesto a imitarlos.
A los 28 años, comienza una serie de crímenes disparando dos veces sin motivo alguno sobre un desconocido, que se convertiría en la primera de sus víctimas.
Su segunda víctima, una joven de 22 años, es salvajemente asesinada a pocos metros de su casa cuando se encontraba sacando la basura. Chase dispara tres veces sobre ella, y mientras agoniza, le abre el vientre para arrancarle los intestinos, que esparce cuidadosamente por el suelo. Luego, le corta el hígado, el diafragma, un pulmón y los riñones, colocándolos encima de una cama. En un ataque de histeria apuñala varias veces el cuerpo sin vida y tras beber su sangre, se pinta la cara con ella. Finalmente, como toque final a su “obra”, defeca sobre la boca del cadáver y abandona la casa, satisfecho.
 
Cuatro días después comete el más sangriento de sus crímenes entrando en una casa elegida al azar y disparando a la cabeza de una pareja de 27 años, un niño de 6 años y un bebé de 22 meses. Luego, llevándose el cuerpo de la mujer a una habitación, sodomiza el cadáver, le arranca un ojo y bebe su sangre. Momentos más tarde, es sorprendido en su macabra carnicería por alguien que llama a la puerta mientras vaciaba el cráneo del niño, y huye a toda prisa llevándose el cadáver del bebé.
En su propia casa, decapita el cuerpo tras beberse la sangre y devorar el cerebro crudo. Esa misma tarde, la policía descubre la matanza y comienza una serie de investigaciones por toda la ciudad registrando cada rincón de la ciudad tratando de atrapar al psicópata asesino.
 
Cuando tres policías llaman a la puerta del vampiro no obtienen respuesta, pero oyendo ruidos en el interior deciden de vigilar el apartamento.
Poco después, Chase sale de la casa con una caja de cartón bajo el brazo, que arroja al suelo para tratar de huir al ver a los agentes en la puerta. Su contenido se esparce por el suelo asombrando a los policías: se trata de ropa ensangrentada y trozos de cerebro humano…
El asesino es finalmente detenido. Al registrar su apartamento, se encuentran además de un espantoso olor a putrefacción, manchas de sangre cubriéndolo todo, huesos humanos en la cocina y el salón, un plato con restos de cerebro encima de la cama y la nevera repleta de recipientes con órganos humanos y animales en el interior.
 
En el juicio trata inútilmente de justificar sus macabros crímenes diciendo que unas voces de seres extraterrestres y otras criaturas lo acosaban continuamente obligándole a matar…
Finalmente es condenado a pena de muerte aunque su ejecución en la cámara de gas nunca sería llevada a cabo, pues Richard se suicida pocos meses después en su celda con una sobredosis de antidepresivos en diciembre de 1980.
 
 
 

 John Reginald Christie

 
 Consumado asesino, su modus operandi consistía en estrangular o gasear a sus víctimas y despúes enterrarlas en su casa. Debido a su vinculación con el Ejército y la Policía, pasó inadvertido durante años…

A finales de marzo de 1953, el nuevo inquilino del numero diez de Rillington Place, proseguía con las reformas que necesitaba su nuevo piso, ya que se encontraba sucio y destartalado. Agujereó la pared de la cocina, al hacer esto se percató de que no había pared, sino un hueco que estaba empapelado. Arrancó el resto del papel para poder comprobar el interior. Al enfocar con su linterna, se sobresaltó al encontrarse con un cuerpo envuelto en una sabana. Detrás de este se hallaban dos cadáveres mas. Las tres mujeres habían sido estranguladas.
 
 
El anterior inquilino había abandonado Rillington Place tres días antes, su nombre era John Reginald Christie.
En un registro posterior se hallaron, a parte de los tres cuerpos del hueco de la cocina, otros dos enterrados en el jardín y el cadáver de la señora Christie sepultado bajo las tablas del suelo de la habitación principal.
 
John Reginald.
 
John Reginald Halliday Christie nace el 8 de Abril de 1898 en Halifax. Contaba con el cariño de sus seis hermanos y de su madre, aunque no se podía decir lo mismo de su padre, de carácter severo y autoritario. Fue un buen estudiante e incluso llegó a ser monitor de los boy scout. En su adolescencia sufrió una gran humillación y se convirtió en el blanco de las burlas de sus compañeros. Éstos, al enterarse que Christie era impotente, comenzaron a llamarle “Reggie no puede”.
A los 17 años es sorprendido robando dinero mientras trabajaba como oficinista en la Policía Local. A raíz de esto su padre le echa de casa. A los 18 años es reclutado para la Primera Guerra Mundial, donde fue gaseado, esto le permitió posteriormente recibir una pensión por incapacidad.
En Mayo de 1920 se casa con Ethel Waddington. En años posteriores es encarcelado en varias ocasiones por robo de dinero y en 1924 pasa varios meses en prisión. Como consecuencia de su conducta delictiva, Ethel le abandona en 1929.
Christie se dedica a malvivir y vagabundear y, tras pasar por prisión en repetidas ocasiones, decide escribir a su mujer y pedirle que regrese; ésta accede y se queda con él hasta su muerte.
En 1938, a la edad de 40 años, John y su mujer se trasladan al nº 10 de Rillington Place. A partir de 1939 consigue, gracias a su relación con el ejército, un trabajo como policía especial.
 
Ruth Fuerst.
Ruth Fuerst
 
Es en Agosto de 1943, mientras investigaba a un hombre por robo, cuando conoce a su primera víctima, Ruth Fuerst, una prostituta de 17 años. Aprovechando que Ethel está ausente, Christie invita a la joven a su casa y después de tomar el té la estrangula; a continuación entierra el cadáver en el jardín trasero.
Despertando así su vena más sádica y descubriendo el monstruo que había latente dentro de él desde su niñez.
 
Muriel Eady.
A finales de ese año deja la Policía y comienza a trabajar en los Ultra Radio Works, al oeste de Londres. Allí hizo amistad con Muriel Eady, de 31 años. Ésta le comenta que sufre un catarro y Christie le habla de los conocimientos médicos que adquirió en la guerra; Muriel acude al nº 10 de Rillington Place.
Muriel Eady
 
 Esta vez Christie se perfecciona y planea el asesinato premeditadamente: fabricó un tarro de cristal con tapadera metálica, dicha tapa tenía dos agujeros de los que salían dos tubos de goma; uno iba conectado al conducto de gas y el otro a una especie de mascarilla, por la que la víctima inhalaba. Confiando en el remedio para el catarro, Muriel comenzó a inspirar. Cuando se dio cuenta de lo que estaba inhalando, Christie la estranguló y abusó de ella. Después enterró el cuerpo en el jardín. Pasarían cinco años hasta que Christie volviera a actuar.
 

 
Beryl Evans e hija.
En Marzo de 1948 Timothy y Beryl Evans se trasladan al nº 10 de Rillington Place, junto a su hija Geraldine de poco más de un año. El joven matrimonio se llevaba bien con Christie y su mujer, quien estaba encantada con la niña. En 1949 Beryl queda embarazada; no desea tener el hijo ya que los ingresos de Timothy eran muy escasos. Preocupados, comentan el problema a los Christie; posteriormente John se ofrece a practicar el aborto, convenciéndoles de que se puede realizar sin salir de casa.
Timothy y Beryil Evans
El 8 de Noviembre de 1949 Timothy regresa de trabajar y recibe la noticia de que Beryl no ha sobrevivido a la operación.
Timothy está trastornado y no sabe qué hacer, pues el aborto es ilegal en Inglaterra; así, se deja guiar por la única persona que puede ayudarle: el señor Christie, quien le convence para ocultar el cadáver. Timothy acepta horrorizado, convirtiéndose en cómplice de homicidio. El señor Christie le sugiere que abandone la ciudad durante un tiempo, asegurándole que él se encargaría de dar en adopción a la pequeña Geraldine.
Aunque el joven se marcha de la ciudad, no puede olvidar el trágico suceso; así, se presenta en comisaría y confiesa haber matado a su esposa. Hicieron falta dos registros de la casa para poder encontrar lo que buscaban; el cadáver de Beryl Evans se encontraba doblado debajo del fregadero, enrollado en una manta y ocultado por unos troncos. Se hallaba vestida y con una corbata en el cuello, había sido estrangulada; la pequeña Geraldine se encontraba, también estrangulada, junto a su madre. Evans es trasladado a Londres el 2 de Diciembre y es acusado del homicidio de su mujer e hija. Desesperado, decide confesar la verdad e implicar a Christie como único responsable del aborto fallido.
En el juicio se comprobó que Christie sirvió a su país en la primera Guerra Mundial y que había trabajado como policía especial; con esto se ganó la compasión del jurado. Mientras declaraba como testigo negó su participación en el aborto y comentó las continuas peleas entre el joven matrimonio así como los malos tratos que sufría Beryl ( todo falso ). En menos de 40 minutos el jurado encontró a Timothy culpable de los asesinatos y fue sentenciado a la horca.
El joven no dejó de insistir en que Christie mató a su mujer y a su hija, hasta el mismo día de su muerte, pero nadie le creyó. Murió ahorcado el 9 de Marzo de 1950.
 
John Christie había estado cerca de ser atrapado; el nº 10 de Rillington Place había sido registrado dos veces y nadie se había fijado en el hueso de Muriel Eady que sobresalía en la tierra del jardín.
El 14 de Diciembre de 1952 su mujer Ethel le despierta sufriendo convulsiones y ataques de tos; Christie decide estrangularla como “un acto de compasión”, por no poder acabar con sus dolores de otra forma. Conserva su cadáver varios días en la cama, hasta que decide sepultarlo bajo las tablas del suelo.
Prácticamente arruinado, vende todos los muebles y excusa la muerte de su mujer diciendo que se encuentra de viaje. Después de matar a Ethel, la poca cordura que le quedaba se deteriora y entre Diciembre de 1952 y su detención, en Marzo de 1953, atrae hasta su casa a las que serían sus tres últimas víctimas.
 
Kathleen Maloney.
 
Kathleen Maloney, una prostituta de 26 años que conoció a Christie en un pub de Londres. Muere gaseada y estrangulada en Enero de 1953. El 12 de Enero mata del mismo modo a Rita Nelson, otra prostituta de 25 años. El 6 de Marzo conoce en un café a la que sería su última víctima, Hectorina McLenna de 26 años; Christie le ofrece alojamiento y, una vez en casa, le da muerte como a las demás. Los tres cadáveres son escondidos en un hueco en la pared de la cocina, que posteriormente sería cubierto con papel.
El 21 de Marzo abandona Rillington Place y empieza a vagabundear por la ciudad, alternando en albergues y transitando por los parques. El 31 de ese mismo mes es arrestado junto al puente Putney. Comienza entonces el juicio en el mismo tribunal que tres años antes había mandado a la horca a un hombre inocente.
Christie admitió haber cometido siete crímenes entre 1943 y 1953, aunque nunca confesó el asesinato de la pequeña Geraldine. Al cuarto día de juicio el jurado se retira a deliberar; una hora y veinte minutos después tenían el veredicto: culpable. John Christie es sentenciado a morir en la horca.
El 15 de Julio de 1953 es ahorcado, aunque 16 años después de ser ahorcado Timothy Evans recibe el perdón de la justicia.