La Capela dos Ossos (en español: Capilla de los huesos) es uno de los monumentos más conocidos de la ciudad de Évora en Portugal. Se trata de una pequeña capilla interior situada en las proximidades de la Iglesia de San Francisco.
La Capela dos Ossos fue construida en el siglo XVI por un monje franciscano quien, bajo el espíritu de la Contrarreforma de la región, quería llevar a sus hermanos hacia la contemplación y transmitir un mensaje sobre el carácter efímero y transitorio de la vida. Esto está claramente expresado en la inscripción que se puede leer en su entrada:
La capilla tiene 18,7 metros de largo por 11 de ancho. La luz que entra lo hace a través de tres pequeñas aberturas situadas en el lado izquierdo de la misma. Sus paredes y sus ocho columnas están “decoradas” de largos huesos y cráneos cuidadosamente ordenados y sujetos mediante cemento. El techo está hecho de ladrillo blanco decorado con diferentes motivos mórbidos.
Se calcula que el número aproximado de esqueletos necesarios para realizar semejante obra es de unos 5000, provenientes de los cementerios de las iglesias situadas en los alrededores. Algunos de los cráneos tienen dibujados grafitis sobre ellos. Además, dos cadáveres disecados, uno de ellos perteneciente a un niño, permanecen colgados de unas cadenas.
Los huesos que ahí se encuentran proceden de una catástrofe que ocurrió en el pueblo de Monte Maior en 1736. La catástrofe se produjo al paso de una tormenta por la ciudad que con tan mala suerte descargó un rayo sobre un gran arsenal que se encontraba en la torre de homenaje del castillo. De las 1100 casas (aproximadamente) que tenía la villa por aquel entonces fueron destruidas algo más de 800. Los cadáveres se enterraron en una fosa común. Al cabo de 30 años fueron desenterrados para construir la capilla en homenaje a aquellas víctimas. Se calcula que habrán restos de unos 800 cadáveres en la capilla.
La Capela dos Ossos fue construida en el siglo XVI por un monje franciscano quien, bajo el espíritu de la Contrarreforma de la región, quería llevar a sus hermanos hacia la contemplación y transmitir un mensaje sobre el carácter efímero y transitorio de la vida. Esto está claramente expresado en la inscripción que se puede leer en su entrada:
Nós ossos que aqui estamos pelos vossos esperamos Nosotros, los huesos que aquí estamos, por los vuestros esperamos.
La capilla tiene 18,7 metros de largo por 11 de ancho. La luz que entra lo hace a través de tres pequeñas aberturas situadas en el lado izquierdo de la misma. Sus paredes y sus ocho columnas están “decoradas” de largos huesos y cráneos cuidadosamente ordenados y sujetos mediante cemento. El techo está hecho de ladrillo blanco decorado con diferentes motivos mórbidos.
Se calcula que el número aproximado de esqueletos necesarios para realizar semejante obra es de unos 5000, provenientes de los cementerios de las iglesias situadas en los alrededores. Algunos de los cráneos tienen dibujados grafitis sobre ellos. Además, dos cadáveres disecados, uno de ellos perteneciente a un niño, permanecen colgados de unas cadenas.
Los huesos que ahí se encuentran proceden de una catástrofe que ocurrió en el pueblo de Monte Maior en 1736. La catástrofe se produjo al paso de una tormenta por la ciudad que con tan mala suerte descargó un rayo sobre un gran arsenal que se encontraba en la torre de homenaje del castillo. De las 1100 casas (aproximadamente) que tenía la villa por aquel entonces fueron destruidas algo más de 800. Los cadáveres se enterraron en una fosa común. Al cabo de 30 años fueron desenterrados para construir la capilla en homenaje a aquellas víctimas. Se calcula que habrán restos de unos 800 cadáveres en la capilla.
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