El edificio Joelma era el más moderno condominio de oficinas en la ciudad de San Pablo, Brasil. En el primer día de febrero de 1974, uno de los incendios más espectaculares que han afectado a una ciudad, provocó la strong>muerte de 189 personas y 345 heridos. Un cortocircuito causó un incendio en la planta 23ª del edificio que se propagó rápidamente. Se alcanzaron temperaturas superiores a los 700º C y la asfixia y la calcinación dejó sin escapatoria a todas sus víctimas.
Sin duda, este suceso cambió los protocolos de seguridad en los grandes edificios y hubo un antes y un después para tratar de evitar que estos hechos sucedieran y evitar, en la medida de lo posible, que se volviesen a quedar víctimas atrapadas en ascensores y que se generasen bolsas de calor y humo de una manera tan rápida. También se vio como el cuerpo de bomberos se veía superado ante la incapacidad de poder sofocar llamas originadas a tanta altura por falta de medios físicos como escalas de gran longitud o bombas que pudiesen enviar agua a presión hasta el piso 23º.
Tras cuatro años de rehabilitación, el edificio quedó reinaugurado bajo el nombre de “Praça de la Bandera”. Pero la historia del edificio no terminó en la tragedia. Tras lo sucedido muchos fueron los que aseguraron que había fenómenos inexplicables que habían rodeado la historia del solar en el que fue levantado el edificio Joelma y que, de algún modo, continuaron tras su construcción.
La familia Ferreira:
Tras el supuesto misterio que envuelve al Joelma siempre ha sonado el mismo nombre. El de la familia Ferreira. Paulo Ferreira de Camargo era propietario de la finca donde años después se construyó el edificio Joelma. Allí vivía en una casa con su madre y sus dos hermanas.
En la finca sucedió uno de esos sucesos que conmocionaron a toda la ciudad en los años cuarenta. Paulo Ferreira, profesor de Química, decidió asesinar a sus hermanas y su madre. El profesor fingió un accidente de tráfico en el que habrían muerto las tres mujeres, pero a la Policía le extrañó que no hubiese ningún registro de tal accidente y que tampoco hubiese cuerpos. La frialdad y premeditación del caso dejó perplejos a los investigadores del caso. No dudó en ocultar los cuerpos en un pozo que mandó construir unas semanas antes y mostrar total serenidad ante las investigaciones policiales. Cuando el triple fraticida se sintió acosado por la Policía decidió pegarse un tiro en el corazón.
Tras la muerte de Paulo Ferreira todavía quedaba por resolver la extraña desaparición de los cuerpos. Al final consiguieron encontrarlos en dicho pozo. En el rescate murió un bombero víctima de una extraña infección por su exposición a los cadáveres en putrefacción, sumándose una nueva víctima a la fatídica lista de muertos por causas fortuitas en el lugar.
Durante dos décadas la finca fue considerada maldita y permaneció abandonada víctima de la superstición generada tras el “crimen del pozo”. Por fin, se quiso finalizar con los malos agüeros y se construyó el Joelma. Eso sí, cambiaron la numeración que la finca tenía para evitar el recelo de los más reacios a la reutilización de la, considerada, finca maldita.
El misterio de los trece espíritus:
Durante el incendio trece personas quedaron atrapadas en el ascensor muriendo carbonizadas. Lo que quedó de los cuerpos se llevó al cementerio de San Pedro donde yacen hoy día.
Desde entonces surgió una leyenda urbana sobre un presunto misterio que protagonizarían los espíritus de estas trece personas que no lograron ser identificadas. El mayor difusor de esta leyenda era Luiz Nunes, el vigilante del cementerio, que cuenta que las voces desgarradas de los espíritus piden auxilio de vez en cuando. Además asegura que las voces proceden del lugar donde estaban los cuerpos de estas víctimas del incendio del Joelma. Nunes afirma que estas voces cesan cuando vierte agua sobre los restos de los trece atrapados en el incendio y que después estos espíritus le otorgan cosas. De hecho es a esta labor de “mitigación del sufrimiento” con agua a la que achacaba su curación tras sufrir un infarto cardiaco. Todo un milagro para él.
Volquimar Carvalho:
En 1979 se hizo una película basándose en una de las víctimas del incendio, una joven procesadora de datos llamada Volquimar Carvalho. La actriz que la interpretó declaró sentir sensaciones extrañas. Los encargados del montaje también vieron fotografías extrañas y un halo de misterio envolvió a todo el rodaje.
Y es que la historia de Volquimar ya fue misteriosa desde el momento de su triste fallecimiento en el incendio. Según cuentan sus familiares, ella se apareció a su madre para contarle en que tanatorio reposaba su cadáver. Además se le atribuye al espíritu de Volquimar una serie de fenómenos paranormales en el actual edificio restaurado tales como apariciones de “fantasmas” que se parecían a ella, ruidos, sensaciones térmicas anómalas y todo tipo de apariciones.
En 2004 el edificio llegó a ser exorcizado para acabar con todos estos fenómenos que intrigaban a los trabajadores justo en las dos plantas donde más murieron: la 19ª y la 20ª. Hoy, continúa el misterio.
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